Los cuentos que integran Las tormentas (Entropía, 2017) de Santiago Craig mantienen en vilo al lector de principio a fin gracias a la presencia de un clima espeso. Con un estilo de largo aliento y apoyándose en recursos poéticos, los relatos ocho relatos de este libro muestran una precisión clara a la hora de narrar esos instantes previos antes a la tormenta, cuando el aire empieza a ser difícil de respirar.
Sobre el autor
Santiago Craig nació en Buenos Aires en 1978. Publicó el libro de relatos El enemigo (2010) y el poemario Los juegos (2012). Sus cuentos fueron incluidos en diversas antologías y recibieron premios tanto en Argentina como en España. Las tormentas fue reconocido con una mención especial en el Premio Iberoamericano Cortes de Cádiz.
Las horas previas e inestables
Si se puede hablar de corrientes dentro de la narrativa argentina contemporánea, una de ellas sería el aprovechamiento de la brevedad como motor de un relato. Sin embargo, el libro Las tormentas (Entropía, 2017) de Santiago Craig no parece ir en esa misma dirección, prefiriendo el largo aliento y recursos de fuerte registro poético para llevar adelante sus cuentos donde lo real muestra sus diferentes vértices sin necesidad de recurrir a ningún guiño fantástico.
En los diferentes relatos se puede apreciar una atmósfera tensa, un aire espeso que empieza a ralentizar la respiración de los distintos personajes en una calma que antecede a la tormenta. Como en esos días de enero, donde la mañana es ideal para ir a la playa y la tarde deja caer granizo por toda la costa, estos ocho cuentos recrean esa sensación de estar parados justo antes del punto y aparte.
Ahora bien, recrear ese clima no es algo sencillo, pero Craig lo logra de gran manera: tal es así que su registro poético y de largo aliento puede hacer sentir al lector que está leyendo el comienzo de una novela, donde no hace falta fijarse cuánto le queda a cada relato. Por ejemplo, puede leerse en esa sintonía: «Salí, cerré con llave y apoyé la mano en la puerta gris. La acaricié porque estaba solo, porque quería hacer eso, porque había vivido ahí y ahora me iba».
Otro factor de peso en este libro, son los diálogos entre los distintos personajes de cada cuento. Craig puede introducir tanto a los protagonistas de las historias como al lector en un sentimiento de confusión, como si todas las partes supieran que mientras se dice algo, hay algo más importante que se está callando. Ya sean dos adolescentes del interior del país en pleno descubrimiento sexual o una pareja porteña hastiada por una vida que no salió como se esperaba, las conversaciones directas e indirectas aportan una gran fluidez a la historia.
En definitiva, se puede ver la precisión de Santiago Craig como narrador cuando se descubre que en Las tormentas conviven en profundidad los sentimientos de los distintos personajes, algo que gana aún más impacto gracias su registro poético. Un ejemplo: «Se acurrucan y se abrazan como dos hámsters en el aserrín de su jaulita. Los números rojos del reloj titilan las doce y veinte. Diego pensaba que era mucho más tarde». O también: «Una casa nueva enseña a medir el entusiasmo. Nada de lo que uno enchufa anda, nada de lo que uno amura se sostiene». Los relatos de Craig, por el contrario, se sostienen gracias a la base siempre irregular y sorpresiva de lo poético. Y eso es lo que los hace sumamente cautivantes.