¿Oíste, papá? es una pieza escrita por el dramaturgo armenio residente en Estados Unidos, Vahé Berberian. La traducción, adaptación, puesta en escena y dirección general quedó en manos de Herminia Jensezian. Con las actuaciones de Kalusd Jensezian, Jorge Ducca y Gastón Santos, la pieza logra constituirse en un gran retrato familiar y cultural que atraviesa tres generaciones. Puede verse los sábados a las 20.30 hs. en Tadrón Teatro (Niceto Vega 4802).
Tres personajes: Garbis (Kalusd Jensezian), Yirair (Jorge Ducca) y Aram (Gastón Santos). Tres generaciones cruzadas: abuelo, padre y nieto. Un historia de engaños, olvidos, abandonos, secretos y delirios. La cultura armenia como hilo conductor de esa trama compleja que va develándose por capas, como una cebolla.
El primer rasgo atractivo de esta pieza es su poder para evocar a una generación que no suele ser el blanco predilecto en las producciones teatrales o cinematográficas (y mucho menos en las televisivas): los ancianos. Sin embargo, se trata de un segmento etario muy presente, porque todos conviven con abuelos, tíos o vecinos de esa edad. Las problemáticas son conocidas: olvidos permanentes, esquemas de pensamiento inquebrantables y anécdotas repetidas hasta el hartazgo.
Se trata de un trabajo exquisito que pone sobre la mesa una cultura muy presente en nuestro país —la armenia— y que, además, logra sintetizar con gran maestría las dinámicas intergeneracionales en el seno de una familia. Recomendadísima pieza.
Las actuaciones de los protagonistas son excelentes; el trío consigue un tono natural y muy creíble. Kalusd Jensezian se destaca notablemente como este abuelo tan gruñón como querible (¿quién no conoció alguna vez a un personaje con estas características?). Con las dosis justas de humor, los tres logran una atmósfera familiar que, poro a poco, va cargándose de tensión hasta teñirse de puro drama.
En el programa de mano se advierte: “Una comedia que termina mal”. Y esto es justamente lo que ocurre en ¿Oíste, papá? Pero es recomendable no revelar más de la cuenta para no atenuar la potencia del texto y sus giros inesperados. Se trata de un trabajo exquisito que pone sobre la mesa una cultura muy presente en nuestro país —la armenia— y que, además, logra sintetizar con gran maestría las dinámicas intergeneracionales en el seno de una familia. Recomendadísima pieza.