Hace poco más de un mes, Juan Ignacio Eguía e Ignacio Romero, “los Nachos”, presentaron su primer disco como dúo. Con sus trece canciones, Al cruce recorre una variedad de ritmos que permiten “viajar por los distintos colores de nuestra tierra” y salir al encuentro de guitarras que vienen uniendo los caminos de estos dos músicos desde hace doce años. Entre los rasgueos, se asoma un trabajo que aún tiene muchos proyectos por planear.
— ¿Cómo surgió su interés por la música y particularmente por la guitarra?
R: — En mi caso, fue de adolescente. Me gustaba escuchar rock, pero sin entender nada de lo que pasaba musicalmente. Después, me regalaron una guitarra, empecé a estudiar y a tomar clases particulares. Cuando terminé el secundario, en ese momento en el que supuestamente uno elige que es lo que va a hacer por el resto de su vida, entré al conservatorio Manuel de Falla. Primero ingresé a la carrera de Música Clásica y después a la de Tango y Folclore. En forma paralela al estudio más formal, toqué en distintos grupos que también sumaron a mi aprendizaje. El gusto musical siempre es algo cambiante. La música clásica no era lo que más me gustaba, sino lo que encontré en un principio para estudiar. Fue tiempo después que me empezó a interesar el folclore, con el que me quedé hasta ahora.
E: — Mi interés surgió a los 12 o 13 años. A una prima le regalaron una guitarra para navidad y quise tocarla y practicar temas de rock que yo ya venía escuchando y que en ese momento me entusiasmaban. Entonces empecé a tomar clases y así fue como todos mis años de secundaria estuvieron entregados a la guitarra, a toda su música. Cuando escuchaba algún tema en guitarra, me gustaba conocerlo, aprenderlo. Después, con el tiempo uno va dándose cuenta del género que le gusta más.
— ¿Cómo fue que llegaron a conformar un dúo?
R: — Nos conocimos inicialmente en la orquesta “El Guitarrazo”, una escuela que abarca un grupo muy grande de personas. Cuando entramos al conservatorio Manuel de Falla para estudiar la carrera de Tango y Folclore, compartimos materias y empezamos a ser compañeros, amigos. A partir de eso, comenzamos a tocar con dos chicas en el grupo Trina la Diuca hace casi diez años. Con el tiempo, después de preparar algunos temas en el conservatorio, se fue armando el proyecto del dúo. Cuando ya teníamos un par de composiciones que de a poco se fueron incorporando al repertorio, la presentación que hicimos en “Guitarras del Mundo” nos incentivó un poco más.
— ¿Qué es “Guitarras del Mundo”?
E: — Es un festival que se hace todos los años en muchas ciudades distintas de Argentina. Siempre participan muy buenos guitarristas, por eso no sólo es lindo para ir a ver, sino que también es un lugar en el que se quiere estar cuando se estudia una carrera como la nuestra. Un año nos invitaron como dúo para tocar y eso nos motivó a seguir adelante con nuestro proyecto.
— ¿Cómo surgió la invitación?
E: — Uno de nuestros profesores, Juan Falú, guitarrista de importante trayectoria y gestión en estos festivales, es el organizador. Un día, en una de sus materias y un poco por accidente porque uno de sus guitarristas no había podido asistir, nos preguntó si queríamos tocar unos temas en el evento. Así fue como formamos parte del festival y al año siguiente nos volvió a invitar, ya más formalmente.
— Mencionaron haberse conocido en “El Guitarrazo”, ¿de qué se trata?
