Para las fiestas de fin de año, siempre se repite el mismo escenario: con deseos exigentes y amores feroces, las presiones familiares ganan presencia. Ese núcleo cercano e íntimo -aunque no siempre-, también fue protagonista de algunos de los libros más reconocidos de los últimos tiempos. En camping car, Los sorrentinos y Apegos feroces: tres libros sobre la familia que presentan a los vínculos de formas innovadoras.
“¡Sed felices!” Les ordena un padre a sus dos hijos mientras maneja una autocaravana recorriendo Europa. Uno de los niños, el autor de la novela, reflexiona en base a aquella exclamación del padre, años después, en su libro autobiográfico: “la orden que acababa de rugir eran tan desmesurada que nuestra vida no podía resistirla”. En este diálogo interno de Iván Jablonka se resume la esencia entera de En camping car (Anagrama, 2020).
Parece que aquél niño, inmóvil en el asiento de atrás de una Volkswagen típica de los años 60, se estuviera preguntando ahora en forma de escritor adulto: ¿Qué deseos son válidos? ¿Cómo se diferencia un deseo de una exigencia? Esta novela relata los veranos de la familia del autor en los que, acompañada de amigos, recorría largas distancias en casas rodantes.
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Entre noches de camping, tardes de pesca y paisajes memorables, el libro revela algo mucho más profundo: la historia de dos familias. Una, la protagonista de aquellas vacaciones eternas en donde el personaje se presenta como un niño enojado con los errores fatales de una paternidad que impone la felicidad. La otra, la familia del escritor que mira, con un ojo adulto, a sus propias hijas y que entiende, ahora mucho mejor que en los veranos andantes, el imposible deseo de que sus hijas sean, siempre y a pesar de todo, felices.
¿Qué deseos son válidos? ¿Cómo se diferencia un deseo de una exigencia? En camping car relata los veranos de la familia del autor en los que, acompañada de amigos, recorría largas distancias en casas rodantes.
La novela avanza al ritmo del viaje, en cada nueva ciudad a la que llega el protagonista descubrimos un nuevo entendimiento de los incansables intentos de sus padres para complacerlo, despojándolo de todo tipo de amor materialista. Con cada noche bajo las estrellas que su familia le impuso, alejada de cualquier turismo lujoso, el autor reivindica aquellos valores que le ofrecieron sus padres. Ahora, con una mirada renovada, escribe: “cuando miro a mis hijas ocupadas con sus actividades cotidianas, me pregunto de qué manera elegirán ser libres, cómo harán frente a la violencia y a la misoginia.”
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En Camping Car (Anagrama, 2020), de Iván Jablonka uno de los tres libros sobre la familia.
Otro viaje, otra familia: Los Sorrentinos (Sigilo, 2018) , de Virginia Higa, relata la historia de una familia que parte de Sorrento y se instala en Mar Del Plata con el único objetivo de abrir una trattoria frente al mar en la que se ofrezca su invento culinario, importado directamente de Italia: los sorrentinos. La típica familia numerosa italiana representada en su hábitat natural. Con una incontable cantidad de personajes (padres, tíos, hermanos, abuelos, novias, cocineros, amantes y muchos amigos) Los Sorrentinos es, como su origen italiano, abundante.
La figura paterna en este caso es Chiche, heredero de la trattoria, el padre de todo aquél que decidiera sentarse a comer en su local. Un hombre culto, amante de las películas viejas, perdidamente enamorado de Sofía Loren y muy, pero muy, cerrado. Las cenas y almuerzos se ven teñidos por su humor pesado y una altísima vara que impone para poder pertenecer a la familia, aun siendo pariente de sangre. Desde una generación que intenta, en parte, salirse de las tradiciones severas hasta los parientes mayores que imponen sus condiciones inquebrantables, Los Sorrentinos ofrece un arcoíris de personajes y una familia, como casi todas, disfuncionalmente establecida.
Desde una generación que intenta, en parte, salirse de las tradiciones severas hasta los parientes mayores que imponen sus condiciones inquebrantables, Los Sorrentinos ofrece un arcoíris de personajes y una familia, como casi todas, disfuncionalmente establecida.
La novela entera pareciera transcurrir adentro del famoso restaurante, en donde todos son (no tan) bienvenidos. Con recetas secretas, problemas amorosos, chismes falsos, problemas intrafamiliares y, sobre todo, los platos más abundantes del mundo, este libro ofrece un menú completísimo para disfrutar de un solo saque y quedar completamente lleno.
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Los sorrentinos (Sigilo, 2018), de Virginia Higa, uno de los tres libros sobre la familia
Con otra escritura, más áspera y austera, Vivian Gornick se aleja del lugar cálido y abierto al público para situarnos en Nueva York y acercarnos un duelo, una disputa eterna, un amor carnal, un apego feroz: la historia de ella y su madre. Apegos Feroces (Sexto Piso, 2018) comienza situada en el Bronx, en la niñez de la escritora, relatando los años que vivió en un hogar socialista repleto de inmigrantes. En las mañanas de aquél pasado neoyorkino de los años 30, en aquél edificio, cuando los hombres salen a trabajar reinan las mujeres.
Durante gran parte de la historia, Gornick repasa los relatos que de chica pudo atesorar: madres solteras abandonadas por sus maridos, mujeres viudas que mantienen a familias enteras y otras que se ven obligadas a alternativas extremas para poder sobrevivir y mantener a sus hijos. Sin embargo, Apegos Feroces es mucho más que un viaje al pasado. Estos relatos, cargados del humor ácido típico de la escritora, se ven intercalados con un presente aún más entramado que los pasillos de aquél hogar comunitario: las caminatas de la protagonista adulta, con su madre envejecida, por las calles de Manhattan.
En Apegos Feroces se presenta una honestidad inédita en la que una mujer, la protagonista y a la vez escritora, se enfrenta con cuerpo y alma a alguien mucho más importante que su madre: a ella misma.
Lejos del Bronx, de la niñez, de sus vecinos, pero jamás de su pasado, las dos mujeres recorren una ciudad hostil mientras intentan eludir el presente. Gornick esquiva las preguntas de su madre sobre su vida adulta e insiste en que “nuestros mejores momentos juntas son cuando hablamos del pasado”.
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Apegos Feroces (Sexto Piso, 2018), de Vivian Gornick, uno de los tres libros sobre la familia
Casi como un círculo vicioso las charlas varían entre la infancia y las acusaciones de una madre insaciable y con sed de poseer, invariablemente, la única verdad. En Apegos Feroces se presenta una honestidad inédita en la que una mujer, la protagonista y a la vez escritora, se enfrenta con cuerpo y alma a alguien mucho más importante que su madre: a ella misma.
Vivian Gornick relata, ya desde la adultez y la lucidez que otorga la perspectiva, que las cosas son mucho más claras de lo que creía, que a pesar de todo su sitio era ahí, junto a su madre. Describe Gornick, mejor que nadie, el sentimiento de agobio cálido que genera la familia: “me costaba respirar, pero me sentía segura”.
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