Las denuncias de abuso sexual infantil de varios chicos de la pensión del Club Atlético Independiente de Villa Dominico, provincia de Buenos Aires, quebraron un silencio hermético al interior de un ámbito tradicionalmente machista. Lo que fue encubierto durante tanto tiempo ahora está siendo escuchado. Sin embargo, hay quienes persisten en la aberrante costumbre de culpabilizar a las víctimas. (Foto: Radio La Voz de la Paz)
Un chico quebró el silencio. Tiene 14 años, juega en las divisiones inferiores de Independiente y rompió en llanto ante el jefe de psicólogos de la pensión que el club posee en Villa Dominico, Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Se atrevió a hablar y le contó que él y al menos otros veinte de sus compañeros fueron víctimas de abusos sistemáticos por hombres mayores de edad. Los llevaban a departamentos ubicados en los barrios de San Isidro y Palermo donde eran obligados a prostituirse. Las autoridades del club hicieron la denuncia y la investigación ahora es llevada adelante por la Unidad Fiscal de Instrucción Nº4 de Avellaneda, a cargo de María Soledad Garibaldi.
Se atrevió a hablar y le contó que él y al menos otros veinte de sus compañeros fueron víctimas de abusos sistemáticos por hombres mayores de edad. Los llevaban a departamentos ubicados en los barrios de San Isidro y Palermo donde eran obligados a prostituirse.
De acuerdo a las declaraciones de Garibaldi recogidas por Página/12, hasta el momento, son siete las víctimas confirmadas, aunque la fiscal sospecha que por lo menos otros diez chicos más habrían sufrido abusos. Luego de alrededor de treinta allanamientos y de sesenta declaraciones y entrevistas, los detenidos son cinco: Leonardo Cohen Arazi, relacionista público acusado de abuso y «reclutamiento» de los menores; el árbitro Martín Bustos; su abogado, Carlos Tomás Beldi (por destruir el celular de Bustos); Alejandro Dal Cin, administrador de departamentos y Juan Manuel Díaz Vallone, organizador de torneos amateur en canchas de zona sur. Garibaldi adelantó también que hay nuevas personas sospechosas surgidas de las primeras testimoniales y del entrecruzamiento de los llamados entre los celulares de los chicos de la pensión y los imputados. Hay entre cuarenta y sesenta contactos en común.
En la pensión de Independiente viven alrededor de sesenta chicos de entre 13 y 19 años. La mayoría provienen de zonas humildes del interior del país, con el sueño de ascender, llegar a primera, salir a la cancha como los jugadores en la televisión. Son vulnerables: de esos anhelos y del desarraigo es que se aprovechan los abusadores que sobre todas las cosas demuestran así su poder. De acuerdo a lo expresado por Garibaldi en conferencias de prensa, «les ofrecían pasajes para ir a ver a sus padres al interior, dinero, ropa, botines y carga de la tarjeta SUBE», bajo la obligación de ir a las casas de San Isidro y Palermo. Con el correr de los días la investigación cobra cada vez más magnitud. La fiscal agregó que se trata de una red «que no funcionaba solo en Independiente», sino que «hay personas imputadas ajenas a esta institución».
En la pensión de Independiente viven alrededor de sesenta chicos de entre 13 y 19 años. La mayoría provienen de zonas humildes del interior del país, con el sueño de ascender, llegar a primera, salir a la cancha como los jugadores en la televisión.
Si bien la causa está caratulada como «abuso sexual, y promoción y facilitación de la prostitución«, hay quienes sostienen que tiene que investigarse como trata de personas. En un testimonio tomado por Luciana Peker para la revista Anfibia, Viviana Caminos, anterior Directora del Programa de Rescate y Acompañamiento a Personas Damnificadas por el Delito de Trata, del Ministerio de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, sostiene: “El reclutamiento mediante aprovechamiento de situación de vulnerabilidad (edad, condición socio-económica, lejanía de sus familias, inmadurez sexual) se produce en Buenos Aires, hay manipulación, hay traslado de la pensión a un departamento privado, hay recepción y acogida, es inverosímil que quienes actuaron de intermediarios lo hayan hecho sin fines de lucro y no hace falta que sea una organización para constituir trata”.
