Ayer, por primera vez en quince años, todos los gremios docentes y las federaciones estudiantiles universitarias coincidieron en una multitudinaria movilización en defensa de la educación pública. La marcha se realizó desde Plaza Houssay hasta el Ministerio de Educación, en donde decanos y vicedecanos de diferentes facultades entregaron un petitorio. En él, reclamaron por un presupuesto que permita afrontar los tarifazos de la crisis presupuestaria que impediría, a partir de agosto, reabrir las puertas de varias universidades nacionales declaradas en situación de emergencia, así como por unas paritarias dignas para los docentes.
Son las cuatro de la tarde y Plaza Houssay empieza a llenarse de estudiantes. A un lado de la plaza, sobre la calle Paraguay, se alza el imperturbable edificio de la Facultad de Medicina de la UBA inaugurado en 1944; al otro lado, sobre Avenida Córdoba y como un espejo del primero, se encuentra el joven Anexo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA inaugurado en 2011. La plaza, ese abismo de distancia entre uno y otro, es hoy el punto de conexión y de superación de las diferencias. Todos los presentes saben que, en este preciso instante, están construyendo una historia decisiva para el futuro de la educación pública en Argentina. Es por eso que, después de tanto tiempo, todos los sindicatos (Conadu, Conadu Histórica, Fedun, Fagdut, UDA y Ctera), así como las distintas federaciones estudiantiles (FUA, FUBA, FULP, entre muchas otras), decidieron unirse en el punto ciego, en el punto del abismo, y realizar una histórica marcha en defensa de la universidad pública.
“Acá no hay grieta entre Macrismo-Kirchnerismo, acá la grieta es entre ajustadores y ajustados” explica a La Primera Piedra Matías Chilo, militante de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS), actual conducción de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), y estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas. “Este gobierno, junto con la oposición patronal en en este momento, votó un arreglo con los fondos buitres de 12 mil millones de dólares para los que especulan y de 0% de aumento para la educación y la salud. La solución nos la va a tener que dar Bullrich”, agregó.
Todos los presentes saben que, en este preciso instante, están construyendo una historia decisiva para el futuro de la educación pública en Argentina. Es por eso que, después de tanto tiempo, todos los sindicatos (Conadu, Conadu Histórica, Fedun, Fagdut, UDA y Ctera), así como las distintas federaciones estudiantiles (FUA, FUBA, FULP, entre muchas otras), decidieron unirse en el punto ciego, en el punto del abismo, y realizar una histórica marcha en defensa de la universidad pública.
Por primera vez en quince años, los seis sindicatos docentes de Argentina y las federaciones estudiantiles caminan a la par y exigen un aumento presupuestario frente al “sinceramiento tarifario” realizado por el gobierno de Mauricio Macri que incrementó los impuestos de la luz, el agua y el gas en un 327%, 249% y 143%. “Queremos que esos 12 mil millones de dólares que fueron a los Fondos Buitres vuelvan a la universidad y a la salud”, dice Matías Chilo mientras sostiene la gran bandera de la FUBA que encabeza la movilización. “Y que el estudiante y el trabajador docente no paguen todo este ajuste que se viene llevando”, agrega. En este contexto inflacionario, la Ley de Presupuesto 2016 que fijó la suma de $51.946 millones para la UBA no alcanza a cubrir las cifras de los aumentos en los impuestos. La situación es similar en otras universidades nacionales. Oscar Vai, docente en la Universidad Nacional de las Artes y en la Universidad Nacional de Lanús, cuenta con indignación que “en la UNLA, en agosto se acaba el presupuesto, y el Ministro de Educación le contestó a la Rectora que si no alcanza el presupuesto, no den clases a partir de las 5 de la tarde”.
La movilización avanza en una comunión insólita que hace tiempo esperaba verse. Muchos estudiantes caminan junto a sus docentes, por primera vez, por un derecho que ven amenazado. La causa es común, y el temor también: que el refuerzo nunca llegue y las instituciones deban cerrar sus puertas, negando el derecho de acceso a la educación a millones de estudiantes y anulando, también, numerosas actividades de investigación y de extensión universitaria. Las Abuelas de Plaza de Mayo acompañan la caminata con su cálido abrazo familiar. En el edificio del Ministerio, decanos y vicedecanos de Filosofía y Letras, Sociales, Exactas, Psicología, Agronomía y Arquitectura de la UBA entregan un petitorio dirigido a Esteban Bullrich, actual Ministro de Educación, con más de 42 mil firmas en defensa de la universidad. En el petitorio retoman la denuncia de crisis presupuestaria realizada por el Consejo Superior y establece que “el presupuesto asignado a gastos de funcionamiento no contempla ningún incremento con respecto al del año 2015 y no permitirá financiar todas las actividades de la Universidad más allá de esa fecha”. “Nos toman de boludos” dice Matías Chilo, “cuando hablan de los 500 millones de pesos. ¿Qué puede aportar eso a 53 universidades nacionales, con sus docentes y sus millones de estudiantes? No somos boludos. Somos estudiantes y queremos seguir siéndolo”.
“Estamos con el mismo sueldo desde junio del año pasado. Necesitamos unas paritarias dignas” establece Vai, docente en la UNA y UNLA, en referencia a la última oferta realizada por Esteban Bullrich de un aumento de un 15% en mayo, un 5% en octubre y un 11% en diciembre. “Pero esto no va a quedar así”, señala con esperanza. “Cuando se metieron con las universidades nacionales, cuando se metieron con los estudiantes, fue el fin de López Murphy, fue el fin de De la Rúa, fue el Cordobazo, fue el Rosariazo. A veces los gobiernos olvidan quiénes empezaron la lucha y quienes definieron el curso de la historia. Esto no es joda. No somos solo docentes, somos docentes y estudiantes, y con nuestros derechos a la educación no se jode”.
Enormes carteles sobrevuelan las cabezas de todos y contrastan, blancos y brillantes, contra el cielo cada vez más azul y oscuro. “Tanta alegría no me deja estudiar”, “La mejor inversión es la educación” y “La educación del pueblo no se vende, se defiende» son algunas de las frases que más se repiten. “Yo no puedo creer que esto esté pasando”, dice Agustina (24 años), estudiante en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, y mueve la cabeza de un lado a otro en signo de negación. “Yo no puedo creer que cinco universidades nacionales estén en situación de emergencia, que es posible que no lleguen a agosto, y que el gobierno las esté ignorando”.
La multitud se encamina, ahora, hacia la histórica Plaza de Mayo. Aunque gravita en el aire una exaltación que se palpita en todos los estudiantes, domina la preocupación. “Estamos con el mismo sueldo desde junio del año pasado. Necesitamos unas paritarias dignas” establece Vai en referencia a la última oferta realizada por Esteban Bullrich de un aumento de un 15% en mayo, un 5% en octubre y un 11% en diciembre. “Pero esto no va a quedar así”, señala con esperanza. “Cuando se metieron con las universidades nacionales, cuando se metieron con los estudiantes, fue el fin de López Murphy, fue el fin de De la Rúa, fue el Cordobazo, fue el Rosariazo. A veces los gobiernos olvidan quiénes empezaron la lucha y quiénes definieron el curso de la historia. Esto no es joda. No somos solo docentes, somos docentes y estudiantes, y con nuestros derechos a la educación no se jode”.
Fotografía de portada: Gustavo Perelli
Notas relacionadas:
El ajuste llegó a las universidades públicas: esto no es posporno