Monologazo es una panzada de monólogos interpretados por mujeres. Cuatro actrices. Cuatro historias más o menos fuera de lo común. El hilo conductor aquí es el rol de la figura femenina en distintos espacios: un teatro independiente, una cancha de fútbol, un simple sillón o un bus turístico. La obra puede verse todos los viernes de junio a las 22.30 hs. en No Avestruz (Humboldt 1857).
Monologazo se estructura a partir de cuatro monólogos interpretados por mujeres. Marcela De Grande da vida a una actriz del under que intenta sacar adelante una obra de la que se bajaron directora y protagonista masculino, envueltos en un romance. Vicky Brudny interpreta a una mujer árbitro que —a través del lenguaje técnico y varios guiños futbolísticos— hace catarsis y expone una catarata de deseos reprimidos.
Valeria Zylberberg representa a una mujer hipocondríaca con problemas de depresión, ansiedad y ciclotimia galopante (entre otros tantos). Finalmente, Mariela Barcos interpreta a una guía de turismo bastante peculiar que muestra a sus pasajeros las calles de Rusia y tiende a empinar el codo una preocupante cantidad de veces durante el viaje.
…la propuesta nos invita a pensar el rol femenino mucho más allá de los estereotipos recorridos incansablemente en el campo del humor (incluso en el humor hecho por mujeres): la típica compradora compulsiva, la tarjeteadora serial, la adicta a la peluquería, la histérica menstrual, la obsesiva del orden o la depre post-ruptura no son aquí las protagonistas de la noche.
La idea es buena y los personajes están bien pensados en función de una sana distancia respecto a los tradicionales estereotipos que pueden encontrarse en los monólogos femeninos; el de la mujer árbitro quizás sea el más disruptivo y eficaz. Sin embargo, las interpretaciones son desparejas, hay algunos fragmentos sobreactuados innecesariamente desde lo gestual y ciertos chistes no generan las reacciones esperadas.
El tiempo de cada una en escena tampoco es suficiente como para trazar un arco dramático efectivo. Aún así, cada monólogo registra algunos buenos momentos de hilaridad, pero todo indica que el potencial de estas actrices no ha sido suficientemente explotado. Quizás sus performances puedan ir aceitándose con el correr de las funciones, pero lo cierto es que hasta aquí parecen haber quedado a medias tintas.
De todo modos, cabe destacar que la propuesta nos invita a pensar el rol femenino mucho más allá de los estereotipos recorridos incansablemente en el campo del humor (incluso en el humor hecho por mujeres): la típica compradora compulsiva, la tarjeteadora serial, la adicta a la peluquería, la histérica menstrual, la obsesiva del orden o la depre post-ruptura no son aquí las protagonistas de la noche. Esa distancia prudente sin dudas amerita alguna celebración.
