Los resultados de la primera vuelta presidencial dejaron sorpresas y elementos para analizar a mansalva. ¿Cómo se derivó en que el kirchnerismo pierda las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires? Un análisis de las sorpresivas elecciones nacionales y provinciales a continuación.
“Lo que ha sucedió hoy cambia la política de este país”, comenzó expresando Mauricio Macri en su búnker ubicado en la Ciudad de Buenos Aires. Con un clima festivo y colorido como acostumbra el PRO -parte del frente Cambiemos-, el candidato presidencial se mostró en público por primera vez tras los comicios del día domingo.
“Estoy seguro que trabajando en equipo, los argentinos vamos a encontrar soluciones frente a los problemas y angustias que pesan sobre nosotros”, añadió.
Sí, el gran ganador de las elecciones presidenciales fue Mauricio Macri, pese a todos los pronósticos. Más aún, hilando más fino, la gran ganadora en realidad es María Eugenia Vidal, quien logró lo que parecía imposible: vencer en la Provincia de Buenos Aires, también conocida como “la madre de todas las batallas” y bastión fuerte del kirchnerismo. ¿Cómo llegamos hasta ahí?
Macri parece encarnar todo lo que se quería echar del país hace apenas 14 años atrás, durante la crisis del 2001. Del “que se vayan todos” pasamos a elegirlos con un 44%, como es el caso de Patricia Bullrich, electa diputada nacional.
Con un discurso político friendly, pero cargado de un odio y descontento potentes hacia el kirchnerismo y, sobretodo, hacia la figura de Aníbal Fernández, el frente Cambiemos logró lo impensado. ¿Cuánto de responsabilidad hay en el kirchnerismo?
Mucha. Casi toda. Con soberbia y quietud, Aníbal Fernández no demostró una capacidad de gestión ni pudo sobrepasar la fuerte campaña mediática en su contra. Si miramos en retrospectiva, y con el diario del lunes, es notorio ver las falencias en la campaña de Fernández, sobrando la situación y subestimando a su contrincante. Y claro, el resultado fue más que caro, lo que derivó en que ni siquiera diera la cara para reconocer la derrota.
Con soberbia y quietud, Aníbal Fernández no demostró una capacidad de gestión ni pudo sobrepasar la fuerte campaña mediática en su contra. Si miramos en retrospectiva, y con el diario del lunes, es notorio ver las falencias en la campaña de Fernández, sobrando la situación y subestimando su contrincante. Y claro, el resultado fue más que caro, lo que derivó en que ni siquiera diera la cara para reconocer la derrota.
Así entonces, el kirchnerismo no pudo lograr su cometido e instalar su frase célebre: “El candidato es el proyecto”, eufemismo que servía también para tapar que su candidato sea el controvertido Scioli, con raíces menemistas (al igual que Macri y Massa). En cambio, hubo otro slogan mucho más efectivo pero que nadie dijo: “El candidato es el descontento”.
Descontento hacia lo que se instaló del kirchnerismo místicamente. Porque hay que ser sinceros: las falencias del kirchnerismo son las mismas que las del macrismo en la Ciudad de Buenos Aires. Estamos hablando de pobreza, corrupción, desidia estatal, amiguismo económico y político, represión. Lo mismo si Massa hubiera salido segundo en vez de Macri. Entonces, ¿de qué cambio hablamos?
Las falencias del kirchnerismo son las mismas que las del macrismo en la Ciudad de Buenos Aires. Estamos hablando de pobreza, corrupción, desidia estatal, amiguismo económico y político, represión.
De ninguno, pero la figura que envuelve al kirchnerismo es tan fuerte que su quietud y su falta de respuesta no pudo dar vuelta los guarismos. Además, tras doce años de poder, el Frente para la Victoria no pudo armar un candidato que escapara de Scioli, lo cual también resultó siéndole más que costoso. El triunfo de Cambiemos es la derrota del kirchnerismo por sus propios errores. Y esa quietud le terminó costando nada más y nada menos el terreno más preciado: la Provincia de Buenos Aires.
Argentina encarará el próximo 22 de noviembre el primer balotaje de su historia entre dos candidatos que muestran más similitudes que diferencias. Sin embargo, Macri parece encarnar más que nadie todo lo que se quería echar del país hace apenas 14 años atrás, durante la crisis del 2001. Del “que se vayan todos” pasamos a elegirlos con un 44%, como es el caso de Patricia Bullrich, electa diputada nacional. Ironía histórica.
Sin lugar a dudas, el candidato del balotaje va a ser más que nunca el descontento.