Astronautas es la nueva obra de teatro escrita y dirigida por Mariano Tenconi Blanco (Todo tendría sentido si no existiera la muerte). Se trata de una co-producción entre Argentina y Chile donde, una vez más, el dramaturgo argentino demuestra su gran capacidad para crear mundos demenciales y absurdos en busca del sentido. Ese absurdo, sin embargo, resulta cercano, familiar. Lo que ocurre en Astronautas no es ni más ni menos que el correlato de una humanidad puesta en cuestión. Se presenta todos los jueves y viernes de mayo a las 21 hs. en el Teatro Xirgu (Chacabuco 875).
Un planeta desolado, despoblado, sin vida o con formas de vida alternativas según nuestra actual concepción de lo viviente. Dos expedicionarias: Brillante (Claudia Cantero) y Forever (Ximena Rivas), astronautas argentina y chilena respectivamente. En este sitio inhóspito donde todo está por hacer, las recién llegadas se lanzan a la aventura del descubrimiento. “Descubrir es inventar”, dicen. Y la invención como capacidad para imaginar mundos posibles es quizás el hilo conductor de esta propuesta.
La inusual ubicación de la escenografía —justo en el centro de la sala y no sobre el escenario propiamente dicho—, los trajes plateados de las protagonistas, sus excéntricas pelucas de colores y la música en vivo a cargo de Ian Shifres son elementos decisivos al momento de construir el clima de la pieza. Los espectadores, sentados en una ronda alrededor de este fogón intergaláctico, también serán parte del mundo desolado al que arriban las protagonistas tras la explosión de su nave.
Definir la propuesta en una palabra es todo un desafío, porque Astronautas es por momentos una comedia absurda, por momentos un drama solemne y, en otros, una sátira ácida que refleja en ese páramo intergaláctico nuestras propias contradicciones y las facetas más crudas del ser humano.
Es el año 2618 y se habla de la supremacía sudamericana. Si Europa inventó a América antes que descubrirla, entonces América debería inventarse un planeta entero para consolidar su poderío, y por eso se lanza a la conquista espacial después de la III Guerra Mundial. Brillante representa a la Argentina, Forever a Chile y el difunto Guimaraes (un muñeco con los sesos fuera de su cráneo) a Brasil.
Cada paso dado por las expedicionarias en este desierto viene a fundar algo nuevo, un mundo posible: sus réquiems dedicados al compañero fallecido, el descubrimiento de unos extraños frutos alucinógenos, su interacción con la única criatura viva en medio de ese páramo y sus intentos por poblarlo de vida son algunas maniobras desesperadas para alcanzar algún tipo de control sobre ese caos. En este lugar, además, no existe la noche ni el sueño, o ellas no han logrado verla todavía.
La única forma de mantenerse con vida aquí parece ser el impulso creativo, la invención, la imaginación, el descubrimiento. ¿Hay algo preexistente o es la mirada la que lo funda? El lenguaje, la creación, las formas alternativas de vida humana y la muerte son algunos de los temas que se abordan en esta pieza y, ciertamente, obsesiones recurrentes en la obra de Tenconi Blanco quien —después del gran éxito de Todo tendría sentido si no existiera la muerte— no defrauda y vuelve con toda la potencia de su creación.
Las actuaciones de Cantero y Rivas son sólidas y están en perfecta sintonía con el tono absurdo y un tanto demencial propuesto desde la dramaturgia. Definir la propuesta en una palabra es todo un desafío, porque Astronautas es por momentos una comedia absurda, por momentos un drama solemne y, en otros, una sátira ácida que refleja en ese páramo intergaláctico nuestras propias contradicciones y las facetas más crudas del ser humano. Sus propios realizadores la han definido como “una obra de ciencia ficción un poco revanchista y degenerada”, “un monstruo intergaláctico sudamericano que danza sobre el sci-fi angloparlante”. Astronautas es una experiencia teatral altamente recomendable, que aloja en sí misma todo lo fantástico y macabro de los mejores cuentos de hadas.
