En el marco de la 1º edición del FestiBAl Otoño 2019, el 20 de junio a las 20 hs. se realizará en el Teatro Ópera la Ofrenda Musical a Jaime Torres, el del charango, de la cual participarán reconocidos artistas y amigos del homenajeado. Ayer se celebró en la casa del maestro una reunión íntima en la que sus hijos Juan Cruz, Manuela y Soledad junto a Tute, Tata Cedrón, Charo Bogarín, Gustavo Cordera, Susanna Moncayo y Rubén «Mono» Izarrualde charlaron con la prensa para anticipar una fecha que sin dudas estará atravesada por las emociones y el recuerdo de uno de los referentes más importantes de nuestra cultura popular.
Un fogón. Esa fue la idea inicial de Juan Cruz, Manuela y Soledad, hijos del maestro Jaime Torres, a la hora de organizar esta reunión que convocó a artistas, amigos y periodistas para anticipar la ofrenda musical que se llevará a cabo el jueves 20 de junio a las 20 hs. en el Teatro Ópera Orbis Seguros. Una ronda de personas charlando de manera informal alrededor de una mesa repleta de empanadas, copas de vino y algún que otro matecito; sus flores preferidas decorando los distintos espacios de la casa donde vivió gran parte de su historia; recuerdos, risas, anécdotas y —sobre todo— un profundo reconocimiento al legado musical y espiritual que dejó don Jaime, mago del charango y uno de los referentes más importantes de la música popular argentina y latinoamericana. Este fue el espíritu del encuentro de ayer, algo que sin dudas se replicará el 20 de junio en el Ópera.
Juan Cruz Torres: «Cuando algo es noble y el músico se entrega de manera tan sincera y genuina, la gente recibe esa energía y lo retribuye con sonrisas»
«La intención con esta ofrenda musical es traer a la memoria a mi viejo para rendirle homenaje como referente de la música popular argentina y latinoamericana, y para eso convocamos a los amigos que compartieron con él ese camino musical. El charango era esencialmente un instrumento del folklore argentino pero él lo llevó a otros lugares. En su cabeza nunca hubo límites ni fronteras; siempre estuvo a favor de la música», destaca Juan Cruz, quien no sólo compartió los itinerarios de Jaime como su hijo sino también en calidad de músico.
Juan Cruz recuerda la primera gira por Europa como uno de los momentos más emotivos compartidos con su padre: «Allá por el 2003 o 2004 tocamos en Francia, en un evento que se llama la Fête de la Musique celebrado el 21 de junio. Ahí pude dimensionar que cuando Jaime tocaba de esa manera tan particular, con su amor por el instrumento y ese respeto tan profundo por su cultura, provocaba admiración en todos. Cuando algo es noble y el músico se entrega de manera tan sincera y genuina, la gente recibe esa energía y lo retribuye con sonrisas. Eso era lo que yo veía desde el escenario: sonrisas, alegría, amor».
Tute: «Con el tiempo fuimos desarrollando no sólo una amistad, sino también algo mucho más importante: la complicidad»
Tute señala que con los miembros de la familia Torres están unidos espiritual y literalmente. «Nuestras sangres están mezcladas: Juan Cruz es compañero de mi hermana Aldana y juntos tuvieron dos hijas (Nina y Guada), con lo cual la sangre Torres y Loiseau están unidas en esas dos niñas». Recuerda como un acontecimiento épico el primer Tantanakuy [en quechua significa «encuentro de unos con otros»] al que asistió con sus padres, aquellas míticas celebraciones musicales organizadas por Jaime en la provincia de Jujuy, y explica que desde ese momento quedaron prendados mutuamente. «A lo largo de la vida fuimos desarrollando no sólo una amistad, sino también algo mucho más importante: la complicidad». Tute reconoce en Torres a uno de los mayores exponentes de la música popular argentina, pero señala algo que le parece aún más importante a la hora de homenajearlo: su espíritu.
