Mariana Bugallo, también llamada ‘Mana’ a secas, es conocida por ser escritora y performer. Fue Campeona Nacional del 3° Slam Argentino de Poesía Oral y nació en el seno de una familia de actores. Hija de profesores de teatro, y con las expectativas de su familia puestas en eso, Mana ingresó al Conservatorio, después de varios intentos fallidos, para darse cuenta de que debía apartarse de ese camino y empezar a recorrer aquél que fuera el suyo. Así llegó, de la mano de algunos amigos, al mundo de la poesía oral. Sagrado Sebakis, creador y productor, junto a Diego Arbit, de Poesía Estéreo, le publicó No hay como estar bien vestida, una compilación de textos de su primer blog, y en agosto de 2015 publicó Este muchacho con prólogo de Susy Shock y de Fernando Bogado.
─¿Cuándo comenzaste tu trayectoria por el mundo del arte y de la poesía?
─Nací en Buenos Aires, crecí acá. Empecé en los escenarios porteños por una serie de eventos que atribuyo a la casualidad. De pendeja quería ser actriz. Mis padres son actores, pero conmigo no funcionó. Intenté entrar al Conservatorio tres veces, y no entré. Durante muchos años estuve amargada por eso. Oscilaba entre pensar que yo era una mierda o que no era buena y que los del Conservatorio eran muy rígidos. Después, con el tiempo y por los resultados de las cosas, me di cuenta de que era el Universo explicándome que no era ese el camino. A veces hay que oír los eventos y pegar el volantazo a tiempo. Yo no lo hice, me encapriché, hice tres veces el ingreso al Conservatorio para teatro, entré, y al año y medio me fui a la mierda porque no era para mí.
─Pero finalmente entraste, ¿ya no lo querías entonces?
─Sí, finalmente entré por lista de espera, una humillación total. Tenía mucho que ver con que era la época en la que todo el mundo está esperando que definas qué vas a hacer de tu vida, una preocupación burguesa que en el momento me aquejaba, la de esa ‘voz en off’ que te dice ‘tenés 19 años, no estás haciendo nada, tenés todo este potencial porque te inflaron la cabeza diciéndote que eras inteligente, y lo creíste’. Pero no me hallé en el teatro, así que me fui y estudié periodismo en TEA. Eso me hizo muy bien, porque me forzó a escribir. TEA me enseñó a escribir y a leer los diarios, además de que justo era el momento en el que estalló la discusión por la ley de medios. Fue emocionante ser parte de la discusión en esa época. Yo seguía sin saber qué iba a hacer, mi familia seguía cada vez más preocupada, y yo seguía cada vez más infeliz. Cuando terminé TEA, empecé a trabajar en cosas relacionadas al periodismo hasta que un día, acompañando a una amiga que cantaba tango en El Burlesque, una gran actriz que conocí en el Conservatorio, me invitaron a una lectura de poesía.
─¿Ese fue tu comienzo en el mundo de la poesía?
─Esa fue mi primera lectura en voz alta. Tenía un blog que abrí cuando terminé una relación que fue muy importante para mí. Estaba haciendo el duelo y salió ese blog. Ahí empecé a conocer gente: conocí a Lucas Fauno y él me llevó al Slam. Fui al 2° Slam que se hizo en 2011 a ver a Lucas ganar por 2° vez, y al 3° fui, participé y gané. Ahí conocí la movida, conocí el Pacha, ese mítico lugar clandestino y me enamoré de esa noche. Estuve un año yendo a improvisar, a participar del Slam, a estar ahí y cuando terminó el 2011 ya estaba la idea de hacer un espectáculo, que luego se transformó en SUCEDE, y terminé formando parte de la organización del Slam.
─¿Por qué abandonaste la organización del Slam?
─Porque son muchos años, porque las cosas necesitan aire, porque sí. La verdad que porque sí. Los chicos dicen que me extrañan, no sé por qué, pasaron dos días del último Slam en el que participé, son unos llorones (risas). Son años, querés hacer otras cosas, y encontré que el mejor camino es dejar lugar para que otra gente se haga cargo, para que otra gente vaya a ver, y para que las cosas cambien.
La definición de poesía ha sido un motivo de pelea ridícula en el ambiente. Está la gente que dice que lo que hacemos no es poesía y está la gente que dice que lo que hacemos es poesía. No sé si será porque soy ignorante o qué, pero a mí la discusión académica no me excita. Es como si me obligaran a ver una porno con gente que no me copa.
