Dilma Rousseff presentó ayer ante al Senado brasileño su defensa contra los crímenes que la separaron de su cargo como presidenta del país cinco meses atrás. Pidió a los senadores no apoyar un golpe que sólo agravará la crisis brasileña. Entre hoy y mañana, se conocerá la decisión del Senado, en una jornada que quedará en la historia de América Latina.
El 17 de marzo de este año, el Congreso de Brasil votó a favor de iniciar el juicio político contra su presidenta, Dilma Rousseff, por las sospechas de haber cometido «crímenes de responsabilidad». Estos crímenes no tienen que ver con el escándalo de Petrobras con el que se vio manchado su gobierno, sino con dos hechos puntuales relacionados a la aprobación del presupuesto público sin pasar por el Congreso y a maniobras fiscales que fueron señaladas por la oposición como fraudulentas. La defensa de Rousseff afirma que estos casos no son meritorios de un juicio político, ya que fueron ejecutados anteriormente por otros gobiernos, y exigen que se devuelva a la presidenta el poder que el pueblo le otorgó mediante su voto.
Estos crímenes no tienen que ver con el escándalo de Petrobras con el que se vio manchado su gobierno, sino con dos hechos puntuales relacionados a la aprobación del presupuesto público sin pasar por el congreso y maniobras fiscales que fueron señaladas por la oposición como fraudulentas.
«No esperen de mí el obsecuente silencio de los cobardes»
Durante el día de ayer, cinco meses después de la decisión tomada por el Congreso y a horas de la sentencia definitiva, Dilma Rousseff presentó su defensa frente a los senadores. Afirmó, «con la serenidad de quienes no tienen nada que esconder», tener la conciencia tranquila en relación a sus acciones como presidenta. Enfrentó a sus opositores por acusarla «injusta y arbitrariamente» y pidió que los senadores «no acepten un golpe que en vez de solucionar, agravará la crisis brasileña».
Afirmó, «con la serenidad de quienes no tienen nada que esconder», tener la conciencia tranquila en relación a sus acciones como presidenta. Enfrentó a sus opositores por acusarla «injusta y arbitrariamente» y pidió que los senadores «no acepten un golpe que en vez de solucionar, agravará la crisis brasileña».
«Jamás atentaría ni practicaría actos contra los intereses de quienes me votaron» sentenció Dilma, que luego de su discurso se sometió a las preguntas de los senadores. Recordó sus épocas de lucha contra la dictadura en Brasil y pidió a los senadores que voten «por la democracia», consigna que repitió en su cuenta de Twitter durante todo el día de ayer. En el recinto se encontraba el ex-presidente de Brasil, Lula da Silva, que siempre ha mostrado un fuerte apoyo por Dilma Rousseff.
La resolución del Senado
A las 10 de la mañana del día de hoy comenzará la votación definitiva por el impeachment de Dilma Rousseff. Todos los senadores deberán exponer su posición durante un máximo de diez minutos y se calcula que el miércoles por la madrugada se conocerá el veredicto final. Con un gobierno debilitado por las denuncias de corrupción y la recesión económica, Dilma Rousseff no tiene muchas oportunidades de dar vuelta el resultado negativo que recibió en marzo por parte de los legisladores.
Todos los senadores deberán exponer su posición durante un máximo de 10 minutos y se calcula que el miércoles por la madrugada se conocerá el veredicto final. Con un gobierno debilitado por las denuncias de corrupción y la recesión económica, Dilma Rousseff no tiene muchas oportunidades de dar vuelta el resultado negativo que recibió en Marzo por parte de los legisladores.
La primera presidenta mujer de Brasil está a punto de ser desplazada de su cargo, y con ella se irán los últimos gritos de poder del Partido de los Trabajadores, que gobernó durante los últimos 13 años. Brasil quedará en manos de Michel Temer, un político conservador con un bajísimo apoyo popular y la enorme responsabilidad de resolver la peor crisis económica desde los años ’30 en Brasil. En un movimiento que parece repetirse en distintos países de América Latina, incluyendo Argentina, los partidos de izquierda y sus grandes transformaciones son reemplazados por quienes traen soluciones conservadoras para los problemas del pueblo.