El porvenir es la nueva creación de la coreógrafa Eleonora Comelli. Tres cuentos coreográficos que giran en torno al azar y el destino en la vida de una mujer. La propuesta cruza múltiples disciplinas y cuenta con la participación del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, la interpretación de la actriz María Merlino y Zypce como responsable de la música en escena. Puede verse hasta el 18 de agosto en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530).
La coreógrafa Eleonora Comelli presenta El porvenir, su nueva creación junto al Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Se trata de tres cuentos coreográficos —“El presagio”, “La elegida” y “La probabilidad”—, todos atravesados por las ideas de destino, azar, futuro y muerte. En el programa de mano se nos advierte que “no hay forma de conectar causalmente cada relato aunque su denominador común sea el tema”.
La propuesta gira en torno al destino de una mujer y las azarosas vicisitudes que eventualmente pueden conducirla a la muerte. Tres formas de perecer: en “El presagio” un naufragio irrumpe en la efervescencia de un baile ochentoso; en “La elegida” es la violencia de un femicida la que acaba con las esperanzas del amor; mientras que en “La probabilidad” un accidente vial quiebra el curso de los hechos y adopta múltiples formas.
La idea de accidente es otro de los elementos que atraviesan esta creación. ¿Qué es, al fin y al cabo, un accidente? El diccionario arroja: “suceso eventual que altera el orden regular de las cosas”. La existencia (como casi todas las cosas) tiene su propio ritmo, un patrón que hace marchar los acontecimientos a través del curso temporal. La danza pone ese conflicto en escena y lo hace carne en el cuerpo de los bailarines y en la maravillosa interpretación de María Merlino.
Pero Comelli no sólo se vale de la danza y la actuación: Zypce es el responsable de crear los climas a partir de la música en escena, y demuestra una gran ductilidad al momento de desplazarse por géneros muy diversos. El vestuario de Paula Molina, la iluminación de David Seldes, la escenografía de Gonzalo Córdoba Estévez y los videos a cargo de Federico Lamas y Johanna Wilhelm enriquecen la pieza y refuerzan los sentidos en torno al ritmo del devenir, la ilusión de un porvenir venturoso y lo dramático (e inevitable) del accidente. Con momentos muy logrados, la pieza resulta contundente al poner al cuerpo en el centro de la escena e indagar con agudeza lo que es, lo que pudo haber sido y lo que podría ser.