Entrevista a María Pien: «Le agradezco mucho al feminismo abrirme los ojos»

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«Me han dicho que hacía música tranquila y yo nunca me sentí del todo identificada por eso. Creo que en el último año he hecho mucho trabajo personal para cagarme en eso», señala María Pien. Compositora, cantora, guitarrista y partícipe de diferentes colectivos musicales y frente de artistas, luego de sacar un nuevo disco solista reflexiona en la siguiente entrevista con La Primera Piedra sobre el presente musical argentino y la transformación que allí, y en todos los ámbitos, están dando las mujeres. «El movimiento de mujeres está explotado y nos está haciendo muy bien. Es la revolución en la que yo creo», sentencia.  (Fotos: Josefina Chevalier)



— ¿Cómo te acercaste a la música?

— Supongo que es como las cosas que tienen una energía de vibración similar. La música y yo nos acercamos a la misma vez. No sabría explicitar mucho el cómo, porque fue antes de que tenga conciencia de cómo pasan las cosas. Lo siento como algo que me fue dado, desde muy chica sentí interés por el sonido, por la música, por lo que me genera, a los ruidos que me molestaban y a la música que me conmovía o me hacía bailar o me divertía o me generaba movimiento físico que eso es algo muy zarpado que hace. No me da igual que haya ruido todo el día o cuándo quiero tocar. La música mueve cosas adentro. Es tan fuerte que no pude evitar hacer música, siento que vino de algún lado conmigo.

— ¿Cómo recordás esos primeros gustos musicales?

—Variados. Los primeros gustos musicales tienen que ver con tu casa, no tienen que ver necesariamente con vos. Mi primer amor musical fueron los Beatles. Un montón de música de los ’60 de acá como el Flaco Spinetta, Charly García, mujeres músicas que me inspiraron a querer cantar como Karen Carpenter o «Mama» Cass. A María Elena Walsh, la amaba, cantaba todas sus canciones, la sigo amando y la amaré por siempre. También, tengo el recuerdo del primer cassette que pedí específicamente que me compren y que era re mio y para mí (porque los Beatles era de todos) fue de Roxette y dormía todas las noches escuchándolo.

— ¿Hay gustos que te avergüencen un poco?

— No, ni a gancho. Amo la música. La música es una sola en tanto me conmueve o me mueve y eso puede ser de mil maneras. No solamente quiere decir que me interese solo la que me hace llorar, que me interesa mucho, pero me interesa la música que me genera algo y que me puede dar ganas de bailar, gritar, romper algo o me puede permitir exorcizar una cierta energía y toda clase de música entra dentro de esto. Cuando era chica me encantaban las Spice Girls y son un producto hecho por el mercado para vender pero me encantaban.

Me interesa la música que me genera algo y que me puede dar ganas de bailar, gritar, romper algo o me puede permitir exorcizar una cierta energía y toda clase de música entra dentro de esto.

— Participás del sello discográfico Elefante en la Habitación, ¿cómo es este trabajo colectivo e independiente?

— Esas son grandes preguntas para nosotros. ¿Qué es independiente? Para mi somos interdependientes. Independiente tiene la implicancia de no necesitar a nada ni a nadie. No es nuestro caso para nada. Elefante en la Habitación, además de ser un sello de gestión colectivo, es un frente de artistas, es un grupo humano, del cual soy parte fundadora y para mi es como parte de mi historia. No se maneja como una empresa ni siquiera hay roles tan claros. El trabajo es el de ir cada día redefiniendo qué nos motiva, qué nos da ganas de hacer, de qué manera podemos hacer acciones en conjunto y cosas concretas que nos ayuden al crecimiento artístico personal, y que cubran algunas necesidades que como artistas tenemos como, por ejemplo, distribuir nuestra música. Si bien participamos en los proyectos de los otros y hay mucho cruce interno del sello, nos pensamos como un grupo abierto que siempre está buscando escuchar nuevas cosas, dejarse atravesar por otras movidas, otras escenas. Hace siete años que empezamos, hay gente que ya no está y gente que se sumó, eso hace que todo el tiempo esté en reconstrucción y deconstrucción la dinámica interna.


Maria Pien

Foto: Josefina Chevalier


— ¿Cómo se da esa experiencia?

