Entrevista a Hans Weingartner, director de la película 303: “Creo que el capitalismo destruye el alma de las personas”

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Hans Weingartner nació en Austria en 1977, estudió física y neurociencias en Viena, trabajó como neurocirujano en Berlín, realizó estudios de cine en Colonia y ese itinerario lo trae hoy a Buenos Aires. Durante esta semana el director del celebrado film Los edukadores estará presentando 303 en el marco del Festival de Cine Alemán que comienza hoy y se extenderá hasta el 19 de septiembre. Las películas se proyectarán en Village Recoleta (Vicente López 2050) y Village Caballito (Av. Rivadavia 5071). Las entradas pueden adquirirse por Internet o en boletería. La Primera Piedra entrevistó a Weingartner durante su estadía en la ciudad.


Hans espera en el sillón de la pequeña habitación de hotel donde se ha llevado a cabo la ronda de entrevistas durante toda la tarde. Se pone de pie para saludar y su altura descomunal lo obliga a encorvarse: un auténtico gigante de gorra con visera y jeans rotos. En estas latitudes existen ciertos rasgos asociados al «alemán promedio»: alto, serio, seco, frío, solemne, duro y quién sabe cuántas cosas más. Weingartner nació en Austria, aunque desarrolló toda su carrera cinematográfica en Alemania. Hoy está en nuestro país para presentar su última producción (303) en la 18º edición del Festival de Cine Alemán, y con su amabilidad rápidamente descarta varios de esos adjetivos prejuiciosos. Eso sí: Hans se toma todo el tiempo que considere necesario para amasar cada respuesta en su cabeza antes de ponerla en palabras.

— ¿Cuál fue el origen del proyecto que estarás presentando en el Festival, 303?

— En realidad hubo dos puntos de partida para este proyecto: por un lado quería hacer una película sobre cómo surge el amor y específicamente sobre la etapa del enamoramiento; por otro, tenía ganas de hacer un film orientado hacia lo teológico porque había trabajado en la película Before sunrise (Antes del amanecer) en Viena. Tuve la oportunidad de leer el guión original y me gustó mucho; inmediatamente me pareció una combinación excelente.

Ya que mencionás esta película, muchos críticos señalan cierto parentesco entre 303 y la trilogía de Richard Linklater. ¿Qué pensás al respecto y cuál creés que es tu sello de autor?

— Creo que la diferencia más notable entre mis producciones y el cine de Linklater es el sentido de la realidad que se juega en ellas. Me parece que mis películas están mucho más cerca del registro documental que las suyas. Quizás esto no se verifique en toda mi obra, pero en líneas generales me identifico bastante con el neorrealismo italiano. Y ciertamente mis películas son mucho más políticas que las de él.


303 es una historia de amor entre dos jóvenes estudiantes alemanes que se conocen por casualidad y deciden emprender juntos un viaje de autodescubrimiento por Europa, arriba de una casa rodante. Jule (Mala Emde) estudia biología, está embarazada y debe ir hasta Portugal para darle la noticia a su novio (un dato ineludible: en su bolso lleva pastillas abortivas); Jan (Anton Spieker) estudia ciencias políticas, acaba de perder la oportunidad de una beca y debe ir a España para conocer a su padre biológico del que se ha enterado recientemente. Esos rasgos definen un contrapunto muy atractivo entre los protagonistas porque tienen concepciones diametralmente opuestas sobre el mundo que habitan, y sus acalorados diálogos reflejan claramente esas discrepancias en torno al amor, el capitalismo, la política, la esencia humana, el matrimonio, la monogamia y muchos otros temas.


Me prometí que no empezaría a rodar hasta no encontrar a los actores perfectos, y los diálogos en esta película son tan importantes que si no estaban bien hablados todo se podía ir cuesta abajo. Aún así, creo que de haber sabido que iba a tardar tanto en encontrarlos, quizás nunca habría comenzado.

— ¿Cómo creaste los dos personajes que protagonizan la película?

— En principio quería que fuesen bastante diferentes, más bien opuestos, porque si hubiesen tenido una misma opinión acerca de todos los temas que toca el film esto se habría vuelto bastante aburrido. Podríamos decir que adapté los personajes a estas dos posturas bien marcadas. Una vez que terminamos de definir los personajes, buscamos personas reales que conociéramos y representaran estas características para poder conectar verdaderamente con eso y tomar algunos elementos de sus propias biografías. Es muy importante para un actor saber a quiénes representan.

— Anton Spieker y Mala Emde tienen la capacidad de hipnotizar frente a cámara y su trabajo resulta muy convincente, ¿cómo fue el casting y cómo diste con estos actores?

— El casting para la película me llevó dos años e hicimos tres castings diferentes. Por lo general uno busca durante dos o tres meses, pero dos años… ¡es una locura! No estaba planificado que fuera así. Yo pensé que iba a encontrarlos mucho más rápido, pero no se dio y quise ser muy radical con esto: me prometí que no empezaría a rodar hasta no encontrar a los actores perfectos, y los diálogos en esta película son tan importantes que si no estaban bien hablados todo se podía ir cuesta abajo. Aún así, creo que de haber sabido que iba a tardar tanto en encontrarlos, quizás nunca habría comenzado.

