Yo niña retrata la vida de Armonía (Huenu Paz Paredes), una nena en medio de un universo volátil e inestable. Ella vive con sus padres hippies al sur del país, en un ranchito situado en medio del bosque patagónico, alejada de los ritmos establecidos por la sociedad capitalista de consumo. Natural Arpajou, directora del film, logra un relato visceral que por su crudeza podría asemejarse a un cuento de Angela Carter.
“Hecha de fragmentos y contradicciones, es el cuento que me cuento a mí misma para dormir”, anuncia la directora Natural Arpajou en las líneas que acompañan la gacetilla de prensa. Así define la realizadora a Yo niña, y en la entrevista con La Primera Piedra declara: “Yo siempre escribo los guiones desde mí”. Arpajou logra un relato potente, tan tierno como visceral, y por su peculiar crudeza podría asemejarse a esos cuentos para nada edulcorados de la inglesa Angela Carter.
Yo niña narra las experiencias de Armonía (Huenu Paz Paredes), una pequeña que vive en el sur de la República Argentina junto a sus padres “hippies” —Pablo (Esteban Lamothe) y Julia (Andrea Carballo)— en un rancho situado en medio del bosque patagónico, alejado de las ciudades populosas y los ritmos del consumo (cosas contra las que ellos libran cada día una decidida batalla). Estos padres son esencialmente contradictorios: por un lado se oponen radicalmente a cualquier forma de capitalismo propia de las sociedades de consumo que —muy a su pesar— los envuelve, los contiene y los asfixia; por otro, no logran desprenderse totalmente de esas ataduras y deben lidiar con sus propias decisiones.
Leé la entrevista a la directora Natural Arpajou
La familia enfrenta algunos conflictos y esto los obliga a viajar a la ciudad para pedir ayuda a la hermana de Julia (Bimbo Godoy). Ese encuentro indeseado los enfrentará a otros modos de vida, formas diametralmente opuestas de aquellas que sostienen y estructuran la vida de Armonía. Ese choque expondrá las tensiones y contradicciones de cada personaje. Esta niña-adulta, tierna y salvaje, madura e ingenua, sabe en lo más profundo de su ser que algo no va bien con su entorno (aunque desconoce el origen de ese malestar).
La incompatibilidad con los relatos de su familia, los secretos, los silencios y las contradicciones en las que vive su cotidianidad la obligan a crearse su propio mundo de marcianos y radares intergalácticos para conectar con algo que no ve pero que sabe que allí está, esperándola. El relato, además, está situado en la década del setenta (quizás la más sensible para abordar el tema de la identidad), pero esa referencia es sutil y habita en los detalles.
Natural Arpajou ha tenido una destacada carrera como cortometrajista (Ana y Mateo, Lo que haría, Espacio personal, Princesas); todas sus producciones han ganado premios en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, y eso le ha otorgado no sólo la legitimación sino también el entrenamiento necesario para abordar un guión complejo que ya tiene alrededor de una década de historia.
El relato de Yo niña es descarnado y hay en esta historia algo catártico porque desde su origen estuvo atravesado por las propias vivencias de su realizadora. El elenco es muy sólido: Carballo y Lamothe componen a unos padres tan radicales y vehementes como desorientados. Y la elección de la pequeña Huenu Paz Paredes (enorme hallazgo) contribuye en buena medida a que el personaje de Armonía tenga esa cuota de ternura, fragilidad y, al mismo tiempo, una gran fortaleza oculta.
Entrevista a Andrea Carballo: «Trabajar con este personaje me obligó a deconstruir muchas ideas sobre la maternidad»
— ¿Cómo te llegó el proyecto de Yo niña?
— Yo ya había trabajado con Natural [Arpajou, la directora] en un cortometraje que se llama Lo que haría. Después de esa experiencia ella me dijo que estaba escribiendo un largometraje y que le gustaba la idea de que volviésemos a trabajar juntas. Y así fue. Leí varias versiones del guión, y había algo en el personaje que me entusiasmaba, quería contar esta historia, transitar la vida de esta mujer. A veces es difícil explicar por qué uno elige un personaje, pero había algo en su manera de procesar las emociones que me interesaba mucho.
— ¿Qué cosas te emparentan a Julia, tu personaje?
— El personaje de Julia a mí me quedaba muy lejos, pero creo que actuar más que ser otra persona se trata de encontrar todo eso que no es tuyo y procesarlo en vos, apropiártelo. Y ahí podés poner tu opinión, tu vida. Trabajar con este personaje me obligó a deconstruir muchas ideas sobre la maternidad, y tuve que entregarme con libertad a este vínculo madre-hija, conectar mucho con la niña.
— Estás viviendo en España y también trabajás acá en Argentina. ¿Cómo ves el panorama de la cinematografía como campo laboral para las mujeres?
— Me parece que lo interesante de estas películas es la mirada permanente que hay desde la mujer y no sobre la mujer. No hay tantas historias que adopten esta perspectiva, y generalmente quien enuncia es un hombre. Creo que ahora está empezando a haber más voces y hay más lugar para aquellas películas que tienen esta mirada. Es importantísimo apoyar el cine dirigido, producido, escrito e interpretado por mujeres.
— ¿Cómo trabajaste la cuestión de la identidad que aborda la película?
— Mi personaje sufre una gran contradicción entre lo que ella cree que es la libertad o una manera de vivir por fuera del sistema y, por otro lado, cuando tiene a su hija delante no se anima a decirle la verdad. Esas son las cosas que me gustaban del personaje, sus contradicciones.
— ¿Cómo imaginás la recepción del público?
— No tengo idea. Lo que sí sé es que esta es una película que no va a dejar indiferente a nadie. Es una historia con la que algo vas a sentir, hacia algún lugar te llega.
— ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
— Voy a estrenar algunas películas: una se llama 36 horas, de Néstor Mazzini; la otra es Invisible. Y además de eso estoy dando talleres, un laboratorio de actuación frente a cámara justamente. Me encanta porque aprendo muchísimo.