La denuncia contra el baterista de Pez: el ocaso de los ídolos ante una nueva sociedad

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En los últimos días circuló una denuncia con identidad reservada en Internet contra Franco Salvador, baterista de la banda Pez. La banda salió a responder tres días después, también de manera virtual, y negó que haya habido cualquier abuso o relación sexual. Sin embargo, seguidores de la banda, así como también distintos sectores feministas, salieron a repudiar las palabras de la banda. Algo similiar ocurrió con el baterista de El mató un policía motorizado. ¿Es el ocaso de los ídolos ante el nacimiento de una nueva sociedad? (Foto: Victoria Schmidt)



Sin lugar a dudas, algo cambió en la sociedad argentina en los últimos años y una nueva conciencia tiñe todos nuestros actos cotidianos. Uno de los ejemplos más claros es el del mundo del rock, quizás uno de los campos más idolatrados en las últimas dos tres décadas en el país. Hoy en día, en cambio, es visto con recelo fruto de sus actitudes machistas y las múltiples denuncias -legales y mediante las redes sociales- de acoso que tienen a músicos como protagonistas. 

Además del tristemente célebre caso de Cristian Aldana, excantante de El Otro Yo, quien se encuentra en prisión luego del procesamiento por al menos seis casos de abuso de menores, los escraches y testimonios contra otras figuras del rock nacional siguen apareciendo bajo el lema #YaNoNosCallamosMás. La consigna busca evidenciar lo que muchas veces se calló y desnudar relaciones de poder machistas que se encierran dentro del ámbito del rock. En ese sentido, las acusaciones también llegaron a la escena indie y alternativa, como es el caso de la denuncia contra el baterista de Pez, Franco Salvador. Lo mismo ocurrió con Guillermo Ruiz Díaz, también baterista, de El mató a un policía motorizado, con una alerta anónima que circuló en el mes de febrero.  

(Leer nota relacionada: El final de Cristian Aldana: el comienzo de #YaNoNosCallamosMas)

Los escraches y testimonios contra otras figuras del rock nacional siguen apareciendo bajo el lema #YaNoNosCallamosMás. La consigna busca evidenciar lo que muchas veces se calló y desnudar relaciones de poder machistas que se encierran dentro del ámbito del rock.

En relación a la denuncia con identidad reservada recogida por el blog #YaNoNosCallamosMás, la denunciante relata que «durante la gira patagónica en marzo de 2017», ella y una amiga fueron a ver a Pez y entablaron diálogo con la banda. Relata el testimonio anónimo:  «charlamos, fumamos, era tarde, me dormía sentada, nos invitaron a quedarnos, ahí es cuando Franco me habla, me dice que me acueste, lo hago, realmente no podía moverme para irme a dormir a otro lado. En el momento que me acuesto comienzo a dormirme, siento su mano en mi vientre, lo saco, me fui quedando dormida. Cuando me despierto, me había sacado el pantalón y tenía la bombacha bajada».

«Porque sé que son cosas que no hay que dejar pasar, porque sé que hay que cuidarnos entre todxs, por eso creo que no me lo tengo que guardar más y se tiene que saber que Franco Salvador es un abusador», finaliza el testimonio publicado el pasado 20 de abril y que derivó en la suspensión de un show de Pez planificado para este último fin de semana. Durante la noche del 23 de abril, es decir tres días después, la banda lanzó un comunicado en la web que despertó la queja de sus seguidores. Tal fue el descontento, que el grupo de Facebook «Pez apesta», uno de los más populares entre los seguidores de la banda, se cerró de manera definitiva.



denuncia contra el baterista de pez


Luego de pedir disculpas por la tardanza y reivindicarse como una banda que defiende la lucha de las mujeres y la visibilización de sus reclamos, Pez en su conjunto desestimó la denuncia con identidad reservada:»Sobre el hecho de abuso y violencia relatado en la publicación sólo corresponde decir, de forma pública, que no existió. Tampoco hubo relación sexual, ni consentida ni no consentida: no hubo relación sexual», puede leerse en su página oficial de Facebook.

«No vamos a escondernos ni a mirar para otro lado. Sabemos que la relación entre músicos y seguidores, muy especialmente seguidoras, supone una base desigual que en muchos casos puede reproducir patrones patriarcales. El rock arrastra una larga historia de casos así. Asumimos el compromiso de revisar cómo se construyen estos vínculos y queremos aportar a este debate. Estamos a disposición para lo que necesiten y esperamos que todo esto se aclare lo más rápido posible«, finaliza el comunicado.

Pez en su conjunto desestimó la denuncia anónima:»Sobre el hecho de abuso y violencia relatado en la publicación sólo corresponde decir, de forma pública, que no existió.

La respuesta de la banda, así como la respuesta que dio El Mató un policía motorizado el pasado 28 de febrero, fueron vistas de manera crítica, y muchos de sus seguidores no dudaron en dar por muerta a la banda dentro de sus gustos e intereses personales. El negar los hechos de cuajo como hicieron ambas bandas, desestimando el testimonio de una denunciante, por más que sea anónima o con identidad reservada, demuestra que la sensibilidad social respecto a la violencia machista ha cambiado de manera radical. 

Bajo la consigna «Yo te creo hermana», la sororidad se hace presente. En el caso de las denuncias anónimas o de identidad reservada, donde tampoco hay una denuncia en el plano judicial –el abuso sexual no siempre es fácil de comprobar, mucho más cuando pasaron años del hecho-, se tratan de nuevo paradigma que discuten con la justicia tradicional, muchas veces entrelazada con lo peor de una sociedad patriarcal. Estamos ante una sociedad que empieza a ponerse del lado de las denunciantes y no mirar para otro lado, aún cuando no exista más pruebas que un testimonio. 

El mundo del rock, inclusive el indie -que se presentaba como un terreno seguro hasta hace poco tiempo- tiene muchas respuestas para dar ante su propio público que hoy lo mira con otros ojos. No basta con afirmar la inocencia del acusado, ya que los modos de hacerlo también esconden formas machistas que terminan revictimizando a la denunciante. No basta con poner las manos en el fuego por un integrante de una banda. Hoy la sociedad pide otro tipo de respuestas, donde la empatía y la conciencia de estar viviendo un momento histórico, piden expresiones acordes a las circunstancias. Y el público lo está haciendo saber: ya no nos callamos más, mucho menos ante el ocaso de los ídolos.



 

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