— De alguna manera hay una continuidad entre Los edukadores y 303. Los nombres de los personajes, por ejemplo, son los mismos. Otro punto de convergencia son las duras críticas al capitalismo. ¿Qué pensás sobre esto como autor y qué implica hacer cine dentro de este sistema?

— Como artista y productor tengo el privilegio de ver el sistema desde afuera, con otros ojos, y justamente soy muy crítico de estos mecanismos porque considero que el capitalismo no es un sistema justo para la humanidad. Quizás sea justo para el 5% de la población que se encuentra en la cima de la pirámide social, pero no para las inmensas mayorías. Creo que los humanos no nacimos para luchar los unos contra los otros, y considero que este sistema sigue existiendo únicamente por el lavado de cerebros y los múltiples mecanismos de evasión. Por un lado puedo decir que es un privilegio mirarlo desde afuera y criticarlo, pero por otro es sumamente difícil porque cuando logramos salir de la Matrix nos damos cuenta de cómo sería esa vida fuera de ella. Por supuesto hay gente que es más feliz viviendo dentro de la Matrix, aunque la palabra quizás no sea «feliz», pero sí satisfecha. El consumo de antidepresivos aumentó 10 veces en los últimos 20 años: eso marca claramente lo que está ocurriendo.

No sé si esto logra apreciarse sin dominar el idioma alemán, pero ensayamos estos diálogos como si fuesen una pieza de música para darle todos los ritmos y giros que tiene. Lo importante era incorporarlos, hacerlos propios, que los actores pudiesen apropiárselos para que al ver la película los espectadores sintieran que eran espontáneos.

— Tu guión es muy preciso y tiene un pulso narrativo muy marcado. La película dura dos horas pero en ningún momento decae ese ritmo. ¿Cómo lograste dosificar eso y qué cuota de ensayo e improvisación tiene el resultado final?

— Los diálogos estaban redactados al cien por ciento y ensayamos durante seis semanas. No sé si esto logra apreciarse sin dominar el idioma alemán, pero ensayamos estos diálogos como si fuesen una pieza de música para darle todos los ritmos y giros que tiene. Lo importante era incorporarlos, hacerlos propios, que los actores pudiesen apropiárselos para que al ver la película los espectadores sintieran que eran espontáneos, algo que se les acababa de ocurrir. Esto puede compararse con la música: antes yo solía tocar el cello y llegaba un momento en el que las manos sabían exactamente adónde tenían que moverse porque la partitura ya estaba asimilada. Eso mismo quisimos lograr con los actores: que la boca hablara sola para que ellos pudieran concentrarse exclusivamente en la interpretación.

Anton Spieker, Mala Emde y Hans Weingartner

— La película es una road movie y aparecen bellísimos paisajes de Europa. ¿Cómo fue la selección de las locaciones teniendo en cuenta que la mayoría de esos sitios tenían que ser más bien despoblados si el foco estaba puesto en los protagonistas?

— Dos años antes del rodaje yo mismo hice ese recorrido con un equipo. La elección de los lugares fue un poco azarosa; es lo que ocurre cuando uno se va de vacaciones o de camping, ¿no? Es cierto que los lugares tenían que ser más bien silenciosos y sin personas, pero creo que uno no los elige de manera tan consciente. Yo vengo originariamente de la montaña, así que quería filmar algo ahí; también hago surf y por eso quería llegar al Atlántico. De todos modos, creo que esta es la ruta clásica que cualquier joven alemán hace en algún momento de su vida.

Personalmente siempre amé esas etapas en las que conocía a una mujer, ese momento en el que uno todavía no sabe si va a formar una pareja o no pero hay mucha ilusión, muchas sensaciones. Todo está muy claro en la cabeza, el mundo comienza a brillar…

— ¿Cuál es el rol que juega la naturaleza en este relato?

— La naturaleza y la música juegan un rol muy importante porque el relato aborda esa descolocación; la magia y la autenticidad están muy marcadas por cómo hago la parte del sonido, cómo muevo la cámara y cómo guío a los actores. El espectador debe tener la sensación de estar ahí, y todas estas técnicas las tomé del género documental. Aún así, tiene que estar ese componente mágico que también forma parte de la historia.

— Las road movies recuerdan siempre al universo de Jack Kerouac con su novela En el camino. ¿Cuáles fueron tus inspiraciones a la hora de construir este relato?

— En realidad mi propia vida. Personalmente siempre amé esas etapas en las que conocía a una mujer, ese momento en el que uno todavía no sabe si va a formar una pareja o no pero hay mucha ilusión, muchas sensaciones. Todo está muy claro en la cabeza, el mundo comienza a brillar, se percibe esta energía, todo está vibrando y uno está completamente concentrado, viviendo al máximo, vida al doscientos por ciento… Por otro lado, siempre me gustó mucho hacer estos viajes en casas rodantes antiguas, y también me encanta indagar en estas teorías políticas sobre por qué razón este sistema no puede funcionar: creo que el capitalismo destruye el alma de las personas, destruye el planeta y me cuesta mucho pensar que haya personas que no se interesen por esto.


El film de Hans Weingartner se proyectará:
  • VIERNES 14 a las 19 hs. y MARTES 18 a las 17 hs. en Village RECOLETA
  • SÁBADO 15 a las 19 hs. y LUNES 17 a las 17 hs. en Village CABALLITO
Encontrá toda la programación del Festival de Cine Alemán en este link

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