«The show must go on»
Son las tres de la tarde y la histórica Plaza de Mayo esta repleta de colores. Este año, la XXIV marcha del orgullo LGBTIQ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travesti, Transexual, Transgénero, Intersexuales y Queers) comienza más temprano y las personas empiezan a acampar en los pequeños espacios verdes que van encontrando frente a la Casa Rosada. Los colores del arcoíris -colores de libertad- brillan en todas partes, donde quiera que se mire, y aquí y allá se asoman sonrisas radiantes, algunas ancianas y otras aún nacientes, listas para gritar “¡Amor Si!” (y a veces, también, ¡Macri No!). El calor de 27 grados y la primavera que por fin llegó a Buenos Aires no son impedimentos para los que todavía no empezaron con las cervezas y aún comparten unos mates tibios como queriendo estirar la siesta que ya parece llegar a su fin. El clima es alegre, y a pesar de que palpita la tensión política de cara al próximo balotaje, eso no disminuye el ambiente festivo sino que ayuda a enardecerlo. Es, como cada año, una celebración al amor con todas sus letras. Un amor que no se pretende heterosexual de nacimiento, como esta sociedad lo espera, sino que es libre y que elige cómo amar y a quién amar.
Autor Fotografía: Amanda Loch
Ese es el orgullo que moviliza a estas miles de personas que de a poco y con cierta parsimonia comienzan a pararse y a bailar al lado de los grandes camiones temáticos, dueños de su cuerpo y de su libertad, y que encuentran en este día y en esta manifestación un espacio para elegir quiénes quieren ser. Y todos (me incluyo), como una ola de masividad que se mueve por un accionar que nos supera, como si no pudiéramos hacer nada al respecto más que seguir esa extraña coreografía que nos pone ebrios de felicidad y que nos abraza bajo los cálidos brazos de una causa común, avanzamos bailando cuadra tras cuadra, ritmo tras ritmo, una cuadra pop, otra cuadra rock, otra cuadra de las canciones de siempre, bizarras y de antaño, y alguna que otra cuadra peronista, y deseamos que la fiesta continúe: ¡The show must go on! Y todos, así, cantando y tomados de las manos a pesar de que no nos conocemos, nos miramos a los ojos y miramos el horizonte que es todo un futuro que nos espera por delante, y sonreímos porque otra vez, como cada primer sábado de noviembre, homenajeamos el orgullo que representa poder elegir una sexualidad y poder construir una identidad libremente.
Y casi sin enterarnos llegamos a la Plaza de los Dos Congresos y seguimos festejando los logros que pasaron (como aquél 10 de julio de 2010 cuando se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario y ahí estábamos, frente al mismo Congreso pero en diferentes condiciones, luchando a pesar del frío) y festejamos los logros que están por venir. «¿Por qué sonríen tanto?» pregunta una señora que pasa caminando. Parece que no es parte de la fiesta y la invitamos a bailar. «Sonreímos porque estamos orgullosos» le contesta Ramiro con sus 20 años y una bandera de libertad colgada en su espalda que ondea con el poco viento de noviembre. Es el orgullo de las luchas de los colectivos LGBTIQ, un orgullo que quiere visibilizarse, un orgullo más orgulloso que nunca y que hoy sigue caminando por las mismas avenidas de Buenos Aires gritando con voz más chillona que nunca para que se sancione una ¡Ley Antidiscriminatoria Ya!
Autor Fotografía: Amanda Loch
2015: Un año particular
En 1992, año de la primera marcha LGBTIQ en Argentina, la manifestación contó con 250 participantes y éstos marcharon con caretas de cartón porque temían perder sus trabajos. Algo ha cambiado desde entonces. Hoy se marcha desde y para la visibilidad. Este 2015 fue un año particular para las demandas contra la discriminación. Desde el movimiento #NiUnaMenos (que no casualmente recibió una distinción al finalizar la convocación del sábado en el Congreso) hasta el 30 Encuentro Nacional de Mujeres en donde las voces se alzaron por un Aborto Legal y una Ley de Emergencia Nacional, la marcha del sábado fue, quizás, el cierre perfecto para un año en el que proliferaron y alcanzaron gran visibilidad las luchas contra la discriminación y la violencia de género. Y no quisiera dejar afuera los logros que se llevaron a cabo, después de muchos años de militancia LGBTIQ, en la última década: la ley contra la Trata de Personas, la Ley de matrimonio igualitario, la Ley de Fertilización Asistida y la Ley de identidad de género, entre otras. Este año, el motivo principal de la movilización fue la demanda por una Ley Antidiscriminatoria que incluyera la orientación sexual y la identidad de género, y la consigna fue “Ley Antidiscriminatoria ya! Sigamos conquistando derechos!”.