─¿Cuándo empezaste a escribir poesía?
─Yo no sé si escribo poesía en el sentido estricto de la palabra. La definición de poesía ha sido un motivo de pelea ridícula en el ambiente. Está la gente que dice que lo que hacemos no es poesía, y está la gente que dice que lo que hacemos es poesía. No sé si será porque soy ignorante o qué, pero a mí la discusión académica no me excita. Es como si me obligaran a ver una porno con gente que no me copa. Entiendo que haya gente a la que le guste, pero a mí no me gusta. Y a mí, personalmente, no a otros, a mí, la discusión acerca de cómo se llama lo que hago o qué es lo que hago o cómo se define lo que hago, me frena. Si yo, Mariana Bugallo, me tengo que sentar a pensar en cómo se llama lo que hago, no lo hago.
Mana participó en varias ediciones del Tercer Jueves, ciclo de poesía producido por Fernando Bogado, y formó parte de la organización del Slam de Poesía Oral hasta que anunció su retirada tras haber organizado el 2° Slam Capital Copa “Pata de Sofovich” que tuvo lugar en El Emergente. Actualmente trabaja en el SUCEDE, espectáculo humorístico de poesía, performance, stand up y otras disciplinas que llegó a la pantalla de la UN3, y en Boca de Buzón, dúo que conforma junto a Paula Maffía.
─Todos tus proyectos, por más diversos que sean, están atravesados por una línea directriz, que es la acción pragmática, peformática y poética, ¿es una decisión?
─Es lo que me sale. Aunque hay un personaje que se termina formando de tanto subirse a un escenario, no podés dejar de ser vos, y esa es la parte de mí que es así. De todas maneras, volviendo al tema de la poesía, insisto, yo sólo tengo el laburo de la experiencia y te hablo desde eso. Para mí, la poesía es potencia, es síntesis, es lograr decir algo potente con poco. Tengo textos larguísimos que no podría decir que son poemas porque me toma años llegar al punto, y tengo otros que son potentes. Esa es otra crítica de la que me hago cargo. Yo no sé si llego a esa potencia o a esa poética sin el cuerpo y sin la voz. Yo soy poeta oral. Hay un elemento que necesito, que es la voz y mi cuerpo, porque si lees ‘al natu’ lo que escribo, por ahí no te llega. Pero es esto lo que hago, y no necesito ser otra cosa, sino tendría que encerrarme a estudiar, y yo no tengo ganas.
─¿Cuándo empezaste a escribir sobre cuestiones de género?
─Empecé a escribir una especie de ‘poemas de observación de la realidad’. Yo no soy una mina muy creativa, es más un collage del universo, no es que yo invento cosas, sino que es más una perspectiva sobre el mundo. Después de muchos años de estar en pareja, de golpe empecé a salir con chabones y la condición de mujer heterosexual era mi identidad. Esas cosas, hoy, me resultan viejas. Tenía muy presente el hecho de ser mujer, y también los hombres, el ‘viste cómo son y viste cómo somos’ y es un camino a desandar. Empecé diciendo lo que tenía para decir y en ese momento por ahí no era tan complejo. Empecé a pensar más en el feminismo y en cuestiones de género según pasaron los años, y esos textos del comienzo me parecen demasiado simples. Aunque el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones, siempre traté de entrenar el sentido de la justicia y la injusticia. Hice lo posible.
─En muchas de tus poesías tratás temas de género, ¿tiene que ver con una influencia literaria o es parte de una militancia personal?
─Yo soy una ignorante. Me ha influenciado mucho Susy Shock. Es la persona, artísticamente hablando, que me ha influenciado, porque hay otras personas que lo han hecho a través de compartir la borrachera, pero ella es la persona que más me abrió la posibilidad de hablar de lo que pensaba sobre género, sobre feminismo. Esa perspectiva feminista no tiene que ver con lo binario, con el hombre y la mujer, una noción que me parece vetusta. El feminismo excede por completo lo que tenés entre las piernas. Y eso me lo enseñaron Susy Shock, Diana Sacayán, Lucas Fauno, Paula Maffía, ver la tele y sentir que no estoy representada, escuchar los chistes espantosos que puede hacer un ‘standuppero’ a las 3 de la mañana, que si cambiás la palabra mujer por judío lo meterían preso, y me lo enseñó la realidad, también, que desde los 11 años veo pijas en la calle como si eso estuviera bueno. No tengo una gran carrera de estudio del feminismo. Néstor Perlongher, Manuel Puig, Pedro Lemebel, son los putxs que me dieron todos. Copi es el badass, el niño malo.
