Noche de domingo. En un momento de relax, me encuentro atrapada mirando la caja boba. Del otro lado, Jorge Lanata arrancando su tercera temporada de “Periodismo para todos”. En las siguientes líneas se hará referencia al comienzo del programa, cuando el conductor se dirige por los pasillos del canal con una cámara subjetiva de su vista y se va cruzando con diferentes personajes del ciclo, como la Presidente Cristina Kirchner, el Papa Francisco, Máximo Kirchner, entre otros. Hasta que finalmente llega a un escenario, en el que se instala frente al público y su micrófono de pie, y arranca su monólogo, que se ve constantemente interrumpido por distintas apariciones o sketchs que intentan ser humorísticos.
No entendí a qué se debe tanto mal gusto. Lo que apuesta a ser humor político simplemente se limita a realizar imitaciones que no causan gracia. Es un recurso quemado, que tuvo una buena retribución en su momento, pero hoy en día hay que innovar. Ridiculizan intentando tomar el género absurdo como eje para poner en evidencia las falencias de la clase política argentina. Todo esto no tiene ningún sustento sólido. El alto presupuesto que tiene el programa, se materializa en trajes y máscaras para los personajes, escenografía y efectos, pero la escasez de creatividad hace que los mismos transiten la mediocridad llegando a lo patético. Es así como pierde credibilidad el mensaje.
Falta contenido, más producción para crear sátira y un público que realmente demuestre su conformidad con lo que está viendo y no risas forzadas. Esta sección del programa intenta recuperar recursos de otros ciclos televisivos, pero no consigue su cometido. Generando así en el televidente un sentimiento de indignación ante lo que esta viendo.
Hablan de “La Grieta”. Con este tipo de emisiones se logra seguir agrandando el odio. Creo que este tipo de mensajes son los que remarcan los enfrentamientos y agravan los resentimientos. Hay que separar los informes con sus respectivas investigaciones de este primer bloque del programa que nada tiene que ver con eso. El humor político implica compromiso y responsabilidad, ya que toca aspectos de la realidad sociales, políticos y económicos que a todos nos competen. Es por esto que debe hacerse con respeto y usarse como una herramienta crítica y no como un insulto.