Charly García y el amor: no puedes ser feliz con tanta gente hablando a tu alrededor

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Hoy Charly García cumple 70 años y desde La Primera Piedra ofrecemos esta nueva edición del newsletter de Gustavo Yuste y Tamara Grosso, «Un sinónimo para la palabra amor», para que todxs puedan leerla. ¿Cómo el músico influyó en la educación sentimental de una sociedad? ¿Qué se puede extraer de sus canciones a la hora de repensar todo lo vinculado al afecto?



Cada sábado, Tamara Grosso y Gustavo Yuste se intercambian cartas en donde reflexionan acerca de la necesidad de inventar una palabra que reemplace o sirva de sinónimo para el término «amor». Este newsletter que ya lleva más de 50 ediciones, se mete en los detalles de un vínculo que lejos de querer definirse, abre nuevas preguntas. Si querés suscribirte y recibirlo todos los sábados, además de leer las ediciones anteriores, podés hacerlo acá.

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Hola Tami, hola todes

Esta no es una carta más. O sí. En realidad no sé si tiene sentido empezar algo pensando en su excepcionalidad. ¿No es eso una forma de sobrecargar expectativas? ¿O estoy pensando esto desde los resabios de mi ansiedad? Puede que simplemente esté buscando direcciones en libros para cocinar, mezclando el dulce con la sal, como cantó Charly García en “Superhéroes”.

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Bueno, lo que quería decir: hoy Charly cumple 70 años y hay una serie de festejos en todo el país. Incluso desde que empezó octubre que hay homenajes, especiales, una tendencia a estar viviendo en el pasado y en el presente, mientras que García nos sigue esperando en el futuro. Como sabés, no me suelo acordar mucho los cumpleaños de nadie, no les doy demasiada importancia (tampoco al mío, claro), pero el de Charly lo tengo en la memoria por una razón particular: es exactamente una semana antes que el cumpleaños de mi viejo.

hoy Charly cumple 70 años y hay una serie de festejos en todo el país. Incluso desde que empezó octubre que hay homenajes, especiales, una tendencia a estar viviendo en el pasado y en el presente, mientras que García nos sigue esperando en el futuro

Mi papá ya cargaba con la presión de cumplir años el mismo día que Maradona, así que la sumatoria de Charly generaba que la semana previa al aniversario de su nacimiento estuviera llena de ruido en los medios de comunicación. Y, por supuesto, ya lo cantó él: “No puedes ser feliz con tanta gente hablando hablando a tu alrededor”.

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Los cumpleaños de mi papá pasaban envueltos en esos dos grandes temas de conversación: Maradona y Charly. Algo de eso heredé: la enorme facilidad para quedar a las sombras de lo invasivo. Y algo de eso estoy queriendo cambiar: la posibilidad de tomar las riendas de mi propio relato, de crear mi propia historia. Algo como lo que hizo Charly cuando descubrió a los Beatles y dejó atrás todo lo que se esperaba de él para crear su futuro.

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Vicente Luy solía decir que su primer acercamiento a la poesía fue con Charly y con Spinetta. Y que, pasado el tiempo, seguían siendo sus poetas favoritos. Yo no creo que las canciones sean estrictamente poemas, pero sí sé que el primer acercamiento que tuve a la belleza y a la profundidad fue con García también. Además, me llevé mi primera lección respecto a mi lugar en el mundo: “No pienses que estoy solo, estoy comunicado con todo lo demás”.

Los cumpleaños de mi papá pasaban envueltos en esos dos grandes temas de conversación: Maradona y Charly. Algo de eso heredé: la enorme facilidad para quedar a las sombras de lo invasivo. Y algo de eso estoy queriendo cambiar: la posibilidad de tomar las riendas de mi propio relato

¿Qué tiene que ver todo esto con el amor? Todo. Charly es parte de la educación sentimental de distintas generaciones, que encontraron en sus canciones un refugio en el cual resguardarse de eso que llaman normalidad. La costumbre, bajo su manto de calidez, puede esconder la amenaza de la quietud. O como nos hizo descubrir Charly: la anhedonia.

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Y creo que en eso estamos ahora, recuperando el ritmo de una vida puesta en pausa durante bastante tiempo por la pandemia. En algún sentido, esos primeros meses de confinamiento se parecieron a la anhedonia, a la incapacidad de sentir placer, a lo imposible de cualquier proyección. Pero ahora llegó la primera y  “será porque nos queremos sentir bien, que ahora estamos bailando entre la gente. Será porque nos queremos sentir bien, que ahora todo suena diferente”.

