Esta pieza escrita por Agostina Luz López se sumerge en el universo creativo de su amiga, la actriz y artista visual Denise Groesman. Animal romántico se sustenta en una escenografía plagada de pinturas, muestras e instalaciones hechas por Denise entre 2006 y 2018, en un cruce muy interesante de lo biográfico atravesado por la ficción. El elenco incluye a Marcelo Subiotto, Rita Pauls, Rafael Federman y la misma Denise. Puede verse de jueves a sábados a las 21 hs. y los domingos a las 20 hs. en el Teatro Sarmiento (Sarmiento 2715).
Animal romántico es una gran convergencia (y convivencia) de lenguajes: por un lado, los recursos dramáticos puestos al servicio de una ficción bajo la mirada de Agostina Luz López, escritora y directora de la pieza; por otro, el impulso creativo y la naturaleza esencialmente visual de Denise Groesman, actriz y artista plástica. Esos dos mundos se cruzan para componer una puesta tan ambiciosa como efectiva. Los espectadores no sólo tendrán la oportunidad de acercarse al mundo de Denise a través de sus obras, sino que también podrán sumergirse en los laberintos de su creación de la mano de Agostina, a partir de las narrativas creadas con la diversidad de materiales que pueblan su obra.
En ese mundo plástico, saturado de colores, cargado y fuertemente visual vive Denise Groesman, la creadora de esas piezas que irán desplegándose ante los ojos del espectador gracias a un dispositivo escénico giratorio: pinturas que nos acercan a la infancia de Denise, su madre, su amiga, la madre de su amiga; el retrato secuencial de un beso apasionado bajo la premisa de inmortalizar lo efímero; la fotografía de una mujer desnuda perdida por la web que alguna vez -confiesa- googleó para calentarse; pantallas con proyecciones de todo tipo; unas telas oxidadas que simulan ser los límites de un pequeño laberinto; un espejo; su choza de la infancia reconstruida con sábanas; una mesa repleta de objetos rotos. Porque la obra de esta joven artista está plagada de eso: restos, descartes, fragmentos, reliquias disfrazadas de baratijas.
El mundo de Denise nos sumerge también en una época: los años noventa. Varios elementos remiten a esa nueva década infame que, sin embargo, tiene el sabor de la nostalgia, de lo que ha quedado atrás: el furor por las muñecas Barbie, los VHS de Disney, la musiquita de Gativideo, una toalla con la figura de Pocahontas. Resulta muy interesante ese viaje temporal en el que podría condensarse perfectamente a toda una generación de madres, padres, hijas e hijos. Por esos laberintos plásticos pululan tres personajes esenciales en la vida de Denise: Rafael (Rafael Federman), su padre (Marcelo Subiotto) y una chica misteriosa (Rita Pauls). Sus miradas se cruzan con la de Groesman y juntos construyen esta autoficción que invita a reflexionar desde la risa sardónica.
El elenco trabaja en una sintonía que le permite al espectador ingresar a esos laberintos desde lo lúdico; vale destacar la maravillosa composición de Subiotto como ese padre un poco ajeno aunque muy empecinado en comprender el trabajo artístico de su hija. El programa de mano define la pieza como «una conversación espiralada y viscosa», y ciertamente lo es porque se trata de un viaje desde un exterior (el entorno de Denise y los personajes que pululan por allí) hacia un interior (su foro privado, la intimidad más profunda). Ese cruce entre lo documental -aquellos fragmentos de su propia biografía esparcidos en toda su obra- y lo ficcional -tan bien diseñado por Agostina Luz López- configura el corazón de la pieza, que a través de esas mixturas pone en cuestión los límites entre lo propio y lo ajeno, el «yo» y lo «otro». ¿Dónde es que termina uno? ¿Hasta dónde se proyectan esos otros?
La pieza navega estos interrogantes con belleza e irreverencia; por momentos el gesto provocativo pasa a primer plano y se adueña de la puesta, generando ciertas tensiones en la platea. Hay nudos muy interesantes que a veces quedan amarrados para preservar el secreto, lo enigmático que aloja cualquier intimidad. Animal romántico propone un juego atractivo porque el acto de develar algo supone siempre ocultar otra cosa. El misterio sobrevuela todas las vidas humanas y ni siquiera un despojo tan radical como la desnudez podría exponer una identidad de manera completa. Una propuesta más que interesante en el Teatro Sarmiento.