— La verdad que para nosotros la experiencia es de puro crecimiento y aprendizaje. Estamos juntos en los buenos momentos para brindar y en los malos momentos para abrazarnos y compartir un montón de cosas que quizás es difícil hacerlo sola. Para eso nos sirve Elefante en la Habitación, además de un montón de cosas prácticas. Somos músicos que autogestionan sus trabajos, sus músicas y sus formas de compartirlas, y además entre todos quieren apoyarse y gestionar algo que les permita crecer y activar. A diferencia de los grandes sellos que te ponen toda la papa, es muy distinto el rol del músico gestor y de los sellos de gestión colectiva que es lo que nos hemos llegado a considerar más que independiente.

— ¿Lo ves como una apuesta política, tener este sello propio y autogestivo?

— Todo es político. Es un poco el signo de estos tiempos, el que nos demos cuenta que cada pequeña acción no es inocente. Está bueno cuidar estos espacios y darles el valor que se merecen, es todo un trabajo tomar conciencia del valor que tienen. En algún punto, es superar la paja. Todos los actos son políticos y tienen que ver con nuestra vida en sociedad y con querer hacer algo mejor con eso, o con la utopías: querer hacer las cosas de otra manera porque no te gustan como son. Esa fue la semilla de Elefante. Originalmente, nos juntamos a llorar, a hacer catarsis, a volcar nuestras angustias y empezamos a imaginar cómo sería una escena musical donde habitemos. Si, es una decisión política. Para nosotros es una especie de militancia hacer las cosas de esta manera y creer, de verdad, la idea de que si mi compañero crece también me hace crecer a mi. Es una gran red. Es ir entretejiendo las redes que cada uno tenía, pero también que le llegue a las demás personas que tenemos a nuestro alrededor que son como nuestro ecosistema. Es un desafío.

Todos los actos son políticos y tienen que ver con nuestra vida en sociedad y con querer hacer algo mejor con eso. Esa fue la semilla de Elefante en la habitación. Originalmente, nos juntamos a llorar, a hacer catarsis, a volcar nuestras angustias y empezamos a imaginar cómo sería una escena musical donde habitemos. Si, es una decisión política. Para nosotros es una especie de militancia hacer las cosas de esta manera y creer, de verdad, la idea de que si mi compañero crece también me hace crecer a mi.

— En relación a eso, ¿qué tan difícil es «vivir de la música» actualmente?

— Siempre digo que vivo «para», más que «de» la música. A mi me interesa desinstalar de la mente de las personas la idea de que hacer música o hacer arte es algo difícil. Me parece que no es más complicado que ninguna otra cosa en particular y no es más difícil que seguir cualquier sueño que no esté necesariamente alineado con la mentalidad mercantilista ni capitalista. Como si además lo otro estuviese asegurado. Tenemos que problematizar muchas cosas. La música es un trabajo como cualquier otro. Te va a requerir mucha pasión, seguro, para justamente no dejarse afectar por todos los pre conceptos y lugares comunes tan validados. Imaginen por un segundo un mundo sin música, te morís de angustia al instante. No hay nada particularmente más complejo pero sí me parece que principalmente vivimos en un mundo de mierda donde hay gente que la tiene más difícil de entrada por nacer en un contexto que te brinda menos herramientas, y como nuestras acciones ayudan a que eso cambie es algo que inquieta constantemente, y siento que hago muy poco o que lo que hago no sirve para que esto cambie. En general me lo planteo con angustia.

— Principalmente tocás solista, pero ahora estás tocando en bandas como Guli o Ruiseñora con Lucila Pivetta. ¿cómo se dan esos pasajes?

— Es natural me parece, mis intereses nunca estuvieron solamente en un lugar. Nunca fui una persona cerrada, ni me interesó solamente un tipo de música. Ahora me permito ser mucho más libre para explorar, me siento que me juzgo menos a mi misma que es algo que espero seguir progresando. Animarme. Se me dio la posibilidad de estar en Guli, una banda que me encanta, y tocar ahí la guitarra. Es un gran desafío que hace un año acepté y me puse también a estudiar porque respondía a un deseo de larga data, esto de asumirme como violera. Es hermoso porque también me permite vivir otras cosas con la música totalmente diferentes, porque es una música más lúdica. Y con Ruiseñora me pasa lo mismo. Estamos explorando otra cosa, componiendo juntas algo que sentimos que no se parece a lo que hace ninguna por separado. La suma de las partes genera algo muy distinto y podemos canalizar otra energía. Es súper divertido y me alimenta.

— Las canciones de tu último disco «Afuera el sol estalla» está compuesto por amigos y amigas artistas, ¿cómo salió la necesidad de hacer eso?