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En esta búsqueda por palabras que transmitan las distintas sensaciones que se suelen resumir bajo el significante “amor”, García nos dio material de sobra para echar mano de ahí. Y si hay algo que creo que es indudable, es que a muchos nos hizo desconfiar de la rutina, de las puntas redondeadas de la conformidad, al falso brillo de lo común. Nada de lo que intento ser sería posible sin ese lugar central de Charly en el inconsciente colectivo.

En algún sentido, esos primeros meses de confinamiento se parecieron a la anhedonia, a la incapacidad de sentir placer, a lo imposible de cualquier proyección. Pero ahora llegó la primera y  “será porque nos queremos sentir bien, que ahora estamos bailando entre la gente».

En la canción que lleva, justamente, ese nombre, ya nos dice: “Pero a la vez existe un transformador que se consume lo mejor que tenés. Te tira atrás, te pide más y más, y llega a un punto en que no querés”. También nos alentó a que nos gusten los raros peinados nuevos y que si sentimos que estamos trabajando al pedo y estamos haciendo algo nuevo, adelante. ¿Cómo eso no va a estar vinculado con la forma de pensar al amor desde un punto de vista nuevo?

“Estás harto de ver los diarios, estás harto de los horarios, estás harto de estar en tu lugar, ya no escuchas el canto de los mares, ya no sueñas con ver lindos lugares, para descansar una eternidad”, cantó también Charly en la década del 70. Y es verdad, también lo dijo Diana Bellessi: “el mundo se achata cuando no lo amás”. Resulta difícil amar al mundo en general, pero es un esfuerzo que hay que hacer, incluso en disidencia. Estamos obligados, en parte, por nuestro oficio: no se puede escribir sin amar al mundo, sin prestarle atención a lo más intrascendente.

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Durante algunos días de esta semana se nos hizo difícil amar al mundo, encontrar de dónde sujetarnos para proyectar a futuro. Creo que ahí hay una clave en todo esto: el amor suele estar asociado al presente, pero deja de tener sentido sin ningún horizonte a la vista.  “Seremos hoy más jóvenes que ayer, es que el sol nos va a invitar a renacer”: la construcción y la reconstrucción del amor, dejar de sentir “que la casa grita bienvenidos a la ruta perdedora».

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Hablo del amor a las personas, a los oficios, a los lugares. Inmersos en un puro presente, todo se pierde. Pero Wislawa Szymborska ya nos advirtió en “Las tres palabras extrañas”: “Cuando pronuncio la palabra Futuro,/ la primera sílaba pertenece ya al pasado”. Y ya lo cantó, de nuevo, Charly: “Hoy, hoy tal como ayer desaparecer es como sonreír”.  Entonces el amor, la pasión, como una búsqueda a través del tiempo, que se proyecta, se expande y se contrae.

Hablo del amor a las personas, a los oficios, a los lugares. Inmersos en un puro presente, todo se pierde. Pero Wislawa Szymborska ya nos advirtió en “Las tres palabras extrañas”: “Cuando pronuncio la palabra Futuro,/ la primera sílaba pertenece ya al pasado”. Y ya lo cantó, de nuevo, Charly: “Hoy, hoy tal como ayer desaparecer es como sonreír”

En un breve texto que me compartieron hoy a la mañana, Leila Guerriero escribió lo siguiente: “Corro para aprender a aguantar lo que no se aguanta, para no llegar a ninguna parte, para romper el insano silencio del mundo”. Como si fuera una gran coincidencia, creo que se podría definir así a la obra de García, por un lado, y también al amor, por el otro. Al mismo tiempo, Charly sentenció: “yo te prometo te esperaré, si es que paro de correr”. Saber cuándo parar y cuándo avanzar. Algo que parece obvio, pero al mismo tiempo es más difícil de lo que se cree, en diferentes ámbitos de la vida.

Freno esta carta, que al mismo tiempo es un homenaje a Charly, porque me voy a correr, ese hábito adquirido en este último año del que ya te conté en cartas anteriores. Todo este texto, entonces, se vuelve de una recursividad insoportable. Igual que el amor.

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Te busco a través del tiempo,
Gus

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