El motivo, de Mercedes Romero Russo: el humor entre la tragedia y la farsa

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En El motivo (Ediciones B, 2022) se puede ver una radiografía de lo que es la vida en el país en las últimas décadas: estrategias para sorbevivir sobre las ruinas de un pasado aparentamente ostentoso. Con humor y tenacidad, Mercedes Romero Russo se mueve entre la incomodidad y la dulzura del afecto para acercar una novela multifacética a los lectores. 



«Algunos meses después de aquella charla, pude recordar una a una las palabras que le había dicho a Lisandro. Y es que las métricas hablan, dicen mucho de uno, pero no amenazan«, se lee cerca del principio de El motivo, marcando el tono de lo que va a ser el resto del libro. Hay algo hipnótico en el ritmo, así como también en el costumbrismo controlado que se elige para contar algo que de tan cercano muchas veces no lo podemos apreciar.

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El lector se adentra en la historia de una trabajadora de un call center que se mueve entre el entusiasmo y apatía digna del siglo XXI. Detrás de ella, el fantasma de un salón de fiestas abandonado que también era la casa de sus abuelos hasta su fallecimiento. Con el correr del tiempo, esa mansión del conurbano quedó reducida a ruinas, un esqueleto que en vez de recordar a un cuerpo hace referencias a los sentimientos que lo habitaron.

Hay algo hipnótico en el ritmo de El motivo, así como también en el costumbrismo controlado que se elige para contar algo que de tan cercano muchas veces no lo podemos apreciar.

Para contar esta historia, Mercedes Romero Russo no elige la solemnidad ni la tristeza, sino que se nutre de un humor que, como señala Camila Fabbri en la contratapa, se parece al de «una capocómica elegante y exquisita«. ¿Qué otra estrategia se puede tomar ante una realidad que se repite primero como tragedia y después como farsa -tal y como sentencia la doctrina marxista- en una Argentina que se desenvuelve en el siglo XXI entre la euforia descontrolada y la apatía total.

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Ahora bien, la ironía siempre es un arma de doble filo. David Foster Wallace es quizás el que mejor supo advertir sobre ese riesgo a finales del siglo pasado y el comienzo de este: «El sarcasmo, la parodia, el absurdo y la ironía son formas geniales de quitarle la máscara a las cosas para mostrar la realidad desagradable que hay tras ellas. El problema es que una vez desacreditadas las reglas del arte, y una vez que las realidades desagradables que la ironía diagnostica son reveladas y diagnosticada, ¿qué hacemos entonces?«, señalaba al respecto.

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Romero Russo en El motivo evita la trampa de la ironía y logra crear personajes complejos, con sus fisuras y sus planicies, con el costado luminoso y oscuro que se puede encontrar en cualquier persona tridimensional. En ese sentido, los distintos protagonistas tienen espacio para la redención, para el desarrollo de posturas que escapan al recurso fácil del humor por el humor mismo. 

Romero Russo en El motivo evita la trampa de la ironía y logra crear personajes complejos, con sus fisuras y sus planicies, con el costado luminoso y oscuro que se puede encontrar en cualquier persona tridimensional

La primera novela de esta autora es, en definitiva, la confirmación de una propuesta estética: divertirse sin perder de vista el trasnfondo que tiene toda búsqueda estética. Ese uso de recursos cómicos medidos traen un aire lejano a los poemas del chileno Claudio Bertoni, quien supo escribir: «se sientan/ en los asientos de atrás/ como si fueran diosas/ y apenas son hijas/ del huevón que va manejando». En El motivo, Mercedes Romero Russo escribe: «Un hombre con una tarjeta colgada en el cuello va a compadecerse de mí. Dios santo. Este trabajo es una anécdota de mierda constante. No vengo por la plata, vengo para carme de risa en el futuro». Bueno, como decía Patricio Rey y sus redonditos de ricota, el futuro ya llegó. Y es una farsa. 

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