R: — Es un proyecto que tiene ya doce años. Empezó a partir de una propuesta de Juan Falú de juntar guitarristas para un acto que se iba a hacer en Plaza de Mayo. Al final el evento no se realizó, pero quedaron las ganas de todas esas personas de tocar juntas, de hacer algo grande con guitarras. Entonces se empezó a ensayar. En un principio, comenzó dirigiendo Roberto Calvo, guitarrista y profesor nuestro durante mucho tiempo. Después, Juan Falú se separó del proyecto y quedó Roberto al frente de un grupo que siempre varió entre 20 y 30 personas, a veces incluso 40. Después, Roberto también se fue y a partir del 2008 quedamos a cargo del proyecto junto con Lucas Bragán y Daniel Schnek. La propuesta está abierta a todo el que se quiera sumar a tocar la guitarra, desde música folclórica hasta tango, y con arreglos que permiten participar a gente que estudia música, pero también a todos aquellos que tocan de oído, para quienes la guitarra es su pasatiempo o su hobby.
E: — Por eso es que El Guitarrazo tiene dos espacios. La orquesta con arreglos más difíciles que funciona los viernes en la Estación de los Deseos, en Bacay 1608 y en la que participan 40 personas; y los martes, la escuela que es para aprender los ritmos, que cuenta actualmente con 25 integrantes. La idea es difundir un poco la música, porque mucha gente se acerca con ganas de tocar folclore por primera vez. Es un espacio para enseñar los rasgueos que caracterizan a cada estilo, un lugar de aprendizaje para compartir y conocer la guitarra.
— ¿Cómo fue el momento en el que decidieron comenzar a preparar Al cruce?
R: — No sé si hubo un momento puntual, pero a medida que compusimos más temas, empezó a surgir la posibilidad de poner todo ese material en un disco. Con esa idea, invitamos gente que queríamos que participara, hicimos algunos arreglos, por ejemplo uno para un cuarteto de guitarras o un tema con piano, que los pensamos especialmente para el proyecto. Con todo eso, más algunas composiciones que pensamos en dúo, decidimos grabar cuando hubo reunidos una cierta cantidad de temas, unidos por una cierta coherencia.
E: — Esa decisión fue tomada hace por lo menos dos años y medio y el disco salió recién hace casi tres meses. Hubo que agregar temas, grabar, editar. Es un proceso largo para pensar y producir, sobre todo al ser músicos independientes, porque todo depende de uno.
— ¿Qué parámetros utilizaron de elemento de unión entre los temas para lograr esa coherencia que mencionaron?
R: — Más que una idea previa, es algo que se decide en el camino. En este caso, pusimos el acento en nuestros arreglos. El disco tiene además mucha música de distintas regiones, del norte, noreste, noroeste, entre muchas otras. Es variado y eso le dio forma y una estética particular.
E: — Es un disco que recorre las músicas de distintas partes del país. En el momento de repasar el repertorio final decidimos agregar un tango, una zamba e invitar a gente que queríamos que formara parte y así fue como fuimos definiendo el proyecto final. El resultado nos terminó gustando mucho.
— ¿Y por qué se llama Al cruce?
E: — Es un conjunto de todo. Cruce de las dos guitarras y de los géneros musicales que atraviesan el disco como el folclore y el tango. Pero no es sólo eso. También hace referencia al camino compartido con los amigos y del cual surgió el proyecto final; a las ganas de salir al cruce y de encontrarse para compartir la música.
— ¿Cómo están viviendo el proceso de haber sacado su primer disco como dúo?
E: — Ya habíamos realizado otros discos antes, pero con grupos más grandes, lo cual implica repartir más las decisiones. En este caso, todo el proceso se sintió aún más fuerte porque fuimos nosotros dos.
R: — No es sólo la parte musical, sino decisiones que van desde repartir discos en los medios, hasta conseguir fechas para tocar y coordinar ensayos. Estamos contentos con el resultado, pero es un trabajo que tiene momentos más bravos que otros.
E: — Grabar es una experiencia muy buena, define una etapa. Para el músico o para el proyecto, el disco es una presentación muy fuerte ya que se recibe al grupo con más peso. Marca un crecimiento que nosotros sentimos como dúo y le brinda otra proyección a la música a partir de que se comente en las radios y en múltiples espacios.
— ¿Hay algo particular que busquen transmitir al público con la música que componen?
