Entrevista a Patricia González López: «La felicidad puede ser vista como una amenaza»

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«Yo iba pensando tanto en la inseguridad personal como en las noticias», señala Patricia González López acerca de Otro caso de inseguridad (Santos Locos, 2018).  «A mí me gusta explorar los sentimientos hasta el final, no me sirve esconderme detrás de un poema», comenta acerca del lugar que elige a la hora de escribir: la ternura, la sinceridad y la cotidianidad. ¿Puede la poesía ser un género masivo? ¿Hasta dónde la propia experiencia sirve para construir una obra y un pensamiento político? (Foto: Guadalupe Lombardo)



Sobre la autora

Patricia González LópezPatricia González López  nació el 7 de Agosto de 1986 en Capital Federal. Licenciada en Relaciones Públicas por la Universidad de la Matanza. Realizó la Maestría en comunicación, cultura y discursos mediáticos. Es docente e investigadora de la misma casa de estudios.

Participó en varias antologías y lleva publicó los libros Indecible (Poesía. Milena Caserola, 2009), Dos de Azúcar (Narrativa. MC, 2010), Maldad: cantidad necesaria (Poesía, Llanto de Mudo, Milena Caserola, 2013) y Doliente (Cospel Ediciones, 2016). Compiló la antología Esto pasa. Poesía en Buenos Aires (Poesía, Llanto de mudo, 2015).


La vibración popular de mi historia

Un libro puede ser una forma de contar una historia. Esa historia puede ser tan íntima como generacional a la vez, como es el caso de la poesía de Patricia González López. En su último libro de poesía, Otro caso de inseguridad (Santos Locos, 2018), se puede ver con con mayor solidez su estilo que coquetea lo desgarrador de una confesión y lo punzante de una denuncia. Puede leerse, en esa dirección: «Puedo sentir la vibración popular de mi historia/, pero desde los escombros no escucho los aplausos»; o también: «no voy a borrar mis días por delante/a ahora no, ahora no voy a morirme,/ mañana hay mucho trabajo».

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A través de poemas extensos y otros muy breves, que condensan la potencia y el efecto sorpresa de un grafitti, la autora da rienda suelta a un paisaje cotidiano que sirve de excusa para hablar de lo profundo de los sentimientos: ese detrás de escena que nunca terminamos de comprender.  «Podría decirte que la poesía que es lo que te sorprende, lo que te interpela, lo que te produce un tipo de reacción en el cuerpo que llega antes que a la razón en muchos casos«, asegura González López a La Primera Piedra. 

La autora da rienda suelta a un paisaje cotidiano que sirve de excusa para hablar de lo profundo de los sentimientos: ese detrás de escena que nunca terminamos de comprender

Con una perspectiva de género y de clase, el cuarto libro de poesía de la autora no pide permiso ni se preocupa por los preparativos previos: la potencia de una confesión interpela de lleno al lector. Sin embargo, lejos de aprovecharse de ese impulso primario, González López busca el poema detrás de cada historia y sentimiento, logrando un libro tan parejo como certero. «Me gusta pensar que el lector tenía sentimientos que no sabía cómo expresar y puede encontrarlos en un poema», destaca en esa misma dirección.


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«Quería mostrar ese momento de salida del pozo»

— El libro te llevó bastante tiempo de preparación, ¿cómo fue ese proceso?
— Arrancó en 2016 con los primeros poemas, por abril o mayo aproximadamente. Ahí fue cuando surgió un poco la idea madre del libro, «Otro caso de inseguridad». Después lo abandoné y lo retomé a principio del 2017. Ahí fui repensando el libro, haciéndome preguntas sobre qué libro quería y hacia dónde iba.

— ¿Te gusta que pase tiempo entre la publicación de un libro y otro? Pienso en Doliente, que salió a mediados del 2016.
— Sí, yo pienso mucho en el concepto de reposo. Vos podés tener una idea que te súper entusiasma y tener los textos, pero el reposo te permite verlos con más distancia y ver qué tanto te seguís encontrados con esos textos. Incluso tenía como unos 300 borradores de poemas que armé y desarmé. Algunos los terminé aún sabiendo que no iban a formar parte del libro y otros quedaron afuera en el camino. Traté de ser lo más sintética posible, aunque puede que no me haya salido, para no reiterarme. Eso lleva un tiempo, no es exprés, porque si te dejás llevar por el entusiasmo después te podés arrepentir. Eso ayuda a que uno se lleve mejor con el libro después. Obviamente también hay que sumar la mirada del editor, que ayuda a decidir qué poema va, cuál no. Por último, es importante estar atenta al ánimo: no siempre se tiene el ánimo para editar un libro. Le fui tomando el gusto a tomarme el tiempo que necesitaba.

