Terror en el bosque: ¿de qué hablamos cuando hablamos de terror?

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¿Qué se les viene a la cabeza cuando piensan en una película de terror? Miedo, sudor frío, palpitaciones, temblor en las manos, piel congelada, pelos erizados, dientes apretados. Lo cierto es que hace mucho tiempo que un film del género no produce ninguno de estos síntomas, y Terror en el bosque no parece ser la excepción a la regla.

La pregunta clave es: ¿por qué seguimos insistiendo con el género de terror? Tal vez porque somos un poco masoquistas y nos encanta sufrir. Se trata de ver hasta el último segundo para luego correr la mirada y perdernos la mejor escena de espanto; soportar cosas que en la vida real no toleraríamos; ver sangre, tortura, cuerpos desmembrados; permanecer en la butaca con el corazón estrujado a punto de estallar en mil pedazos por la taquicardia. Todas esas, en definitiva, son las consecuencias de una buena película. No es el caso de la última producción de Eduardo Sánchez (director de una leyenda del género como El proyecto de la bruja de Blair).

La historia es simple y algo trillada, pero eso no justifica el desatino; con el mismo argumento se han conseguido resultados mucho más elevados. Cinco amigos aprovechan la oportunidad para una escapada veraniega a los matorrales de Texas. La dinámica del grupo es más o menos la que ya todos conocemos: dos chicas, tres chicos; dos parejas que saben sacar provecho de los bosques solitarios y un mal tercio que se la pasa fumando marihuana, jugando con sus camaritas y ambicionando convertirse en el próximo “Rubius” (por citar alguno de los youtubers que generaron tanto furor en estos días en el país). Todo marcha de mil maravillas hasta que interceptan algo en la ruta; no se sabe bien qué es, pero no es un humano y tampoco un animal. Por supuesto que el aspirante a youtuber filmó el momento, así que decide retroceder la cinta una y otra vez para tratar de identificar la figura que se ha cruzado en su camino. No sabemos si por los efectos canábicos o por la mala definición de la cámara, lo cierto es que no logra discernir qué es lo que han atropellado.

Este parece ser el punto de inflexión, y a partir de aquí comenzarán sus pesadillas. Buscan el camino que los conduzca a la cabaña pero se pierden en el intento y terminan varados en medio del bosque. Se deciden a bajar de la camioneta y recorrer a pie lo que falta, pero se encuentran con un terreno áspero y una casucha que deja bastante que desear. Esta travesía se parece muy poco a las vacaciones idílicas que imaginaron al comienzo. Aún así, los amigos no se doblegan e insisten en disfrutar de sus días de ocio. Hacen un par de estupideces como saltar al río con sus bicicletas en nombre del “descontrol”.  La pasan bien un rato, pero no demasiado. Al caer la noche todo se torna peligroso: una fuerza del mal se ha desatado en el bosque y se oyen estrepitosos alaridos, fuertes pisadas.

Todos comienzan a inquietarse y deciden huir, pero cuando lo intentan descubren que la camioneta está hecha añicos. Desesperados, vuelven a la cabaña y allí se ocultan de la temible criatura que mora en el bosque: Pie Grande. Dos de los muchachos conocen la leyenda de primera mano: su tío, el dueño de la cabaña, padeció una horrible experiencia que lo obligó a abandonar el lugar para siempre. Pero como buenos escépticos, estos hermanos decidieron desafiar el mito y obtener una filmación que pueda catapultarlos directo a la fama. Por supuesto, no les han dicho nada a sus amigos ni a sus familiares, han robado las llaves, y ahora nadie podrá rescatarlos porque desconocen su paradero y los celulares tienen muy mala señal como para revertir la situación. Moraleja: jamás pongan en duda el cuento del tío.

Esta es más o menos la historia; no vale la pena seguir abundando en detalles. Ahora bien, hay que decirlo: la película es mala. Cuenta con actores amateurs, un guión que por momentos sólo se limita a la obstinada repetición del “¡Oh, fuck!” y pocos méritos técnicos. Quizás hubiese sido preferible que la criatura no apareciese en ningún momento; hay que destacar la atinada decisión del director de postergar esa aparición, conformando al espectador con tomas fuera de foco, alejadas, difusas, escurridizas. Al principio sólo escuchamos sus quejidos, oímos sus pisadas, sentimos el crujido de las ramas en su cuerpo o de las hojas bajo sus enormes pies, pero no lo vemos. Cuando aparece finalmente, resulta decepcionante. Hay algunos hallazgos en los planos que se utilizan para confeccionar secuencias como aquella de la huida de uno de los personajes en bicicleta, y es interesante la propuesta de los distintos puntos de vista conforme avanza la trama: lo vemos todo desde las cámaras que manipulan los personajes. Aunque, también hay que decirlo, no hay ninguna novedad en el aprovechamiento de la cámara en mano; hubo muchas incursiones en esta técnica y la mayoría con mejores resultados.

Nunca es agradable destruir una película, pero no se puede negar lo obvio: no hay un gran valor artístico detrás de esta producción. Por más que se busquen los elementos que puedan ser destacados, son muy difíciles de encontrar. Si son amantes del género de terror, no vayan a verla: saldrán decepcionados. Si quieren reírse un rato, adelante.

 

FICHA TÉCNICA

Título original: Exists

Título castellano: Terror en el bosque

País: Estados Unidos

Año: 2014

Género: Terror

Duración: 80 min

Director: Eduardo Sánchez

Elenco: Dora Madison Burge, Samuel Davis, Roger Edwards, George P. Gakoumis Jr., Chris Osborn, Stefanie Sanchez, Jeff Schwan, Denise Williamson

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