5 exposiciones sobre la legalización del aborto que dejan en silencio a los antiderechos

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Después de casi dos meses, cientos de expositores pasaron por el recinto parlamentario para debatir sobre la legalización del aborto, proyecto que se votará en la Cámara de Diputados el próximo 13 de junio. En este tiempo, muchas fueron los discursos que dejaron en claro por qué la interrupción voluntaria del embarazo es un derecho de las personas gestantes y un tema de salud pública del que el Estado tiene que responsabilizarse. A continuación, seleccionamos cinco de ellas que silencian los argumentos de quienes se oponen. (Foto: China Díaz)



Martha Rosenberg – piscoanalista, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Seguro, Legal y Gratuito

Parto de la convicción  de que nadie puede sustituir, penalizar o dictaminar que hace con un embarazo no buscado, no deseado, no previsto, no evitado, no pensado, no consentido. Un embarazo presidido por el ‘no’, es un hecho traumático en la vida de una mujer al que hay que encontrarle solución. (…) Aspiramos a que se reconozca la libertad de decidir sobre su embarazo como derecho básico de ciudadanía de las mujeres. Para hablar de derecho de las mujeres al aborto no se puede pasar por alto el papel humanizador del vínculo que da origen a cada vida humana individual, el vínculo con la madre. (…) Lo que humaniza al embrión es el deseo materno que anhela que ese embrión sea un hijo (…)». «Existe un niño por nacer cuando la mujer inviste su embarazo y decide que quiere que sea su hijo».

«Ni los varones, ni las leyes ni los médicos, ni la iglesia son quienes hacen nacer niños: somos las mujeres que, ante el compromiso vital que implica la maternidad, decidimos si o no gestar o parir según nuestro saber y entender.

«Ni los varones, ni las leyes ni los médicos, ni la iglesia son quienes hacen nacer niños: somos las mujeres que, ante el compromiso vital que implica la maternidad, decidimos si o no gestar o parir según nuestro saber y entender. (…) Destinar un embarazo al nacimiento es la obra del trabajo deseante de la mujer, que así le da humanidad singular a lo que prolifera en ella. (…). El proyecto de interrupción voluntaria del embarazo que presenta la Campaña Nacional abre espacios de implomentacion de politicas publicas que garanticen los derechos y la autoridad de las mujeres para gobernar sus vidas y valoriza su capacidad de transmitir valores de autonomía y creatividad cultural. Legitimar el derecho a las mujeres a una maternidad voluntaria y no imponerla como obligatoria sin su consentimietno es una deuda de la democracia.

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Martha Rosemberg/ Foto: Latfem



Myriam Bregman – legisladora de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores

«Los que se definen en contra [de la legalización del aborto] lo hacen por fríos cálculos electorales o presionados por poderes fácticos, como los poderes de la iglesia. Esa institución no actúa en el vacío: aprovecharon el tedeum del día de la patria para manifestarse en cadena nacional contra el derecho al aborto. Tienen, a su vez, su correa de transmisión en los gobernadores que usan como prenda de decisión los derechos de las mujeres, gobernadores que se resisten incluso al aborto no punible, legal desde 1921, como ocurre ene este momento en Salta o Mendoza; por eso o se está con ellos y el oscuro poder que representan sobre los derechos de las mujeres o se los denuncia. (…) En las grandes crisis, en los momentos críticos, las mujeres siempre hemos estado al frente, a la vanguardia, especialmente las mujeres trabajadoras y de los sectores populares (…)».

La conclusión es que la amenaza penal no ha persuadido a nadie de no interrumpir embarazos no deseados, pero ha funcionado como una pena de muerte de hecho y de clase.

«Somos orgullosamente feministas socialistas, porque la lucha por la emancipación de las mujeres es parte de la lucha de la clase trabajadora. Peleamos contra todos los prejuicios que nos imponen para dividirnos y mantener este sistema capitalista que sostiene al patriarcado. La conclusión es que la amenaza penal no ha persuadido a nadie de no interrumpir embarazos no deseados, pero ha funcionado como una pena de muerte de hecho y de clase. Porque lucho por la vida, porque la vida es hermosa y queremos que las futuras generaciones puedan vivirla libre de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente, lucho por el derecho al aborto legal seguro y gratuito así como peleamos por transformar este sistema de raíz».

(Leer nota relacionada: Myriam Bregman: la mujer que revitalizó a la izquierda argentina)


Foto: La Izquierda Diario



Marina Glezer – actriz y directora

«Estoy acá porque hace ocho años, cuando tenía 27, decidí hacer público el relato en primera persona de mi aborto, un pronunciamiento individual que ahora, por suerte, se volvió colectivo. Desde que publiqué el relato vine a a cada debate que se hizo en este recinto por mas de que no fuese público. Recibí amenazas telefónicas y contundentes, me llamaron asesina. También recibí solidaridad, me llamaron valiente y recibí muchas cartas con pedidos de ayuda de mujeres con embarazos no deseados, cuerpos gestantes sin saber qué hacer. (…).  Por más difícil que pueda o no ser la decisión, planificar es un derecho (….). Cuando decidí abortar por suerte tenia el dinero, era 1999 y salio 800 pesos: el aborto seguro fue un privilegio de clase. Quien no tiene recursos puede morir. Ni esa persona ni yo tenemos libertad legítima en la decisión.

Cuando decidí abortar por suerte tenia el dinero, era 1999 y salio 800 pesos: el aborto seguro fue un privilegio de clase. Quien no tiene recursos puede morir. Ni esa persona ni yo tenemos libertad legítima en la decisión.