Si te dejás llevar por el entusiasmo después te podés arrepentir. Eso ayuda a que uno se lleve mejor con el libro después.

— Pensando en Otro caso de inseguridad y también en libros anteriores tuyos, te gusta armar poemarios extensos, que superan el promedio de otras publicaciones. ¿Por qué tomás esa decisión?
— Incluso podrían ser más largos (risas). No suelo pensar en términos de extensión, sino en qué quiero decir y si está todo dicho, si no falta algún poema. Siempre trato de que entre todo lo necesario y sacar lo que sobre, aunque seguramente siempre queden cosas. Yo siento el libro cuando veo que tengo un tema, una idea, no con una cantidad definida. Sí me parece, de todas formas, que los libros breves funcionan un poco mejor y a mí me preocupa que el lector llegue al final, por que ahí es donde se completa el libro, si lo dejás antes, si te aburre, es un pequeño fracaso. Por eso muchas veces utilizo poemas breves como forma de descanso de lectura.

— ¿Tenés en tu cabeza al lector a la hora de escribir?
— Sí, siendo lo más fiel posible a mi idea original. Me gusta pensar un poco en la compasión hacia un otro a la hora de que te lea. No me copa la idea de 5 poemas largos juntos, sino pensar un poco también en el descanso de la vista.    

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patricia gonzalez lopez


—  Con el títulos jugás con la frase hecha que repite el periodismo a la hora de cubrir noticias policiales y, a la vez, con el sentimiento de inseguridad personal, vinculado al autoestima. Sin embargo, leyendo el libro se puede ver como a lo largo de los poemas la voz poética empieza a mostrar cada vez más seguridad en sí misma. ¿Vos cómo lo ves?
—  Exacto, yo iba pensando tanto en la inseguridad personal como en las noticias. Eso a mí me dio el puntapié para pensar qué es la inseguridad, dónde está y qué pasa con las otras inseguridades. El trabajo hoy en día es la nueva inseguridad, el fantasma de perder el trabajo de un día para el otro. Las relaciones vinculares entre amigos también, donde pueden haber traiciones o desconfianzas; también, claro, las relaciones de pareja, donde se pone en juego el poder. Yo quería mostrar ese proceso, cuánto le puede afectar a la víctima lo que hace o dice el victimario y cómo, de a poco, se puede cambiar y curar eso. Quería mostrar ese momento de salida del pozo.

— A lo largo de Otro caso de inseguridad apelás a la sentimentalidad, no la ocultás, incluso en momentos donde puede llegar a rozar la sobreexposición. ¿Cómo trabajás con eso?
— Me parece lo más transparente que puedo hacer. No porque mis pensamientos sean importantes, sino que pueden ser los mismos de cualquier otra persona en cualquier otro ámbito. Con la exposición se logra cierta coraza, porque se dice lo que se quiere decir, no se mezquina nada al poema. Para mí eso es un estilo, aunque a algunos no les guste o no se sientan identificados, pero es lo más real que puedo hacer yo. No me sirve esconderme detrás de un poema, por que después deja de ser tuyo y se convierte en un poema más. A mí me gusta explorar los sentimientos hasta el final, incluso la felicidad puede ser vista como una amenaza. Me gusta pensar que el lector tenía sentimientos que no sabía cómo expresar y puede encontrarlos en un poema. A mí eso me pasa mucho como lectora.

— En ese sentido, está el debate sobre la «poesía del yo», sobre qué tan elaborada puede llegar a ser. ¿Qué opinión tenés en ese campo?
— Vos con la poesía podés mostrar o podés esconder, podés jugar con el lenguaje más abstracto o más concreto. Donde hay cotidianidad, también hay un juego, otra forma del lenguaje, en todo estás trabajando. Yo escribo lo que yo sé, lo que yo vivo, a partir de ahí juzguenme, déjenme o tómenme. No me propongo hacer otra cosa, puede ser algo que va cambiando con el tiempo. No me siento quién para juzgar, sí puedo decir qué poesía me llega y cual no me llega.