¿Qué significa “Ley Antidiscriminatoria” y por qué se la necesita «¡ya!»? A pesar de los logros alcanzados en los últimos años, y como lo expresó Martín Canevaro, Secretario de 100% Diversidad y Derechos, “si bien la legislación argentina ha avanzado mucho, aún subsisten prejuicios y estereotipos que prestan a la heterosexualidad como la identidad esperada, lo que hace que muchas personas no puedan vivir con libertad su elección”. No es necesario ir más lejos. La televisión sigue siendo el medio masivo más consumido en Argentina y todavía no vemos ninguna publicidad en ella que se aparte del ideal de familia tipo ni presenta otras realidades que difieran a la heteronormativa, y así actúa limitando la construcción de representaciones e imaginarios que sigue constreñida a la norma heterosexual imperativa. Es urgente que esta ley se sancione ¡ya!, también, porque todavía sigue sin esclarecerse el crimen contra Diana Sacayán, y es urgente acabar con la homofobia y la transfobia que terminan en agresiones hacia los colectivos LGBTIQ que carecen de leyes que los amparen.
Autor Fotografía: Amanda Loch
10 razones por las que se lleva a cabo la marcha del orgullo LGBTIQ
“¿Por qué hay un orgullo gay? ¿No debería haber, también, un orgullo heterosexual?”. Estas preguntas son comunes. Todos las hemos escuchado alguna vez. Y es por esa misma razón por la que tiene que seguir habiendo una marcha del orgullo LGBTIQ. Porque nadie se pregunta “¿y cómo es ser heterosexual?” o “¿y cómo tiene sexo una pareja heterosexual?” o “Ay, ¿en serio te gusta alguien de tu sexo opuesto? ¡Dios mío!”. Porque no hay religión que condene la heterosexualidad. Porque, a pesar de los logros alcanzados, todavía persiste la normativa heterosexual en una sociedad patriarcal y con un imaginario heterosexual que no admite a la diversidad. Una sociedad que muchas veces niega la diversidad. Que le cierra, aquí y allá, sus puertas institucionales. Que cerca sus espacios de crecimiento. Que no esclarece los casos de homofobia, de transfobia, y de las fobias con todas las letras. Que no hace campaña fuerte contra la discriminación y que no abre las puertas al arte queer en los actos oficiales. Es, todavía, una sociedad heterosexista. Por eso planteo 10 razones por las que debe seguir llevándose a cabo la marcha LGBTIQ (y cada uno puede agregar sus propias razones a esta aleatoria y para nada objetiva):
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Por Diana Sacayán.
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Porque todavía falta un protocolo de atención para las fuerzas de seguridad ante casos de discriminación y violencia de género.
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Porque la sexualidad es una elección y todavía no se respeta.
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Porque aún se espera de alguien, cuando nace, que sea heterosexual.
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Porque hace falta un acceso real a la salud integral, trabajo y vivienda para el colectivo trans.
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Porque “la palabra orgullo no tiene que ver con la vanidad, sino que es una respuesta política a la discriminación” (Martín Canevaro, Secretario de 100% Diversidad y Derechos).
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«Porque una mujer lesbiana no se convierte en hombre con privilegios de hombre» por ser lesbiana. (Romina Bernardo, Chocolate Remix).
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Porque hay personajes públicos que todavía siguen diciendo que “la homosexualidad es una enfermedad”.
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Porque falta una ley nacional para una educación sobre la diversidad sexual y contra la discriminación que se dicte en la primaria (y en ámbitos como el hogar).
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Porque es una forma de lucha, pero también de homenaje y memoria.
Colaboración en Arte de portada y Fotografías:
Amanda Loch