La poeta argentina, autora de Tundra (Añosluz, 2018) comparte una serie de textos y fotografías que surgieron de un viaje realizado a principios de año, cuando el mundo todavía era otro. «Como una documentalista, encontrando en su travesía un símbolo que conocía sin poder decir su nombre. Así saco mis fotos también, apostando todo al intento de traducir el sonido del viento quebrando las ramas», cuenta Gabriela Clara Pignataro sobre este proyecto que aún explora su forma definitiva.
Sobre la autora
Gabriela Clara Pignataro nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1985. Escribe, es actriz y fotógrafa. En 2013 estrenó su opera prima de experimentación teatral biodramática en “Archivo Emocional Desclasificado”. Publicó La última oleada se llevó todo menos esto (Editorial Subpoesía 2013), Eso que no se parte es una respuesta (Difusión Alterna 2014), Muta (Nulu Bonsai 2014), Floresta (LFS 2015), Esto pasa: Poesía en Buenos Aires.Antología (Llanto de Mudo 2015) y Tundra (Añosluz, 2018). Su poesía fue traducida al francés y al portugués.
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Sobre el proyecto
Esto que di por llamar “Puma”, es el dibujo a mano alzada de algo que aún no figuro con claridad. Todo lo que alguna vez llegó a conformar un libro, un universo, un diorama de lenguaje autónomo para mí, se precipita desde un cuarto a oscuras que de tanto en tanto, se ilumina en ráfagas de sentido.
Esta antesala que aquí abro en penumbra, trae su claroscuro de un último viaje que hice en tren en enero de este año. Pero la búsqueda empezó mucho antes, en imágenes que se guardaron en mí desde que era muy chica. Como una documentalista, encontrando en su travesía un símbolo que ya conocía sin poder decir su nombre. Así saco mis fotos también, apostando todo al intento de traducir el sonido del viento quebrando las ramas.
En el tren escribí (y así empieza la historia):
“Hace años que quiero cruzar la meseta en tren. Con la idea de encontrar la aparición. Voy tras el latido del puma que nunca vi, pero escuché. El puma que vio mi viejo, desde su camión, una noche helada en la vera de un río. Se había hecho tarde para cruzar en balsa: desde la otra orilla el balsero le grita que cuando bajara el sol no saliera de la cabina. A la noche, ante la luz de un farol de emergencia, con la vista helada, mi viejo contaba que lo vio.
El puma bajó lento y tomó agua, y se perdió entre las matas.
Yo no despego la mirada de las fallas de piedra y el polvo. Junto y aprieto las manos. Casi pareciera que estoy orando: sólo dirijo mi deseo.
Pasan las horas, y cuando la noche está tragando las formas, ahí lo veo, en un peñón. El corazón del puma, sol de la planicie.” / Tren Patagónico, Enero, 2020.
Puma
Siempre creí venir
del agua
¿equivoqué mi
elemento?
Si mi elemento es
de tanto
aire
¿Fuego?
¿Combustionaré?
¿Doblaré mi seña?
No hay santidad.-/ 19-01-20
Somuncurá es como una teta arrasada. Un pezón oscuro y doloroso en el desierto. Río Negro se parece a Comala. Tierra de muertos, sangre injuriada. Puedo ver mi cara en el carbón, es decir, puedo llamar al futuro de mis huesos en lo consumido del incendio.
Algo vegetal.
Tierra y Ceniza. Polvo y soledad.
Vine a buscar al puma, que una vez mi padre vió. ¿Podré acaso, reconocerlo?¿Sabrá de mí como un vidrio estrellado desde el pasado, reflejándome? Una noche helada de invierno, un camionero grabó en los ojos del gran animal todos los viajes que nunca iba a poder hacer. / 23-01-20
Observo con belleza el amor de los que se desean. No creo que sea cierto que el amor y la pasión no están cerca. ¿Qué unidad de medida conoce el calor de un cuerpo que se subvierte en la luz?¿Y en la penumbra? / 24-01-20
Hoy hable con el volcán. Hundí las manos en la arcilla del lago y así me comuniqué. Me respondió con nubarrones y el sonido lejano de un bloque de hielo, desprendiéndose en la montaña que temblé con mis ojos toda la tarde. Soy una que se entrega a las hojas que flotan, fijas, imantadas a la superficie. Me traiciono y soy testigo de esta conversión. Soy esta otra desde el fondo del lago, arrojando hacia la orilla destellos de sedimento volcánico. Una promesa imposible grabada en el corazón de la piedra. / 04-05-20
Eso que se escucha podría ser un estadio desplomándose. Una compactadora atascada de ramas de paraísos. La frecuencia de una antena en pánico.¿Un avión demasiado bajo? Dicen que ya no vuelan aviones por acá.
O la voz del volcán hablándome a través de cualquier cosa.
Miro a lo lejos. Interpreto en las luces de los edificios, linternas enviando un mensaje en la oscuridad de un cerro. /09-05-20
Sigo la partitura de mis pensamientos. Son imágenes circulares. En espiral, retorno: otra vez estoy ahí, hace años. ¿Dialogo conmigo en el tiempo? ¿Es eso acaso, el holograma posible?
El cuerpo proyectado en terrores antiguos. Eso es también, el futuro.
Conozco el hilo de mis huesos. Por eso los busco, hace tanto, en el desierto. /10-05-20
Acá estoy
esta soy
vine al mundo sombreando
el desprecio del lenguaje
no tengo nombre
yo
la última de la fila
la lenta
suspendida
liviandad
de lo inútil
un signo translúcido
en la noche
de un diorama antiguo
Acá está
la que que levantó el guante
del veneno:
usé su reverso,
lo volví flor de seda
en el centro de mi
lengua
Esta soy
rulo de falda
cuerpo sin cuajo
acá vengo
caigo en
pi
ca
da
en el centro del pantano
soy
la sin nombre
invisible a la luz
acá estoy
y me oculto.
/13-05-20
Figuré montañas tras los edificios
sentí pena
cuando la luz entre la niebla
horadó el centro
Y me dije en mi otra lengua
está bien que así sea
acá estoy
y me oculto
como un puma en el día.
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