La desaparición de Jorge Julio López cumple el triste aniversario de diez años. Desaparecido en dictadura, sobreviviente que soportó el silencio en la incipiente democracia y testigo en el primer juicio que permitió condenar a los culpables de la dictadura cívico-militar como genocidas. Diez años que, por un lado, fortalecieron el proceso de juzgamiento de los delitos de lesa humanidad y, por otro lado, colaboraron en dilatar y entorpecer las pistas más serias que permitieran avanzar en la investigación. Hay demasiadas preguntas sin respuesta.
Un reclamo que no prescribe
A diez años de su segunda desaparición, el nombre de Jorge Julio López debe ser más que una bandera emblemática. Es necesario que comience a ser el punto desde el cual discutir los avances en el campo popular, los reclamos del colectivo social y la necesidad de seguir encontrando justicia luego de 40 años. Debe ser la piedra que acelere el proceso judicial, la que motive a seguir acompañando a los sobrevivientes y familiares que siguen dando testimonio y la que siga negando los pedidos de amnistía por parte de los represores.
Jorge Julio López fue testigo en el primer juicio, luego de la abolición de las leyes de impunidad, dentro de un proceso que sigue condenando a los responsables de la implementación de un Plan Sistemático de Persecución, Tortura y Exterminio.
Los juicios apenas volvían a abrirse camino cuando ocurrió su segunda desaparición en 2006. Jorge Julio López fue testigo en el primer juicio, luego de la abolición de las leyes de impunidad, dentro de un proceso que sigue condenando a los responsables de la implementación de un Plan Sistemático de Persecución, Tortura y Exterminio.
Si fue un mensaje para desdecir su testimonio, si buscaban quebrar el accionar de abogados y jueces o si querían frenar todo el proceso, despierta dudas pero también certezas: su testimonio y el de sus compañeros ayudaron a fortalecer un proceso que también comenzaba a mostrar resistencias que señalaban una estructura y un poder de las fuerzas represivas aún vigente.
Causa López: entorpecimientos, pistas y líneas pendientes
La investigación sobre la causa López tuvo múltiples características: diversas pistas y testigos que admitieron haberlo visto, saber su paradero o disparar las hipótesis más variadas. Sin embargo, en todos estos años, nunca se completó el entrecruzamiento telefónico entre los sospechosos y los celulares que se activaron en la zona en la que desapareció. Si bien el mayor sospechoso sigue siendo el genocida Miguel Etchecolatz, las puntas que vinculan a su entorno nunca fueron investigadas. Ni el cruce de llamadas de los días anteriores y posteriores a la desaparición de López desde la cárcel, ni las reuniones que mantuvo allí o los contactos de su agenda.
Si bien el mayor sospechoso sigue siendo el genocida Miguel Etchecolatz, las puntas que vinculan a su entorno nunca fueron investigadas. Ni el cruce de llamadas de los días anteriores y posteriores a la desaparición de López desde la cárcel, ni las reuniones que mantuvo allí o los contactos de su agenda.
En estos diez años se descuidaron las líneas de investigación importantes, aquellas que apuntan a los beneficiarios directos de su desaparición. Las pistas más serias se indagaron tarde, mal o directamente no se llevaron adelante, como por ejemplo el allanamiento de la casa de Susana Copar, miembro de la policía bonaerense. Según los testimonios de los vecinos de Jorge Julio López en Los Hornos, el último registro de su recorrido de la mañana del 18 de septiembre de 2006 terminó en la puerta de la casa de Copar. Su nombre aparecía en la agenda que Etchecolatz tenía en la cárcel de Marcos Paz.
Los principales sospechosos provienen del círculo que encierra a los policías que él mismo mencionó en su declaración, la bonaerense, el mismo Etchecolatz y un grupo de penitenciarios bonaerenses.
A medida que se indaga un poco más en la causa, las señales de encubrimiento golpean en la cara. La responsabilidad sobre esta impunidad es compartida por la justicia y las fuerzas de seguridad, ambas entorpecieron la investigación más que acelerarla. No obstante, los principales sospechosos provienen del círculo que encierra a los policías que él mismo mencionó en su declaración, la bonaerense, el mismo Etchecolatz y un grupo de penitenciarios bonaerenses.
Preguntas que se deben responder
Jorge Julio López es un caso único porque se trata de la desaparición de un sobreviviente de la dictadura en democracia. A diez años de su segunda desaparición, la certeza es que en su nombre está el emblema que señala la necesidad de continuar con el proceso de juzgamiento por los delitos de lesa humanidad. Este caso representa, además, la persistencia de las prácticas de secuestro, desaparición y muerte que se mantienen en las fuerzas de seguridad, y todo lo que aún queda por sanar de la dictadura.
Jorge Julio López es un caso único porque se trata de la desaparición de un sobreviviente de la dictadura en democracia. A diez años de su segunda desaparición, la certeza es que en su nombre está el emblema que señala la necesidad de continuar con el proceso de juzgamiento por los delitos de lesa humanidad.
Quiénes son los responsables de su segunda desaparición. Qué buscaban al cometer este delito. Quiénes son los que encubren. Cuántos días van a seguir pasando hasta conocer su paradero. Aunque difícilmente lo logren, estas preguntas deben encontrar sus respuestas. Reivindicarlas. Difundirlas. Gritarlas. Mantener la vigencia de este reclamo es imperante.
La posibilidad de la desaparición forzada en democracia es una realidad, porque -la estructura que lo permite y- los responsables de la desaparición de Jorge Julio López aún pueden estar libres.
