¿Cómo encarar la previa a un viaje? ¿Cómo responder a las demandas de información precisa en medio de la incertidumbre? ¿Cómo se envuelve el ánimo para soportar las horas de vuelo y, sobre todo, la distancia? Es sabido que las mejores preguntas son las que no tienen respuestas.
Las semanas anteriores de un viaje extenso pueden ser abrumadoras. Pero no únicamente por los preparativos previos, sino también por el repentino interés de los demás sobre la vida de uno: ¿y ya tenés todo listo? ¿Con el trabajo cómo vas a hacer? ¿Estás estudiando el idioma? Todas preguntas cuyas respuestas es probable que se olviden al día siguiente y, entonces, en el próximo encuentro haya que repetir el mismo ejercicio: ¿y ya tenés todo listo? ¿Con el trabajo cómo…
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Más allá de embalar cajas o armar valijas, la preocupación formal más inquietante es la vinculada a la ansiedad: ¿cómo preparar todo sin que desborde en cualquier momento? Después de todo, son los momentos en los que uno no es de aquí ni es de allá, como cantaba Facundo Cabral. Al mismo tiempo que se cierra una casa y también una etapa, se empiezan a sacar los postigones de ese otro lugar que todavía no se conocen. La doble vida de una persona al volante: la del espejo retrovisor y la del parabrisas.
Al mismo tiempo que se cierra una casa y también una etapa, se empiezan a sacar los postigones de ese otro lugar que todavía no se conocen. La doble vida de una persona al volante: la del espejo retrovisor y la del parabrisas.
«Mis sentimientos rodean/ la cintura del mundo/ como dos largas manos/ cuyos dedos se rozan./ O como un elástico/ demasiado tensado/ que de pronto se corta», escribió Estela Figueroa en el poema «Sentimental».Una excelente definición para el largo pre-embarque que se vive antes de viajar: al mismo tiempo que se estiran las yemas de los dedos para abarcarlo todo, un látigo elástico puede romperse y embestir en medio de la cara.
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Como el obsesivo que revisa varias veces que las puertas y canillas queden bien cerradas, antes de irse por un tiempo es necesario asegurarse que el ánimo quedó embalado de una manera que soporte las horas de vuelo y, sobre todo, la distancia. Ya lo dijo Nino Bravo en la canción que a partir de este párrafo es probable que siga sonando durante todo el día: es ligero equipaje para tan largo viaje. Pero es el equipaje más importante.
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Esas preguntas que se repiten igual que los títulos en los canales de noticias no suelen apuntar para ese lado: las respuestas pueden ser largas, confusas, contradictorias, inconducentes. ¿Existe tiempo para nadar en el estanque de la imaginación hasta llegar al puerto del deseo como propone Mary Oliver en sus poemas? Probablemente no, o al menos nadie quiere hacerse cargo del resfrío posterior al chapuzón emocional.
La aduana de la nostalgia es la más difícil de pasar porque es imposible tener los papeles al día. El ánimo, rodeado de burbujas de aire para no romperse, se agrieta igual, pero resiste.
Así las cosas: la cinta de scotch sigue envolviendo cajas, se pega en los dedos y en todo lo demás también. La aduana de la nostalgia es la más difícil de pasar porque es imposible tener los papeles al día. El ánimo, rodeado de burbujas de aire para no romperse, se agrieta igual, pero resiste. Los interrogantes ajenos y propios dan vueltas sin encontrar una respuesta satisfactoria: una muestra gratis de lo que es la vida.
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