A mí me gusta explorar los sentimientos hasta el final, incluso la felicidad puede ser vista como una amenaza. Me gusta pensar que el lector tenía sentimientos que no sabía cómo expresar y puede encontrarlos en un poema. A mí eso me pasa mucho como lectora.

— ¿Y a vos que poesía te llega?
— A mí me llega la ternura, lo simple, lo elaborado con un fondo. Si querés mostrar cuánto leíste, eso es otra cosa, para mí la poesía es identificación. Si vos desde los simple podés explicar otra cosa, ya está, llegaste (risas). Ya sea al leerlo o al escribirlo.

— Siempre parece estar flotando en el ambiente qué tan masiva puede ser la poesía. Últimamente hubo caso de libros que fueron muy leídos. ¿Cómo ves este momento?
— Yo creo que puede crecer, siempre pensando en un crecimiento conjunto, si nos manejáramos más como bloque o comunidad. Hay un prejuicio con la poesía, que es esa poesía compleja, inalcanzable. Entonces, para que la poesía se mueva, primero tenés que superar ese prejuicio. Ahora bien, tenés eventos de poesía que un domingo te convocan 300 personas. Es decir, hay una circulación y podría circular más si nos moviéramos más en conjunto. La poesía y el secreto es algo que siempre fueron de la mano, pero es algo que se puede abrir.

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Patricia Gonzalez Lopez

Foto: Guadalupe Lombardo


— Hablando de apertura, ¿cómo ves el uso de las redes sociales como forma de exposición para la poesía?
— Me parece genial, porque en primer lugar rompés con la inmediatez y con la imagen. Al poner un poema, quebrás eso, y las personas se enganchan, leen. A partir de eso pueden comprar tu libro, te contactan. No es un ambiente esperado para la circulación, pero a la vez es súper necesario. Leo mucho y conozco mucho a los poetas a través de las redes, como una previa a la acción offline: conseguir el libro y tener una lectura silenciosa.

— La segunda parte del libro, «Off», está formada por poemas muy breves, que van en contra de lo que suele ser tu estilo: poemas extensos. ¿Por qué ese cambio?
— Un poco porque no supe cómo rodear esa frase, esa anotación en un bloc de notas. Pensé que si no podía agregarle nada más, es porque ese era el poema. No quería caretearla tampoco. La ubicación en el medio es un poco temporal, porque surgieron después, y remiten un poco a eso: una pausa, estar Off por un momento.

— Tanto en este libro como en Doliente me pareció interesante cómo abordás las problemáticas feminstas y su punto de vista, casi de una manera más subterránea, sacando algunas excepciones donde la referencia está claramente en la superficie. ¿Es una decisión consciente?
— No siempre me doy cuenta de lo que hago, pero sí me da mucho miedo hacer algo panfletario. Todo poema yo puedo justificarlo, por qué escribí algo de una manera y no de otra. En el poema «No le tomaron la denuncia», por ejemplo, se dio un paso de lo personal a lo colectivo, porque vi que lo importante no era yo. Las intensiones que podés tener a la hora de escribir no siempre van a ser del todo visibles. A veces pienso más en conjunto, otras veces más desde mí.

No siempre me doy cuenta de lo que hago, pero sí me da mucho miedo hacer algo panfletario. Todo poema yo puedo justificarlo, por qué escribí algo de una manera y no de otra.

— De todas formas, lo personal es político, ¿no?
— Claro, pero no me atrevo a decir que mi poesía es «re feminista». Sí siempre pienso desde una perspectiva de género y hasta de clase, no puedo ocupar la mirada del patrón, salvo para burlarme.

— Para ir terminando, la pregunta obvia: para vos, ¿qué es la poesía?
 Te podría decir dos cosas: una manera no corriente de contar lo corriente, que es una definición que escuché de muy chica. Por otra parte, podría decirte que la poesía que es lo que te sorprende, lo que te interpela, lo que te produce un tipo de reacción en el cuerpo que llega antes que a la razón en muchos casos.

— A la hora de escribir, ¿tenés alguna rutina o sos presa del impulso?
 Las dos cosas: si se me ocurre algo, anoto en papel o en un borrador digital, como los mails de gmail. Pocas veces me sale un poema de una, no siempre. Sí me pasa que suelo escribir sobre temáticas parecidas en determinados momentos, por lo que me acuerdo y vuelvo a esos borradores.Cuando llega el momento de editar o cerrar un poema, ahí sí no puedo parar hasta que termine.



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