La palabra de los chicos
Lo repudiable de la situación parece no impedir que aflore la arraigada costumbre de revictimizar a quien denuncia, de hacer que cargue con la culpa, y más aún cuando se trata de alguien que sometido a una clara relación asimétrica de poder. “La ley dice que si el chico no se siente abusado, no hubo abuso”, afirmó el periodista y abogado Pablo Duggan, panelista del programa Involucrados, emitido por América TV, al hablar del caso de abusos en el Club Atlético River Plate, denunciado el pasado 2 de abril. Ante la reacción de una de las integrantes del programa, agregó: “Depende de la edad. No es lo mismo 11 años que 17”. Duggan después se disculpó por Twitter. “Quise explicar que si ellos, hoy mayores de edad, no denuncian un abuso ocurrido cuando eran mayores, la causa no prospera […] Mi responsabilidad como comunicador es que se entienda lo que quise decir, apurado por los tiempos televisivos lo dije mal”, escribió.
Lo repudiable de la situación parece no impedir que aflore la arraigada costumbre de revictimizar a quien denuncia, de hacer que cargue con la culpa, y más aún cuando se trata de alguien que sometido a una clara relación asimétrica de poder.
Abordar la complejidad de un problema tan aberrante como el abuso sexual infantil requiere de la responsabilidad de los medios de comunicación para llevar adelante una cobertura en donde el ninguneo no se deje siquiera entrever, para que los cuestionamientos sobre la culpa de la víctima se destierren por completo. Fueron varios quienes, en las últimas semanas, deslizaron con sus dichos preguntas que demuestran la falta de consciencia sobre el tema: “¿Por qué los chicos aceptaban?«, “¿Por qué no hablaron antes?«. Hacer estos planteos o desestimar las denuncias porque “bien que se llevaban un par de botines«, no solo implica volver atacar a quienes fueron vulnerados, están solos y tienen miedo, sino también seguir justificando a los poderosos, alimentar la impunidad y la explotación sexual.
De acuerdo al informe “Violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes”, publicado a fines de 2016 por el programa “Las víctimas contra las violencias”, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, “la mayoría de los casos de abuso sexual contra los menores de 18 años no son denunciados”, en especial cuando la convivencia con el agresor supone un obstáculo fundamental. A esto se suma la complicidad del Poder Judicial, que revictimiza a los niños y hasta condena a las madres. El programa ha asistido casi 10 mil casos de delitos contra la integridad sexual en la Ciudad de Buenos Aires entre 2011 y 2016, de los cuales un 52% son niños, niñas y adolescentes.
“El sistema patriarcal siempre sospecha más de las mujeres y de sus hijos denunciantes que de los hombres abusadores”, señala el informe de abuso sexual infantil llevado adelante por Revista Hamartia.
Revista Hamartia, impulsora de #YoNoMiento, campaña de visibilización contra el abuso sexual infantil lanzada también en 2016, realizó un relevamiento de 40 denuncias también en Capital Federal. En el 95% de los casos, los imputados por abuso fueron sobreseídos y, al menos en la mitad, se inició una causa de daños y perjuicios contra la denunciante. “El sistema patriarcal siempre sospecha más de las mujeres y de sus hijos denunciantes que de los hombres abusadores. Antes de aceptar la posibilidad de que un hombre abuse sexualmente de su hijo/a, en este sistema, parece mucho más fácil y cuerdo sospechar que la mujer y/o el niño/a están mentalmente desequilibrados o guardan intereses espurios”, señala el informe.
(Leer nota relacionada: Abuso sexual infantil: “¿Y a vos quién te va a creer?”)
Las denuncias de los abusos en Independiente, que rompieron el silencio en un ámbito hermético y machista como es el fútbol, demostraron que el grito contra todos aquellos que utilizan su poder para violentar la voluntad, el cuerpo y los deseos de los más vulnerables se está escuchando. Lo que quizás hace un tiempo podría haber sido encubierto o completamente ignorado hoy está teniendo un lugar de peso en la agenda de los medios y también en el ámbito judicial. El desafío está ahora en que el escándalo mediático no banalice ni desplace el foco de lo verdaderamente importante: la necesidad de creer en las palabras de los chicos, de visibilizar los abusos infantiles y de desmontar la estructura de poder gracias a la cual se sostienen.