E: — Toda la música que hacemos busca transmitir algo que a nosotros nos ha emocionado desde el instrumento. En el momento de componer, hay algo que para nosotros es muy sensible y que implica una búsqueda interior profunda para lograr que los resultados sean lo más sincero y fieles a lo que uno es y a lo que somos como dúo. Entre los dos sabemos lo que nos gusta y qué tipo de arreglo queremos en una canción.
En el caso de los destinatarios, a veces uno siente que el público que más lo va a apreciar es guitarrista. Después se amplía a otros músicos y luego uno se encuentra con personas que quizás no entienden tanto como un guitarrista sí lo haría, pero a quienes los temas les emocionan o les gustan y a lo mejor nunca habían escuchado el tipo de música que tocamos, porque le interesan otros géneros.
R: — Una vez que se arma la composición o se interpreta, queda en el otro lo que le pasa. Por más de que uno piense que con ciertos temas se van a lograr determinados efectos, todo tiene resultados diversos según quien lo escuche. Nos pasó con “Zamba de los mineros”. Dudamos de ponerla en el disco, pero muchas personas nos comentaron que el tema les había encantado. Siempre pasan cosas que están fuera de nuestro alcance. Es algo que va más allá de si uno entiende música o no. El arte en general no es sólo para entendidos, sino que es para todos, más allá de la cuestión de conocer el estilo, la guitarra o la música.
— ¿Cómo es el proceso de composición de un tema?
E: — Componemos por separado y después nos mostramos el resultado. Una vez que aceptamos el tema, lo arreglamos a dos guitarras. A veces, con sólo jugar o improvisar, se forma una idea que se sigue y se desarrolla hasta completar un estilo. Por lo menos a mí me pasa así, pero hay muchas formas distintas de componer.
R: — También depende de las sensaciones que generen los temas. Algunos logran arrimarnos a ciertas músicas. Si a la hora de componer resulta algo muy nostálgico, se puede terminar formando una zamba. Si en cambio sale algo más pícaro, se puede hacer un gato. Los géneros folclóricos brindan estilos que implican un repertorio de recursos que ayudan a resolver muchas cuestiones en la composición.
El momento de componer implica una búsqueda interior profunda para lograr que los resultados sean lo más sincero y fieles a lo que uno es y a lo que somos como dúo.
–—¿Quiénes participaron en el disco?
E: — Hay varios invitados. Juan Falú en guitarra, Juan Ignacio Sicardi en piano, las chicas de Trina la Diuca, Dolores Usandivaras y Laura De Iudicibus en la voz, Mariana Mariñelarena, percusionista, que aportó el bombo iegüero en uno de los temas. De “El Guitarrazo”, Lucas Bragán y Daniel Schnek en un tema de cuatro guitarras. Todos le dan al disco varios colores.
— Eso me recuerda al diseño de la tapa. ¿Cómo surgió la idea de utilizar la pintura?
R: — La pintura la hizo mi papá que es artista plástico. Desde que nací, lo veo pintando y conozco su obra. Eso también fue otra cuestión, elegir una imagen que acompañe la música y que al ver la tapa permita imaginar algo que tenga alguna relación con lo que se va a escuchar. El cuadro, que está fotografiado en la tapa, ganó el Primer Premio en un concurso organizado por la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos y ahora está en exposición.
— ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
E: — Estamos pensando en fechas para tocar más adelante y seguir así presentando el disco. Se vienen algunos eventos en agosto. También empezamos un tema nuevo que se suma a otro que ya hicimos y que no está en el disco. Nuestra idea es que el repertorio continúe creciendo.
R: — Es importante difundir el material. A veces hay muchos proyectos con música muy buena que andan dando vueltas, pero que después quedan reducidos a un público muy acotado.
(Foto de portada: Romina Bianchi)
«Los Nachos» estarán tocando el viernes 7 de agosto en Río Cuarto, Córdoba, en el Festival de la Semana de la Música, organizado por el Instituto de Artes Folclóricas Hermanos Ábalos. También los pueden escuchar el 22 de agosto en Tango y Truco.
Para conocer más:
https://eguia-romero.bandcamp.com/
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Mail: eguia.romero@gmail.com