El 29 de julio de 1966, la “Revolución Argentina”, dictadura militar llevada adelante por Juan Carlos Onganía, mostraba su vehemencia más cruel y abría paso a una historia de violencias que no finalizaría en aquella noche. A 50 años de la intervención brutal y sin precedentes de las fuerzas represivas en la Universidad de Buenos Aires, en La Primera Piedra recordamos “La Noche de los Bastones Largos”.
“Revolución Argentina”
El 28 de junio irrumpió un nuevo golpe militar, luego de vivir breves períodos democráticos bajo su tutela, la dictadura volvió a forjar una nueva página en la historia argentina. El levantamiento militar se autodenominó “Revolución Argentina” y tenía el objetivo primordial de imponer un proyecto de largo alcance, dotando al Estado de una organización tecno-burocrática, que no se llevó a cabo por los tiempos económicos, sociales y políticos que proponía.
Luego de la proscripción de los partidos políticos y la disolución del Congreso, proseguía la destrucción de el ejercicio de la política en las facultades.
En ese contexto, los miedos frente al fantasma del comunismo se hacían presentes. Por ello, entre una de las primeras medidas estuvo presente la intervención en las universidades, entendidas como foco de insurrección. Luego de la proscripción de los partidos políticos y la disolución del Congreso, proseguía la destrucción del ejercicio de la política en las facultades. Esto despreciaba el trabajo académico y de investigación que se realizaba en ese entonces: la denominada «época dorada» que vivió la Universidad de Buenos Aires.
El día anterior a la recordada noche se había decretado la ley Nº 16.912 que ponía fin a la autonomía universitaria de la Universidad de Buenos Aires y la colocaba, por primera vez, bajo la jurisdicción del Ministerio de Educación. Frente a esto, autoridades, docentes, estudiantes y graduados decidieron ocupar la sede del Rectorado y las facultades de Arquitectura, Ciencias Exactas y Naturales, Filosofía y Letras, Ingeniería y Medicina.
La intervención en la Universidad: los recordados bastones
La dictadura del General Onganía, como respuesta, ordenó a la Policía Federal Argentina expulsar y reprimir duramente a quienes tomaban las sedes, dando paso a una de las imágenes más terribles de la historia: la universidad fue intervenida y desalojada por el aparato represivo estatal. Este suceso fue particularmente violento en las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Filosofía y Letras.
“La noche de los bastones largos” fue denominada así por los bastones utilizados por los policías para golpear con dureza a los detenidos, cuando los hicieron pasar por una doble fila de agentes al salir de los edificios.
En la Facultad de Ciencias Exactas, ubicada en ese momento en la Manzana de las Luces, en el centro porteño, la Guardia de Infantería policial que dirigía el general Mario Fonseca avanzó a garrotazos y con gases lacrimógenos contra estudiantes, docentes y autoridades. “La noche de los bastones largos” fue denominada así por los bastones utilizados por los policías para golpear con dureza a los detenidos, cuando los hicieron pasar por una doble fila de agentes al salir de los edificios.
Esta noche dejó, además de estas imágenes, 300 heridos, cientos de detenidos, centenares de despidos y renuncias de profesores. Marcó el exilio de referentes académicos, funcionarios, estudiantes y científicos, y fue el ensayo de la represión que se sufrió en las facultades en lo que iba a ser la última dictadura cívico-militar de la historia argentina. El objetivo de la acción represiva fue terminar con esas “cuevas de marxistas e izquierdistas” y finalizar con la autonomía universitaria subordinando las universidades nacionales al Poder Ejecutivo Nacional.
A 50 años: defender la autonomía universitaria
La intervención, persecución y vaciamiento en la universidad argentina marcó un quiebre en la acumulación de conocimiento científico que se venía llevando adelante, el despojo frente a las proclamas de la reforma universitaria de 1918, y el cercenamiento de la autonomía y la libertad política en las facultades que había ejercido desde sus inicios.
Hoy, a 50 años, es necesario recordar estos hechos por lo que fueron: una fuerte represión frente a la oposición al golpe de estado, la antesala del genocidio que iba a suceder años después, el silenciamiento a estudiantes, docentes y científicos, pero sobre todo, la destrucción de una universidad pública pionera.
Hoy, a 50 años, es necesario recordar estos hechos por lo que fueron: una fuerte represión frente a la oposición al golpe de estado, la antesala del genocidio que iba a suceder años después, el silenciamiento a estudiantes, docentes y científicos, pero sobre todo, la destrucción de una universidad pública pionera. En este sentido, es necesario manifestar la importancia de la memoria para entender por qué la autonomía universitaria no debe negociarse, qué implica y por qué sólo sucedió cuando hubo represión. En el contexto actual, lo importante es indagar cuántas huellas quedan de aquellos bastones.