Con los últimos días del 2017 llegó la cuarta temporada de Black Mirror, la seria distópica producida por Netflix. Muy rápido muchos notaron que los seis capítulos, que cuentan historias diferentes que apenas están vinculadas entre sí por detalles, estaban protagonizados por mujeres. ¿Por qué eso sorprende? ¿Alguien se sorprendió alguna vez de que en otra serie hubiera seis capítulos seguidos protagonizados por varones?
*Por Tamara Grosso
Nadie se sorprende de que un hombre protagonice una película. Tampoco de que varios hombres ocupen el rol principal en los diferentes capítulos de una temporada de una serie. Tampoco alguien se alarma si una mujer protagoniza una serie o película, aunque no hace demasiados años era casi imposible que lo hicieran si la historia no era de amor. Ahora parece que las cosas están cambiando y hasta los más chicos ya saben que no tienen por qué quedarse con las historias de princesas. Sin embargo, en la temporada 4 de Black Mirror los 6 capítulos están protagonizados por mujeres, y eso resultó una novedad: finalmente, en 2018 una protagonista mujer todavía nos sorprende.
La ausencia de protagonismo no es -ni está cerca de ser- la única falla del cine y la televisión a la hora de representar a la mujer. Algunas de las películas más vistas de los últimos años no cumplen con la simple regla de que dos mujeres aparezcan hablando entre sí de algo que no sea un hombre: podemos nombrar Star Wars (la trilogía original), El Señor de los Anillos, Toy Sotory, Avatar, todas las de la saga de Piratas del Caribe, dos de las ocho de Harry Potter.
Algunas de las películas más vistas de los últimos años no cumplen con la simple regla de que dos mujeres aparezcan hablando entre sí de algo que no sea un hombre
Esa “regla” se conoce como el “test de Bechdel”, que surgió de un cómic de Alison Bechdel y sirve para evaluar si un guion de película, serie, o cómic cumple con los estándares mínimos para que no haya desigualdad de género. Nadie se sorprende de eso: en 2017, solo dos de las 9 películas nominadas al premio Óscar como mejor película la cumplían. Para aplicar el test a una película o serie, hay que hacerse tres preguntas: 1. ¿Aparecen al menos dos mujeres en escena? 2. ¿Hablan entre sí? 3. ¿Hablan de algo que no sea un hombre?
La última temporada de Black Mirror, en realidad, tampoco pasa el test. En el capítulo Metalhead, la protagonista no habla con ninguna otra mujer que le responda, tampoco la de Hang the DJ (habla con la asistente digital, pero sobre sus citas con hombres, y tiene sexo con una, pero no se muestra nada más de esa relación). Sin embargo, a su favor, Black Mirror cuenta con seis historias que no se conectan entre sí -o apenas por mínimos detalles- y están protagonizadas por mujeres en diferentes roles: heroína, villana, vengadora, rebelde. Eso, lamentablemente, todavía es suficiente para diferenciarla de la mayoría de las series o películas que se pueden ver en el cine, en televisión o en Internet.
Black Mirror cuenta con seis historias que no se conectan entre sí -o apenas por mínimos detalles- y están protagonizadas por mujeres en diferentes roles: heroína, villana, vengadora, rebelde
En la literatura pasa algo similar. En su momento, Jane Austen escribió: «Todas estas relaciones entre mujeres, pensaba, rápidamente evocando la espléndida galería de mujeres ficticias, son demasiado simples. (…) E intenté recordar algún caso en el curso de mis lecturas donde dos mujeres estuvieran representadas como amigas. (…) Ellas son ahora y entonces madres e hijas. Casi sin excepción son mostradas en relación a hombres.» ¿Nada cambió, a pesar del paso del tiempo? O quizás sí está pasando, y podemos ver el caso de la cuarta temporada de Black Mirror, distribuida masivamente por Netflix, como un ejemplo; pero al mismo tiempo la sorpresa generada es una muestra de que estos casos siguen siendo aislados.
¿Qué podemos ver donde las mujeres sí estén representadas?
Algunas series y películas sí están haciéndose eco de los reclamos del feminismo, y posiblemente llegará un momento en el que las grandes cadenas y la industria no puedan ignorar la necesidad de despegarse de las formas en las que siempre representaron a la mujer. El año pasado se estrenó, por ejemplo, la serie The Handmaid’s Tale, basada en el libro del mismo nombre de Margaret Atwood.
(Leer nota relacionada: 5 series para pensar la violencia de género)
El año pasado se estrenó, por ejemplo, la serie The Handmaid’s Tale, basada en el libro del mismo nombre de Margaret Atwood. El tema de esta serie es la rebelión de las mujeres oprimidas en un mundo distópico en el cual, después de una tercera guerra mundial y de la caída de Estados Unidos, se impone una nación teocrática y machista
El tema de esta serie es la rebelión de las mujeres oprimidas en un mundo distópico en el cual, después de una tercera guerra mundial y de la caída de Estados Unidos, se impone una nación teocrática y machista en la cual las pocas mujeres fértiles que quedan son secuestradas por el Estado y entregadas a las parejas de clase alta para que tengan hijos con los hombres poderosos. No es casual que el libro, escrito en 1985, haya resurgido el año pasado, y que recién ahora se haya llevado a la televisión. Evidentemente, hay una demanda de contenidos diferentes que la industria del entretenimiento ya no puede negarse a satisfacer.
Otra serie, que a diferencia de The handmaid’s Tale puede verse en Netflix, es Alias Grace, otra adaptación de un libro de Margaret Atwood. En este caso, narra el caso real de Grace Marks, una inmigrante irlandesa que llegó a Canadá en el siglo XIX y a los 16 años fue condenada y encarcelada por el asesinato del ama de llaves de la casa en la que trabajaba como criada. Por supuesto, hay que tener en cuenta que son de todos modos series producidas por grandes productoras y cuentan por eso con algunas limitaciones. Pero no obstante, forman parte de una tendencia que comienza a distanciarse de los argumentos típicos de las películas a gran escala.
Será cuestión del público no permitir que estas problemáticas de género terminen siendo adoptadas para seguir «lo políticamente correcto» en una pantalla para así tratar de evitar calificaciones negativas en las redes sociales. En ese sentido, el feminismo tiene como desafío a futuro evitar ser cooptado por el mercado y el devenir de los próximos años van a ser claves para ver esa evolución.