En El incendio que hicimos en tu casa (Textos Intrusos, 2018), de Flavia Calise, conviven el deseo y lo urbano, lo metálico y el cuerpo, la fiesta y el caos. En la búsqueda de destacar los contrastes de la vida y la ciudad está el secreto de estos 36 poemas llenos de imágenes fuertes y bellas que se quedan en la memoria, donde además se buscaa decir a partir de lo no dicho.
Por Tamara Grosso *
Sobre la autora
Flavia Calise nació en Buenos Aires. Publicó los poemarios Diario en carmesí (Letra Viva, 2012) y Las canciones que les gustan a los muertos (Dunken, 2015). Su serie de poemas Regalos tecnológicos fue parte del primer número del fanzine Aludzine (Ediciones Francia, 2017), del que también es co-editora. Sus poemas también fueron publicados en revistas y antologías. Es curadora del ciclo de poesía «La leyenda del vampiro floral».
Lo que queda después de una fiesta
En el prólogo de El incendio que hicimos en tu casa (Textos Intrusos, 2018), Gabriela Borrelli Azara señala que un incendio controlado, como el que puede hacerse adentro de un edificio, es un signo de la postmodernidad porteña y urbana. Hay caos, pero es medido. Todo tiene que ser controlado, incluso el descontrol. En la poesía también puede contenerse lo caótico, y algo de eso puede encontrarse en El incencio que hicimos en tu casa (Textos Intrusos, 2018) de Flavia Calise: la búsqueda estética a partir de imágenes de lo roto, lo sucio, lo que hay que barrer cuando una fiesta termina.
Los poemas de la autora tienen ese clima de fiesta caótica, de lo que queda después del descontrol. Hay en ellos algunas imágenes con un aire punk: «con los ojos claros / violentados por el fuego del océano / queda atrás / el sueño de hacer nuestras propias drogas / con amigos», puede leerse. En ese sentido, un recurso del que se vale más de una vez es el de la repetición, usado siempre de forma precisa, para destacar versos que, haciendo eco como mantras (¿mantras punk?) quedan resonando en el lector aunque siga avanzado en las páginas.
Un acierto de El incendio que hicimos en tu casa es el modo de insistir sobre algunos temas, casi como si fueran obsesiones, y recurrir a los mismos campos semánticos -el de las fiestas, el de lo metálico o lo tecnológico- para lograr que todos los poemas funcionen como un todo en el que se nota la unidad.
«Me gustaría que entres a una oficina de metal / que pienses en el amor que es la madera», escribe Calise. Ese contraste del metal, frío y triste, con lo blando, cálido y dulce como la madera, es una constante en el libro, y el deseo con el que comienzan esos versos expresa de alguna manera una de las intensiones que aparece en todo el poemario: poner el foco en ese contraste de lo metálico (lo tecnológico) con el cuerpo, lo natural, lo humano.
Sin lugar a dudas, eso se logra a lo largo del libro, que insiste en esos deseos que son a la vez urbanos, sencillos, profundos y reflexivos: «esperamos el tren / con la paciencia de los pescadores / quiero // que vayamos a una fiesta / y bailemos con las piernas como luces / de una ambulancia quieta«.