— La idea del disco la tenía desde hace muchos años y tiene que ver con que hay muchos músicos y músicas muy zarpados. Tengo la suerte de tener a mi alrededor a muchos de ellos y eso para mi es retroalimentación constante. Estas canciones me dieron mucho placer, fue muy hermoso cantarlas, investigar cada tema, trabajar con la música, con el texto, ver como versionarlas. También, coincidió con una época en la que yo sentía que necesitaba tomar prestadas palabras de otras personas porque mis propias palabras me estaban causando mucho dolor porque tenían que ver con la muerte de mi viejo y las canciones que había hecho me conmovían y me costaba tocar. Tampoco quise forzarlas. Este proyecto fue como un recreo de tanta densidad.  Fue una manera de hacer un homenaje a esa red, a ese frente de artistas que mencionaba antes, al ecosistema que somos. Nadie es solo o sola.

— ¿Cómo es eso?

— El apoyo mutuo. Me alegra mucho que el feminismo lo plantee de entrada, esto de la sororidad. Creo que es una idea que representa lo que pienso. Está todo bastante duro, estamos en un momento medio bisagra, de superposición de muchas ideas en el que las cosas lógicamente se están enfrentando porque todo aquello que ya vemos que va a caer eventualmente, aún no cayó. Y va a caer porque no es sustentable la forma de vivir que tenemos, no nos hace bien. Pero en el medio, si algo podemos hacer es cebarnos mutuamente. Darnos manija y apoyo. Eso es Elefante también. Eso hacemos con mis amigas. Este disco también es como mi aguante a todas estas personas.

— ¿Cómo ves la escena musical argentina en este momento?

— Explotada. Tenemos que entender que es un pulpo gigante, abarcativo de muchas escenas. La veo detonada, en la cresta de la ola. Así como también el contexto político mundial y, obviamente, el argentino es una mierda, lo más lógico es que la creatividad surja por los poros, por las grietas que deja la sociedad. Es algo que me renueva la fe en la humanidad que la pierdo todos los días. Creo que se está en un momento de florecimiento o renacimiento, no se si hay gente que aún no se dio cuenta, me tiene un poco sin cuidado, pero siempre que puedo lo digo porque en todo el país está pasando. Creo que es un momento espectacular para todas las músicas y las artes. Hay gente haciendo cosas re interesantes, de lo que se te ocurra, así que talento por doquier.

Creo que somos más conscientes que antes de las desigualdades de nuestro medio. Es muy fácil pararse en el lugar de «se tienen que merecer el espacio» pero es como la discusión del cupo en el Congreso: partamos de la base de que hay una desigualdad y veamos que acciones van a contribuir a que esa desigualdad descienda o que se equiparen un poco las cosas.

— ¿Cómo ves el rol de las mujeres ahí, en esa escena explotada?

— Venimos pidiendo pista. Creo que somos más conscientes que antes de las desigualdades de nuestro medio. Es difícil abordarlo porque muchas veces son sutiles y solapadas. Es muy fácil pararse en el lugar de «se tienen que merecer el espacio», y nadie habla de que no se trate de una cuestión de merecimiento, pero es como la discusión del cupo en el Congreso: partamos de la base de que hay una desigualdad y veamos que acciones van a contribuir a que esa desigualdad descienda o que se equiparen un poco las cosas. De por si ya es importante nuestra consciencia como mujeres de pedir pista y no permiso, de ponernos a nosotras en los lugares que queramos. Tomar conciencia de que no tenemos obligación de ser nada. Todo tiene que partir desde el deseo de cada una. Hay miles de forma de manifestarse en un escenario. El peligro es caer nosotras mismas en nuestro propio juicio. Gracias al feminismo muchas hemos tomado la idea de ser buenas compañeras, escucharnos, respetarnos, cosas muy básicas, pero antes no pasaba. Partir de la sororidad. Le agradezco mucho al feminismo abrirme los ojos en relación a eso.


Maria Pien

Foto: Josefina Chevalier


— En ese sentido y a nivel general, ¿cómo ves el movimiento de mujeres?

— También lo veo explotado y nos está haciendo muy bien. En este momento, es la revolución en la que yo creo. Nos encontramos con compañeras de camino que no conocemos pero que están en la misma: queriendo desde su lugar, desde su tarea, generar ese cambio de paradigma con nuestras acciones. Descubrir que existen tantas otras mujeres que están en esa, me renueva. Si en algún lugar estoy depositando mi fe está en nosotras. Creo que a nosotras nos da menos miedo y eso está re bueno. Es muy fuerte estar viviendo esto entre todas porque siento que cada una se está reencontrando y se permite ser otra que no era. Me ceba mucho. Sin saber los detalles puntuales de cómo cada una lo está haciendo, intuyo e imagino que esto está pasando y me hace pensar en que realidad futura hermosa estamos creando con nuestros actos presentes.

