La ópera prima de Arelis Uribe, Quiltras (Los libros de la mujer rota 2016) es un libro de siete cuentos breves, narrados en primera persona, que plantea una propuesta estética donde se escribe como se habla. Una obra eficaz en su búsqueda de contar: todos sus cuentos son protagonizados por mujeres que viven y sienten en carne propia la injusticia, el dolor, la angustia, la soledad, el amor, el sexo, las ganas de experimentar y sobre todo de vivir, dejando entrever también una feroz crítica a las desigualdades que se viven en Chile.
Por Ernesto Martínez Ponce
Sobre la autora
Arelis Uribe es periodista, escritora y columnista en distintos medios. Quiltras fue su primer libro de cuentos editado en 2016 por la editorial Los libros de la mujer rota, por el cual recibió el premio otorgado por el Ministerio de Cultura de Chile al mejor libro de cuentos del año 2016. Un año después en 2017 publicó Que explote todo por la misma editorial y en el 2021 Las heridas (Emecé).
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Habitar las periferias
“Yo no hablo inglés, no vivo en un barrio burgués”, con este epígrafe de la canción “Mi amor no se compra” de la banda chilena Supernova, empieza el primer libro de cuentos de Arelis Uribe: Quiltras (Los libros de la mujer rota 2016).
Como remarca su autora, es un libro cuyo título es en plural y en femenino, rompiendo con la forma habitual de pluralizar y titular en masculino. En Chile «quiltras» se les dice a las perras callejeras, abandonadas, mestizas, sin refugio ni casa. Perras que caminan buscando algo que todavía no encontraron, pero que tal vez saben que va a llegar.
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“La gente tiende a ordenarse con los de su tipo, en una segregación voluntaria, como el reciclaje o las donaciones de sangre”, sentencia la escritora en el segundo cuento del libro titulado “Ciudad desconocida”. Entonces Uribe nos propone recorrer otras geografías de Chile, otros lugares, otros barrios que no aparecen en los mapas literarios habituales. Quiltras se sitúa y nos describe historias transcurridas en la periferia de Santiago donde anidan las clases medias y bajas, que muestran otra realidad, no la de los cuicos (referencia a personas de clase alta) de la Gran Avenida. Leer a Uribe es ver reflejado lo mejor de Lemebel, marginal, provocadora e irreverente, intentando mostrar, y lo hace de manera magistral, otras dimensiones de Chile.
Uribe nos propone recorrer otras geografías de Chile, otros lugares, otros barrios que no aparecen en los mapas literarios habituales. Quiltras se sitúa y nos describe historias transcurridas en la periferia de Santiago donde anidan las clases medias y bajas
Su ópera prima describe de manera precisa y perspicaz. Rápidamente uno se adentra en los aromas, paisajes, contextos y sensaciones que narra y que pueden ser percibidos de manera vívida. Entonces una de las protagonistas nos dirá “porque son paisajes, igual que los vagos o las palomas, que nadie mira cuando duermen en la calle y nadie echa de menos cuando los autos las aplastan”. Pero ahí están, invisibilizados pero latentes, siendo parte de la vida cotidiana. Paisajes con mujeres insurgentes, listas para alzar la voz, para que miremos en esos lugares donde nadie quiere ver.
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Quiltras, de Arelis Uribe. Foto: www.zancada.com/
Es un libro que péndula entre la adolescencia y la adultez en un viaje generacional, donde muestra de una manera marcada el machismo, la violencia y el desamparo, “mi única arma de defensa es arrugar la frente, caminar rápido y esperar que no pase nada malo de aquí a mi casa”. Quiltras incomoda pero a su vez se rebela contra eso y utiliza a la literatura como motor.
Uribe hace una radiografía literaria de esas marcas que inician y permanecen desde las infancias y que perduran en la adultez, marcas económicas, sociales y de género.
Podría considerarse que es un libro escrito desde los márgenes, pero describir la periferia chilena no necesariamente es escribir desde los márgenes. Para ello primero es necesario definir cuál es el margen y cual el centro. Y Uribe viene a romper con lo establecido, poniendo en el “centro” de la escena otros contextos, otras vidas y otras subjetividades, haciendo un análisis de las clases sociales, de las fronteras invisibles y las que no lo son tanto, que siempre estuvieron y siguen estando en el país. Hace una radiografía literaria de esas marcas que inician y permanecen desde las infancias y que perduran en la adultez, marcas económicas, sociales y de género.
La autora chilena escribe con sensibilidad pero también con lucidez poniéndole voz a mujeres pobres, niñas humildes, adolescentes bisexuales, todas de barrios populares, que existen aunque muchos las ignoren. Es un libro de cuentos cortos y también es un libro político con mucha fuerza, de esos que no se olvidan fácilmente.
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