La Justicia revocó la prisión domiciliaria de Miguel Etchecolatz tras el insistente reclamo de vecinos, sobrevivientes y organismos de Derechos Humanos. El genocida estaba cumpliendo la prisión domiciliaria en su casa ubicada en el Bosque Peralta Ramos en la ciudad de Mar del Plata desde los últimos días de diciembre del año pasado.
Miguel Etchecolatz es una de las caras más significantes de lo que fue el genocidio que se vivió en Argentina. Su brutalidad represiva es la que recuerdan hasta el día de hoy los sobrevivientes de sus torturas y de los centros clandestinos a su cargo. Condenado más de cinco veces a prisión perpetua por los delitos de lesa humanidad cometidos: robo de bebés, asesinatos, torturas, secuestros y desapariciones. Hoy, vuelve a la cárcel.
El represor fue director de Investigaciones de la Policía Bonaerense y mano derecha del ex-general Ramón Camps durante la dictadura cívico-militar. Además, está sospechado de ser el responsable del secuestro y apropiación de Clara Anahí, la nieta que Chicha Mariani sigue buscando hasta el día de hoy, y de ser el máximo responsable de la segunda desaparición de Jorge Julio López.
(Leer nota: Si no hay justicia, hay escrache: prisiones domiciliarias e impunidad en lesa humanidad)
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— H.I.J.O.S. Capital (@hijos_capital) March 16, 2018
Tras el repudio generalizado en la sociedad, de los sobrevivientes del genocidio y de los organismos de Derechos Humanos, los múltiples escraches que se realizaron en el Bosque Peralta Ramos y las actividades que repudiaban su presencia en Mar del Plata, la Justicia decidió que Etchecolatz vuelva a la cárcel común y revolcarle el beneficio de la prisión domiciliaria de la que gozaba desde fines del 2017.
De esta forma, la Justicia dio lugar al pedido de la Unidad de Asistencia en Causas por Violaciones a los Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado, que señalaba que la prisión domiciliaria era «arbitraria» y «carente de fundamentación». Los magistrados que tomaron la decisión en el día de hoy, siguiendo lo señalado en CIJ, consideraron que el estado de salud que presenta Miguel Osvaldo Etchecolatz no impide que permanezca alojado en el establecimiento penitenciario recibiendo la atención y los controles médicos adecuados para el tratamiento de sus patologías.
El genocida, símbolo nefasto de la dictadura cívico-militar, vuelve así a la cárcel. Esto demuestra, una vez más, que luchar sirve. El camino emprendido por los organismos de Derechos Humanos desde hace más de 40 años, que es el de luchar contra la impunidad, sigue marcando los pasos para condenar a todos los responsables del genocidio. Un genocidio que sigue pisando fuerte al pueblo.
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