Si en algún lugar estoy depositando mi fe está en nosotras. Creo que a nosotras nos da menos miedo y eso está re bueno. Es muy fuerte estar viviendo esto entre todas porque siento que cada una se está reencontrando y se permite ser otra que no era. Me ceba mucho.

— Estamos en medio del debate por el aborto en el Congreso. Hace poco firmaste la carta por el apoyo al proyecto de ley como mujer y música, ¿cómo ves la explosión que dio este reclamo en este año?

— Lo veo como un gesto de este movimiento y de la posibilidad de reclamar potestad sobre nuestras decisiones, sobre nuestros cuerpos y sobre nuestro territorio que fue y sigue estando tan invadido. Pienso que las mujeres estamos expulsando de nosotras algunas cosas, como sacudiéndonos. He recibido comentarios sobre «las formas del feminismo», pero creo que nadie le puede decir a nadie como hacer las cosas. Además, era lógico, me parece. Si uno ve la historia de la opresión de las mujeres, así como las distintas opresiones, tiene un sentido la revuelta y la explosión. Creo que estamos en el medio de eso. Supongo que con el tiempo se irá equilibrando y tendrá que ver con que podamos despedir aquello que ya no va. Hoy por hoy, Macri es presidente y (Donald) Trump es presidente del mundo, y mi optimismo parece un poco infantil pero creo que todo esto está pasando por debajo.

— Si tenés que recomendar cómo empezar a escucharte, ¿por qué disco o por qué tema dirías? Pensando en que venís de discos un poco más tranquilos y este último es un poco distinto.

— Lo que más me gusta es cuando la gente llega por azar, sin que nadie lo fuerce. Así que no se si me atrevo a dar una respuesta. Si me preguntas que es lo que más me gusta a mi, siempre va a ser lo último porque es lo más reciente a cómo me siento yo ahora pero por una cuestión de temporalidad.  Empezaría por ahí e iría para atrás. Lo que me importa es, si eso fuese posible, pedir que la escucha sea desprejuiciada, que no busquen meterme en un lugar. Me han dicho sobre la música tranquila y yo nunca me sentí del todo identificada por eso, nunca busqué hacer música tranquila, ni en pedo y me sorprendió cuando me empezaron a decir eso. Creo que en el último año he hecho mucho trabajo personal para cagarme en eso, cagarme en que me pongan en un lugar u otro. Yo trato de desprejuiciarme conmigo misma, me gustaría que la gente me escuchara con desprejuicio, sin querer meterme en una casilla o en un género. Hago la música que me conmueve y lo hago lo mejor que puedo y eso es lo que trate de hacer en cada disco.

— No te voy a preguntar en que género te incluirías entonces..

— No, por favor. Mi objetivo es hacer música, la música que me mueve, la música que me gusta en ese momento. Cada disco es como una foto de un momento. No me la puedo creer tanto para pensar que eso me define. Entonces no me quiero definir, que hablen los discos. Además, me imagino y espero poder hacer muchos discos, entonces es como poner varias piedras y hacer un camino, y como cada uno lo quiera enmarcar está más allá de mi, yo hago lo que siento que tengo que hacer.

— ¿Qué presentaciones se vienen para este disco?

— Lo voy a dejar fluir pero también voy a presentarlo. Tengo muchas ganas de tocarlo. La presentación va a ser el 26 de septiembre en la sala Caras y Caretas, en banda para llevar los climas y paisajes sonoros que hay en este disco al vivo. Me dan muchas ganas, me entusiasma. Voy a estar en estos meses armando esta banda. También, voy a estar en varios otros proyectos también, así que no voy a estar tocando hasta esa fecha.

— ¿Estás laburando en otros discos también?

— Si, estamos por grabar con Ruiseñora. Con Guli, si bien yo no compongo, grabe muchas voces y es un disco que va a salir pronto. Voy a estar tocando mucho con ambas bandas. En julio se va a hacer un festival de Elefante en a Habitación. También voy a estar grabando un disco de canciones mías. Mi viejo murió en enero de 2016 y tengo muchas ganas de hacer una obra con eso que me lleva un montón de trabajo personal. Estoy haciéndolo de a poco y me requiere más para adentro. Este año voy a estar en la mía y atendiendo un poco mis necesidades.



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