Crisis, recorte, el sí o el no. Mucho se viene hablando de Grecia en los grandes medios de comunicación del mundo, de los que no quedan exentos los argentinos, pero al mismo tiempo muy poco se ha explicado. A continuación un análisis sobre qué es lo que pasa en la nación europea, el origen de su crisis, los impactos regionales por su pertenencia a la Unión Europea y el temor político que genera a los líderes más afianzados al neoliberalismo. Por ejemplo, hace poco nos enteramos que el pueblo de Grecia dijo en una votación “no”, pero… ¿No a qué?
EL ORIGEN DE LA CRISIS
Durante muchos años, incluso antes de adoptar el Euro como moneda, el país griego estuvo gastando más dinero del que realmente producía. ¿Cómo se mantenía entonces? A base de préstamos. El estado Griego cuenta con una deuda que no está en condiciones de pagar que asciende a los 320.000 millones de euros. En dólares, sería aproximadamente una cifra que llega a los 358.000 millones. El problema empezó cuando la crisis financiera global determinó que el crédito se recorte, para todos. Grecia fue rotundamente perjudicada por esta limitación, ya que su economía (en déficit) seguía en pie debido al endeudamiento del Estado, que cada vez necesitaba más activos para financiarse . Sí, cualquier similitud con la realidad de Argentina en el período que va desde 1976 hasta 2001, no es pura coincidencia.
Con este nuevo marco, fue cuando intervino la Unión Europea (UE) en el país exigiendo que Grecia tome medidas de austeridad recortando gastos, declarando que el objeto de dicho recorte era que temían que los griegos dejen de pagar sus obligaciones entrando en default (es decir: que entre en cesación de pagos). Con el supuesto objetivo de ayudar a la nación en crisis, la UE viene aprobando desde 2010 sucesivos paquetes de ayuda financiera para que Grecia cumpla sus compromisos con sus acreedores privados (y se endeude así cada vez más: un plan de salvataje bajo la lógica de “ sacar las papas del fuego”). Pero toda esta ayuda no es gratuita ni simplemente tiene el objetivo de dar una mano para bajar el agua que está tapando al país.
EXIGENCIAS: MÁS RECORTE. LO QUE NO ESPERABAN: EL PUEBLO DICE NO.
Como condición para facilitar los salvavidas que la UE le arrojó a Grecia en los últimos tiempos, (sí, así funcionan los mercados-estados. ¿Solidaridad? Ni por casualidad), le exigieron una serie de ajustes que incluyeron tremendos recortes al sistema de pensiones, reformas al mercado laboral, recortes salvajes al gasto público y mayor cobro de impuestos. En otras palabras: achicar el gasto público. En este punto es cuando hace evidente que la deuda que el Estado contrae para pagarle a los grandes monstruos proveedores de dinero, termina sufriéndolo un pueblo que nunca solicitó ningún préstamo, de ningún tipo.
El gobierno griego que está en el poder desde enero de este año, con tendencia de izquierda, vino con un plan anti-austeridad debajo del brazo, motivo, entre otros, por el cual ganó las elecciones. Los representantes del gobierno han intentado renegociar los pagos de las deudas contraídas por el estado griego para tratar de conseguir otro rescate con un nuevo paquete cargado de euros.
La pregunta a la que apuntó el referéndum griego tenía que ver con aceptar o no más medidas de reajuste para poder acceder a nuevos créditos. Y el pueblo de Grecia dijo no por una diferencia amplia: ganó por el 61,3% de los votos. Ahora con ellos tendrá que lidiar el gobierno y la Unión Europea, siendo que este último ha manifestado cínicamente que lamenta el resultado “debido a que las reformas son inevitables y el resultado será muy triste para el futuro griego”.
Si las reformas (el eufemismo de “ajuste”) son “inevitables”, ¿para qué se hizo la consulta, entonces? Tsipras, el presidente Griego, pensó en que el resultado le daría fuerza para negociar, ya que sabe que el bloque tiene interés en no dejar el precedente de Grecia saliendo del euro. ¿Le funcionará esa estrategia?
POSIBLES CONSECUENCIAS
El “no” de los griegos, deja en descubierto la pregunta de si Grecia deberá abandonar la Unión Europea y al euro. La salida sería el “grexit”, la moneda propia del país, y que ¿casualmente? posee el lindo juego de palabras que se forma entre “Greece” y “Exit”. En torno a esta posibilidad se plantean una serie de cuestionamientos, dado que no hay ninguna ley que dice que un país en default pueda o no pertenecer a la UE (Grecia sería el primero). En la práctica, el país solo se vería obligado a hacerlo para salvar su sistema financiero. La realidad es que nadie sabe, ni siquiera los grandes expertos en materia económica, muy bien qué es lo que pasaría si finalmente se adopta la nueva moneda.
MOTIVACIONES DE LA EUROZONA
La UE ha estado intentando aislarse de los problemas griegos y de la posible salida acompañada con la adopción del Grexit. Muchos dicen que sería difícil predecir cómo se comportarán los mercados financieros en caso de que el escenario se haga realidad. Posiblemente los compradores de deuda de las naciones del bloque comiencen a pedir intereses mayores debido a los riesgos que quedan planteados a partir de la salida de Grecia del club, lo que traería mayor inestabilidad a los países miembros. Por otro lado, el problema para los más interesados en mantener a flote a la Unión, cuya base de existencia es el interés por poseer una moneda en común, pasa por una posibilidad de “contagio” a otros estados si se muestra el Grexit como una posible solución a la crisis. Es por esto, que muchos apuntan a que la real pregunta del referéndum fue si los ciudadanos querían seguir formando parte del euro o no. La voluntad de la Unión Europeam entonces, pasaría por que otros países no tomen el caso griego como ejemplo.
NO: ¿Y AHORA QUÉ?
Después del resultado, se dieron nuevas negociaciones de programas de ayuda. El acuerdo entre el país heleno y el resto de la UE es una incógnita, debido a que como ya explicamos, a cambio del salvavidas a la nación, el bloque pide ajuste. Tsipras, con el apoyo de su pueblo en más del 60%, responde que no en primera instancia, pero La Unión Europea, tratando de evocar la misma firmeza que en los últimos tiempos de negociaciones, insiste en evitar dar un mensaje “equivocado” al resto de los países.
Con este panorama, si se firma un nuevo acuerdo, Grecia no tendrá más que ajustarse. La firmeza del gobierno de Grecia a lo sumo podrá negociar alguna parte, pero el recorte será una realidad. El pueblo de Grecia pagará las consecuencias y la pobreza seguirá subiendo, ante una ciudadanía incapaz de afrontar sus impuestos y de conseguir empleo. Desde nuestro lugar y habiendo pasado la crisis Argentina de 2001 podemos pensar cuál es la mejor solución al plantearse las siguientes dicotomías: el pueblo o los empresarios, pertenecer o no pertenecer. Ser o no ser, una vez más, esa es la cuestión.