Las minorías se presentan en el cine de ficción como héroes superadores o como victimas excluidas. En ambos casos, se las aborda con una mirada deshumanizada. Con una visión honesta y en el formato de documentales, Time y Crip Camp intentan desromantizar esas construcciones para demostrar que se trata de triunfos humanos y, de ese modo, presentarlos como el logro más difícil de alcanzar.
Un cliché protagónico predilecto del cine de ficción es el del acusado injustamente por un sistema judicial opresor. El problema no está en cómo son contadas estas historias, ni tampoco su objetivo de “desenmascarar” a las injusticias de la ley. El conflicto reside en que siempre se elige contar las mismas historias, o al menos, la misma parte de todas ellas.
A las apuradas y resolviendo un proceso injusto y violento que se extiende por años (o décadas) el cine de Hollywood reduce todo al momento culminante, al desenlace, a los sucesos que generan adrenalina. Y entonces todo parece suceder ahí, en la corte, con acusados que tienen abogados brillantes y una capacidad discursiva que supera la de cualquier juez.
A las apuradas y resolviendo un proceso injusto y violento que se extiende por años (o décadas) el cine de Hollywood reduce todo al momento culminante, al desenlace, a los sucesos que generan adrenalina. Y entonces todo parece suceder ahí, en la corte
Un claro ejemplo de esto es la estrenada en 2020, El juicio de los 7 de Chicago (Aaron Sorkin). Basada en una fascinante historia real y en un juicio conocido por el mundo entero, la película atrapa y emociona. Pero se repite la otra historia, la historia detrás, la historia de Hollywood queriendo emocionar a una audiencia más que queriendo demostrar las injusticias del propio sistema judicial de Estados Unidos. Gana de nuevo el hambre de público y la búsqueda de emoción, más que un mensaje redentor.
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Garret Bradley, una directora norteamericana, entiende que para conmover a veces solo basta con contar la realidad. Su documental estrenado en 2020 en Amazon, Time, cuenta la historia de Fox Rich, una madre de seis hijos que debe luchar por la liberación de su marido, condenado a 60 años de prisión. La historia comienza cuando la misma Rich empieza a filmarse en su casa, mientras pasa las noches sola y despierta, hablándole a su marido a través de la cámara. Transcurren los años y la costumbre de filmar aumenta, por lo que gran parte del documental está constituido por videos caseros en donde se ve el crecimiento de los niños.
Time muestra lo que la mayoría de las películas de Hollywood intenta ocultar, todo el trasfondo que hay detrás un preso, encerrado por un sistema racista y juzgado por una ley opresora. Y lo hace a través de imágenes en blanco y negro en las que se mezclan las filmaciones de Rich, cargadas de una ternura hogareña inmensa, y las filmadas por Bradley.
Time muestra lo que la mayoría de las películas de Hollywood intenta ocultar, todo el trasfondo que hay detrás un preso, encerrado por un sistema racista y juzgado por una ley opresora.
En las escenas actuales, capturadas por la directora, se ve la lucha de la protagonista por liberar a su esposo. Una pelea que debe dar a través de un teléfono, porque la burocracia judicial se rehúsa a dedicarle tiempo, mientras sostiene económica y emocionalmente a una familia numerosa. Time podría ser una historia feminista sobre una luchadora o una historia de amor que perdura con los años a pesar de la distancia. Pero no, este documental es, más que ninguna otra cosa, una historia real que se ve afectada por el sistema judicial racista de Estados Unidos, una historia que no necesita romantización para conmover al público.
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Esta intención de mostrar a las minorías como héroes o víctimas, dos polos opuestos en los que el cine de ficción las tiene encerradas, se ve también en el caso de personas con discapacidades. El problema sigue siendo el mismo. A pesar de tener un mensaje positivo, el de mostrar a una parte invisibilizada y discriminada de la sociedad, Hollywood continúa con su costumbre irremediable de hacer poesía sobre hechos verídicos o desgarradores.
Es que parece ser que las figuras que el cine nos muestra desde siempre son, únicamente, los héroes de la sociedad. Desde la inolvidable Forrest Gump, en la que un hombre con una discapacidad intelectual se transforma en un héroe de guerra, hasta La teoría del todo, la historia verídica de la vida del científico Stephen Hawking, las personas con discapacidad que logran colarse en la gran pantalla son solo aquella que triunfan. A lo grande. El conflicto no está en las historias en sí (que de hecho son necesarias y por eso se convirtieron en clásicos del cine) sino en que las figuras que el cine de Hollywood elige mostrarnos son siempre las mismas: los héroes.
Desde la inolvidable Forrest Gump, en la que un hombre con una discapacidad intelectual se transforma en un héroe de guerra, hasta La teoría del todo, la historia verídica de la vida del científico Stephen Hawking, las personas con discapacidad que logran colarse en la gran pantalla son solo aquella que triunfan. A lo grande.
El documental de Netflix, Crip Camp (dirigido por Nicole Newnham y James Lebrecht) cuenta la historia del campamento de verano de Catskills en donde se gestaron los derechos para los discapacitados. Luchadores y fuertes sí, pero también adolescentes en busca de música, drogas, sexo y libertad. En este campamento de verano ocurre lo que tanto en el cine de ficción como en la vida real aún no se logra: las personas con discapacidad encuentran un lugar en donde ser uno más.
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Con testimonios actuales de ex integrantes y filmaciones antiguas de los 70 se reconstruye la historia de este grupo de jóvenes compuesto tanto por los discapacitados como por los organizadores del campamento. A pesar de contar con cruda honestidad y, a veces, con imágenes impactantes dentro instituciones en las que se ve un sistema de salud excluyente, incluso violento, Crip Camp atrae también desde otro lugar. Muestra, como ninguna ficción main stream de Hollywood, los veranos de rebeldía y descontrol de un grupo de jóvenes a los que las travesuras y la privacidad les están prohibidos.
Con Time y Crip Camp llega a la pantalla algo mucho menos común y mucho más difícil de lograr: humanos luchadores que gracias a sus esfuerzos y al apoyo colectivo consiguen hacer valer sus derechos.
A pesar de focalizar en la lucha política de los discapacitados por obtener sus derechos, el documental intenta también contar, con humor, una parte más humana de sus vidas y una cotidianeidad que consiguieron gracias al campamento de Catskills.
En ambos documentales, Time y Crip Camp, los héroes se desmitifican, los súper poderes y las performances heroicas se cortan, y llega a la pantalla algo mucho menos común y mucho más difícil de lograr: humanos luchadores que gracias a sus esfuerzos y al apoyo colectivo consiguen hacer valer sus derechos.
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