2017: el año de la visibilización del abuso sexual

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Durante el 2017, la lucha feminista ha logrado una profunda toma de conciencia sobre las violencias contra las mujeres que se evidenció en las denuncias por abuso contra varones reconocidos en el ámbito público a nivel nacional e internacional. La impunidad traída por la fama y el poder comenzó así a resquebrajarse, demostrando que el silencio ya no es una opción. 


El impacto del movimiento feminista ha logrado visibilizar las violencias que hasta este momento se encontraban naturalizadas, trastocar los pilares sobre los que la cultura machista descansa y, con ellos, la trama de poder que oprime a las mujeres desde diversos ámbitos. Un claro ejemplo fueron las denuncias públicas que se difundieron contra varones famosos en el mundo de la música y el espectáculo, tanto en Argentina como en el resto del mundo. En el país, uno de los momentos de quiebre se produjo en el rock, con los casos de José Miguel del Pópolo, cantante de la banda La Ola Que Quería ser Chau y Cristian Aldana, de El Otro Yo, ambos procesados por la Justicia.

La lucha feminista ha generado un impacto profundo que hace unos años hubiera sido impensable: transmitir la conciencia de lo que es el abuso, incluyendo a las propias mujeres que son víctimas de violencias asimiladas a veces como parte de lo que es normal y esperable.

La lucha feminista ha generado un impacto profundo que hace unos años hubiera sido impensable: transmitir la conciencia de lo que es el abuso, incluyendo a las propias mujeres que son víctimas de violencias asimiladas a veces como parte de lo que es normal y esperable. Desnudó las relaciones asimétricas de poder al interior de la sociedad, que clausuran la voluntad de la mujer y la convierten en un objeto destinado a satisfacer los deseos del varón. Fue la puesta en marcha de una maquinaria que trabaja incansablemente por erradicar las desigualdades y que generó también una mirada retrospectiva para no pasar por alto ninguna injusticia.

(Leer nota relacionada: «Ya no nos callamos más»: cronología de una lucha contra los abusos en el rock).


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Foto: Gustavo Yuste


A nivel internacional, eso fue también lo que sucedió en el último tiempo con las denuncias que destaparon casos al interior de la industria de Hollywood que eran conocidos desde hacía años, pero que sin embargo se mantenían ocultos. El pasado mes de octubre, seis actrices presentaron una denuncia colectiva por acoso y abuso sexual contra el productor cinematográfico Harvey Weinstein. Ese fue el pie inicial que desencadenó acusaciones contra distintas figuras de renombre, entre ellas, el cómico Louis C.K y Kevin Spacey. Este último fue uno de los casos más polémicos que tuvo una repercusión inmediata: el actor fue despedido de House of Cards, multipremiada serie de Netflix que protagonizaba hasta ese momento y de All the money in the word, la película que se encontraba rodando.

A nivel internacional, eso fue también lo que sucedió en el último tiempo con las denuncias que destaparon casos al interior de la industria de Hollywood que eran conocidos desde hacía años, pero que sin embargo se mantenían ocultos.

De modo similar al movimiento «Ya No Nos Callamos más» que surgió en Argentina, en Estados Unidos las denuncias dieron inició al #MeToo («Yo También»), el hashtag para visibilizar el acoso y abuso sexual en las redes sociales, en tanto una herramienta clave que permitió la circulación de la palabra por fuera de los ámbitos oficiales y también la difusión por canales antes inexistentes, la solidaridad y la concientización. Recientemente la revista Time, en el espacio que suele dedicar en su portada a la «persona del año» colocó a algunas de las actrices que comenzaron el movimiento.

(Leer nota relacionada: Los ídolos caídos: la condena social como signo de los tiempos)


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Que las denuncias contra varones reconocidos en el mundo del espectáculo y en cualquier otro ámbito de la esfera pública tengan repercusión mediática y social demuestra un avance contra aquella estructura hermética de poder y fama que acrecienta la impunidad y reproduce el silencio. La construcción de los ídolos y la sacralización de su figura es uno de los factores que encubre a los abusadores, mientras son aplaudidos del otro lado de una pantalla.  Sin embargo, el hecho de que el silencio se resquebraje tras la fachada del éxito que reproduce a la cultura machista con más fuerza es síntoma de un proceso de cambio irreversible. En este sentido, la página web Tu Ídolo es un Forro,  e dedicó a listar a todos los hombres del mundo del espectáculo nacional e internacional que tienen denuncias por violencia de género, para evitar que los escándalos queden en el olvido. 

Que las denuncias contra varones reconocidos en el mundo del espectáculo y en cualquier otro ámbito de la esfera pública tengan repercusión mediática y social demuestra un avance contra aquella estructura hermética de poder y fama que acrecienta la impunidad y reproduce el silencio.

Como una maquinaria que inicia un movimiento contrario a lo que el patriarcado está acostumbrado a ver, la lucha por visibilizar el acoso y el abuso, no viene sin la resistencia de quienes ven cuestionados sus privilegios y de quienes le temen a la deconstrucción del sentido común. Porque cuando una mujer tiene la valentía de alzar la voz, se enfrenta también a todo un sistema que está programado para someterla a la culpa y a la sumisión, para poner en duda su palabra.

(Leer nota relacionada: Las denuncias de Calu Rivero: cuando los medios frivolizan el acoso)


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Foto: Gustavo Yuste


Así es como se desencadena la reacción social y los comentarios de quienes desestiman las violencias, responsabilizando a las mujeres del abuso o incluso haciendo alusión al tiempo que se «tardó» en contar lo ocurrido, como si hubiera una fecha de prescripción o como si no fuera la misma sociedad la que protege al abusador – más aún si es reconocido en el ámbito público – y desalienta las denuncias al colocar a la mujer bajo la lupa, revictimizándola – sea o no famosa -.

Como una maquinaria que inicia un movimiento contrario a lo que el patriarcado está acostumbrado a ver, la lucha por visibilizar el acoso y el abuso, no viene sin la resistencia de quienes ven cuestionados sus privilegios y de quienes le temen a la deconstrucción del sentido común.

A pesar de esto, la condena social, hace unos años prácticamente inexistente, demuestra que callarse ya no es una opción. Los casos de abuso que eran parte de un escándalo de la vida privado ahora son visibilizados como resultado de una cadena de violencias. Las repercusiones contra las figuras públicas demuestran así la toma de conciencia de una parte de la sociedad que comprende que los agravios contras las mujeres ya no pueden ser pasados por alto.


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