─¿Crees que es posible separar el arte de la política?
─No. A mí me parece que todo es político. Es así de denso como suena. Es un bajón, en un punto, porque te hace sentir que tenés una responsabilidad enorme, pero por otro lado, si aceptáramos más eso, sería aún más un instrumento para cambiar algo, por más de que ahora la palabra ‘cambiar’ esté hackeada. También creo que es un camino. Yo no sé, si hace cinco años me hacías una entrevista, si era una tarada, y dentro de cinco años seguro piense lo mismo de ahora. Uno va evolucionando e intenta estar del lado correcto de la historia, por lo menos yo, que mi militancia o activismo pasa por mi trabajo y por lo que hago, y no tanto por el noble ponerle verdaderamente el cuerpo a las cosas. Hay gente admirable que además de subirse a un escenario va a todas las marchas. Hay una militancia o un activismo con un nivel de compromiso que admiro.
El feminismo excede por completo lo que tenés entre las piernas. Y eso me lo enseñaron Susy Shock, Diana Sacayán, Lucas Fauno, Paula Maffía, ver la tele y sentir que no estoy representada, escuchar los chistes espantosos que puede hacer un ‘standuppero’ a las 3 de la mañana, que si cambiás la palabra mujer por judío lo meterían preso, y me lo enseñó la realidad, también, que desde los 11 años veo pijas en la calle como si eso estuviera bueno.
─El SUCEDE es un programa humorístico que roza el absurdo. ¿Cuáles fueron las intensiones puestas ahí?
─No sé si está muy pensada la intensión. El SUCEDE arrancó siendo un espectáculo que se modificaba sustancialmente todas las semanas para pasar a ser un espectáculo que se modificaba por completo todas las semanas, así que no había mucho tiempo para teorizar sobre el asunto. Yo puedo hacer lecturas de viejos sketchs y decir ‘mirá el trasfondo político que tiene esto’, pero no sé si en el momento lo habíamos pensado con esas palabras. Así, también, hemos cometido errores, pero no importaba, porque era el vértigo del hacer. Lo bueno era que a la otra semana tenías revancha. Habían tres ensayos en la semana y había que armar todo un nuevo espectáculo para el otro domingo. De 6 pasamos a ser como 22, y ahí ya no había ni tiempo de discutir nada. Estas arriba de una moto, te subiste y ya.
─Durante muchos años fue en vivo, y ahora se convirtió en una serie televisada. ¿En algún momento fue improvisado?
─El SUCEDE nunca fue improvisado. Se proponían cosas, y conforme fue pasando el tiempo, el rol de Sebastián como Director, como persona que tenía la última palabra en ese cacareo de gente, se empezó a armar más, y cuando se sumaron Lucila, Tomi y Emi Romero en la parte audiovisual, también tuvo otra incidencia que desembocó en lo que es la serie ahora. Pero no improvisábamos. Era un ridículo ejercicio de memoria. Lo ensayás tres veces y en vivo te tiene que salir exactamente así con todas las pautas que acordamos. Ridículo. Era muy difícil tener vínculos con el resto del mundo. Pero la pasábamos bien.
─Si pudieras repensar todo tu recorrido desde que arrancaste hasta hoy, ¿qué es lo que resaltarías de ese recorrido?
─En este ambiente en el que somos cuatro, soy re famosa (risas). A mí me parece bastante natural el trayecto. Lo que hicimos siempre valió la pena ser mostrado, pero siempre me sorprende gratamente que haya gente que tenga ganas de verlo, ya sea el producto colectivo del SUCEDE, o lo que hagamos los integrantes del SUCEDE por separado. Hoy estoy desarrollando textos nuevos. No soy una persona que produzca rápido sin el SUCEDE pisándome los talones. Tengo el dúo Boca de Buzón con Paula. Tengo cosas para hacer este año. Recién empieza el año, y ya re mil empezó en un punto, entonces esas dos cosas me pesan. Pero va con ganas, va bien, y hay tiempo todavía.