«(…) Es injusto pensar que abortar es matar mientras que es morir, es injusto que pudiendo procrear a partir de los 11 años no haya estado responsable educando para prevenir embarazos no deseados. Es injusto pero igual nos embarazamos e igual abortamos clandestinamente (…).  Es trabajo de todas y todos entender que es una cuestión de igualdad de derechos. Que nos dejen vivir y no muriendo por ser pobres y no obligadas a delinquir a beneficio de un negocio del que el estado es cómplice histórico, que avala medio millón de abortos al año. La ley no nos obliga a abortar: nos legitima, nos previene, nos contiene a quien decidimos hacerlo. Abracemos este movimiento cultural que da batallas enquistadas a un poder legislativo negador ciego o simplemente ocupado en otras cosas».

(Leer nota relacionada: Entrevista a Marina Glezer: «Ahora espero las historias donde las mujeres nos reivindiquemos»)


Marina Glezer/ Foto: Martina Perosa para lavaca



Ofelia Fernández – Presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini

«Estamos cargados y cargadas de estereotipos: el amor solo existe en las góndolas que nos ofrece la televisión. Amaremos heterosexualmente, monogámicamente y por el resto de nuestras vidas, o simplemente no amaremos . Se acuerdan de esa desinformación muy tarde y de forma exageradamente imperativa, se acercan a nostras y a nuestra sexualidad cuando quedamos embarazadas ni siquiera para acercarnos herramientas, sino para ordenarnos que, como hicimos toda nuestra vida, acatemos un mandato, nuestro presunto destino que vendría a ser, ser madres. Me parece absolutamente irresponsable que incluso habiendo una ley de Educación Sexual sancionada desde el 2006 hagan caso omiso a nuestras necesidades sistemáticamente y para pasarlas por encima con necesidades ajenas, morales y clericales. (…) Tienen que hacerse cargo de que todo el vacío que se fundó en su desinterés fue reemplazado por autogestión. Hemos decidido conquistar nuestra libertar, porque ¿cuándo firmamos un contrato diciendo que sí o sí íbamos a querer ser madres?

¿Dónde están todos esos defensores de la integridad y la moral cuando estamos en verdadero peligro? Por qué se asume que nos da miedo abortar y por qué no se atreven a preguntarnos cuales son nuestros verdaderos miedos y angustias y pelear para terminar con ellas y no con otra cosa.

(…) ¿Dónde están todos esos defensores de la integridad y la moral cuando estamos en verdadero peligro? Por qué se asume que nos da miedo abortar y por qué no se atreven a preguntarnos cuales son nuestros verdaderos miedos y angustias y pelear para terminar con ellas y no con otra cosa. Lamentablemente debe ser que es tanto el culto a la propiedad privada en este país es tan grande que quieren que las mujeres seamos parte de ella, pero afortunadamente hay una contra cara y es que para nosotras esto es un tema saldado. Creo que donde se enuncie en primera persona hay indefectiblemente una ausencia de derechos. Yo puedo decirles que no aborté, confesarles que abortaría, y otra persona podría decir que ella no, pero una sociedad más justa no la voy a construir hablando de mí misma. La voy a construir militando la libertad de los otros y las otras y lo único más grande que el amor a la libertad es el odio a quien te la quita.

(Leer nota relacionada: ¿Por qué el ‘síndrome post aborto’ es un mito?)




Florencia de la V – actriz

«Me crié creyendo que mi madre había muerto de una enfermedad. A los 14 años una de sus hermanas me dijo: ‘Tu mamá murió un aborto ilegal, murió desangrada’. Yo en ese momento era chica y la verdad que no me atrevía a preguntarle a mi padre, lo que sabía sobre ese tema es que era algo prohibido y de lo que no se podía hablar. Muchos años después, hablando con mi terapeuta sale este tema y ella me dijo: ‘¿No es hora de que le pregunte a su padre?’. Entonces salí de ahí esa noche de lluvia y le hice la pregunta: ‘¿De que murió mamá?’. ‘De un aborto clandestino, murió desangrada’, me dijo. (…) Yo tenía dos años de edad, mi hermano cuatro. Quedamos solos, desamparados en esta vida. (…). Mi madre se llamo Sabina Baez, vino muy chica de Misiones con todas las ilusiones de formarse de tener una familia una cosa, con los sueños que puede tener cualquier chica del interior. 

«Me crié creyendo que mi madre había muerto de una enfermedad. A los 14 años una de sus hermanas me dijo: ‘Tu mamá murió un aborto ilegal, murió desangrada’. Yo en ese momento era chica y la verdad que no me atrevía a preguntarle a mi padre, lo que sabía sobre ese tema es que era algo prohibido y de lo que no se podía hablar.

Conoció a mi padre muy joven, enseguida se juntaron: tuvieron a mi hermano, después a mí. Eran chicos, no teníamos donde vivir y todos decían ‘¿Cómo se van a llenar de hijos, tan chicos?'(…) La verdad es que ella no pudo elegir. Una tarde nos dejó a mí y a mi hermano para no volver y murió de la peor manera que puede morir un ser humano: desangrada. (…) No estamos discutiendo desde cuándo hay vida. Acá estamos hablando de otra cosa. El aborto es una decisión privada, de cada ser humano, no es una decisión publica. Estamos hablando de despenalizar y legalizar una práctica quirúrgica que depende del Estado porque hay una ley que lo prohíbe. Entonces el Estado, en lugar de castigarnos, de castigar a las mujeres, debería brindarles lugares seguros, aptos quirúrgicamente para que no muera ni una más. Ni una mujer más. Desde que yo me enteré, estuve buscando la cara del femicida que mató a mi mamá y hoy sé quién fue el femicida de mi madre: fue el Estado, en sus manos esta la responsabilidad. 

(Leer nota relacionada: #AbortoLegalYa: las actrices se organizan para hacerse escuchar)


Florencia de la V/ Foto: La Nación



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