«Jaime le insufló algo de sí al instrumento y el instrumento le insufló algo a él como músico. Vos lo veías tocar el charango y era como ver jugar a Maradona: inflaba el pecho, cerraba los ojos, silbaba detrás del instrumento y te llenaba el alma». Tute se define como un descreído de las etiquetas. Gran parte de su vida se desempeñó como dibujante y humorista gráfico, pero eso no le impidió indagar en otros campos. En 2010 editó junto a Hernán Lucero un disco de tangos, y el año pasado presentó el proyecto Canciones dibujadas que incluye temas con letra y música propias. Ahí figura «Sabana esperanzada», una canción con letra de Tute y música compuesta por Jaime Torres que fue interpretada ayer como cierre de este fogón.
«Te puedo hablar de él como artista, como ser humano y como amigo, porque habité esos tres mundos desde que lo conocí; compartimos muchas noches, pucheros, empanadas, borracheras, disertaciones filosóficas, existencialismo, locuras, música y arte», cuenta Gustavo Cordera, quien conoció a Torres allá por 1998 a través de su tocayo y colega Santaolalla. «Esta casa está abierta al mundo desde hace muchísimos años. Jaime fundó esta cosa tan extraña: una mesa donde estamos todos enfrentados, mirándonos, como en una tribu. Él dejó esa impronta porque era una persona libre, generosa, y un mago haciendo música».
«Su sueño era que el folklore abrace al rock», asegura Cordera. Con ese objetivo en mente se ocupó de promover proyectos compartidos con bandas de rock exitosas como Divididos o La Bersuit. Gustavo trae uno de los últimos recuerdos junto a Jaime, poco antes de grabar el tema «Devolución», donde advirtió sus dificultades para tocar. «En ese momento supe que si Jaime no podía tocar el charango, no iba a vivir más. Me fui con mucho dolor pero imagino que para él resultó un alivio. Finalmente nos dejó este legado, porque cuando él tocaba sonaba el carnaval, la alegría; ahí empezaba el hechizo», reconoce el rockero cebando unos mates.
Susanna Moncayo: «Preferiría no estar haciendo un homenaje sino cantando con él»
La cantante Susanna Moncayo será otra de las partícipes de esta ofrenda musical. «Me emociona mucho estar en el homenaje, aunque también me da una enorme tristeza. Son sentimientos mezclados porque preferiría no estar haciendo un homenaje sino cantando con él». La artista define a Torres como un amigo entrañable y un músico de gran apertura, interés y valentía. «Cuando sos un músico consagrado no es fácil salirte de la zona de confort, y eso es algo que siempre le valoré a Jaime: su interés por esos otros mundos musicales más allá del folklore».
Moncayo era definida por Torres como «cantante y cantora» más allá de las fronteras entre géneros y estilos musicales: comenzó de la mano del maestro y continuó sus estudios en la disciplina del canto lírico, aunque nunca abandonó el territorio del tango y el folklore. Al igual que otros colegas reconoce en el homenajeado a una persona que no claudicó nunca en la revalorización de su instrumento. «Una vez compartimos un espectáculo en Suiza con unos músicos jazzeros amigos míos que después resultaron grandes amigos de él. La fecha tuvo muchísimo éxito y salió en primera plana del diario más importante de Suiza: Jaime y su charango», recuerda Susanna con una sonrisa nostalgiosa.
«Mi rol será escuchar a todos los músicos, aunar todas las ideas y distribuirlas», cuenta Rubén Izarrualde, quien estará a cargo de la dirección musical de esta ofrenda. «Federico Siciliano y Goyo Álvarez son grandes músicos que venían trabajando con Jaime hace años, así que yo los tengo que escuchar a ellos; no vengo acá desde el lugar de ‘maestro ciruela’ sino como un compañero más». El músico reconoce en Jaime Torres a una de las grandes figuras de nuestra cultura popular porque «con este charanguito él dio vueltas por el mundo e hizo conocer nuestra música; fue un estandarte y un representante para todos sus compañeros». Además, adelanta la posibilidad de un disco en homenaje a su legado musical.
La fecha del 20 de junio sin dudas estará atravesada por las emociones y el recuerdo que todos conservan del gran Jaime Torres, un músico que siempre abrió las puertas de su casa para fomentar las reuniones, los fogones y el encuentro cara a cara entre artistas y amigos.