Enero en la ciudad: 5 poemas sobre el verano

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El verano en la literatura puede tener diferentes matices, como en la vida real: a veces ahoga, a veces es tranquilo y contemplativo, a veces es estático y se torna insoportable. Estos 5 poemas sobre el verano ofrecen distintas versiones sobre los meses de calor que pueden llegar a estar asociados a viajes y vacaciones. A través de diferentes estilos, las temperaturas suben en los versos de estos autores.

*Por Tamara Grosso


1 -«Un verano»  – Idea Vilariño

Hago muecas a veces
para no poner cara de tristeza
para olvidarme
amor
para ahuyentar mis duros
mis crueles pensamientos.
Cómo he de hacer
amor
para vivir aún
para sufrir aún
este verano.
Pesa mucho
me pesa como si el mar pesara
con su bloque tremendo
sobre mi espalda
me hunde
en la más negra tierra del dolor
y me deja
ahí deshecha
amor
sola ahí
tu abandono.


2 -«Enero en la ciudad » – Gustavo Yuste

Repetitivo como el ventilador de techo
pasa enero por la ciudad.
Hace días que el cielo amenaza con llover
y yo con cambiar de ánimo,
pero todo sigue igual.

No hace mucho,
durante las fiestas,
todos proyectábamos una vida mejor
y brindábamos por eso.

Mientras me pregunto si somos cínicos
o solo nos falta voluntad,
salgo al balcón con la intención de ver
el momento exacto en el que el viento
marque un punto y aparte.

De Las canciones de los boliches (Santos Locos, 2017).

(Leer nota relacionada: Reseñas Caprichosas – “Las canciones de los boliches” de Gustavo Yuste: ante el desamparo, hacer una fiesta)



3- «Villa Gesell»  – Rubén Guerrero

Sentado en una reposera miro la carne en la parrilla.
Ella sentada un poco más allá
lee una revista.
Vinimos a Gesell por el fin de semana,
el lunes ella entra temprano a trabajar.
A esta edad la carpa más de dos días se vuelve una ofensa.
Pienso que ella debe pensar que no me da para llevarla a un hotel
y no me da,
pero tampoco
me da
el cuerpo
para más de dos días en carpa.
Hoy a la mañana me dijo
que hace un tiempo que estoy como en otra.
Hace unos días que tengo
en la cabeza
cómo habría sido todo si no hubiese dejado el fútbol,
si me hubiese bancado los entrenamientos,
no salir
y largar, un poco, el alcohol.
Hoy sería todo de otra manera,
sería todo un poco más fácil.
Ahora miro la carne en la parrilla
y pienso
en su reclamo.
Construyo el tiempo con el peso de sus palabras.
Ya casi está el asado, en un rato comemos, le digo.

De no transpira (Zindo & Gafuri, 2013)

(Leer nota relacionada: Reseñas Caprichosas – “Ahora que estamos en verano” de Rubén Guerrero: las mudanzas sentimentales)



4 -«Verano puro» – Laura Wittner

El calor trajo un zumbido permanente:
un rumor de edificios electrizados
mantiene en equilibrio
tanta inmovilidad.
Ventana tras ventana
exhibe una persona tendida leyendo
a la luz insectívora de veladores.
Unas pocas escenas iluminadas
por el televisor. Dos que ofrecen
partes de cuerpos
recién duchados.

A medianoche el cielo ronca como un mar.
Abajo el viento arrastra cosas ligeras
contra superficies duras.
Lanza formas
varios metros hacia arriba
que aterrizan segundos después. Reposeras
en balcones
aun plegadas
caen de panza.

Alguien avanza sobre el patio con linterna
pensando cómo prevenir la inundación.
Hay un punto
titilando en la memoria
y varias líneas de pensamiento
que primero se desbocan pero después
decaen. La piel está húmeda
de múltiples maneras.
Se hace imposible desenredar
el detalle de la cita de la intención de teoría.
Se hace evidente que no hay nada que entender.

(Leer nota relacionada: ¿Qué es la poesía? #22 – Laura Wittner: “La poesía es un filtro y un reordenamiento del mundo”)


5 – «Cuando había guita» – Mauro Lo Coco

el viento era impresionante
yo estuve en Mar del Plata en el verano ese

la tarde que cortaron la luz
yo decía ya que el quilombo
del dolar se venía

¿sabés lo que era mar del plata?
nos gustaba jugar a la paleta
no sé por qué ese verano jugamos tanto
pero estábamos todo el día con la paleta en la mano
y se armó un campeonato, con cancha
con red, hasta uno haciendo de lineman había

jugamos la final, nos entrenamos,
un día nos entrenamos, nos juntamos a cenar
y ninguno quería pedir ni una birra

nos ganaron dos pibes de 25,
pero les dimos trabajo, estaban sudados,
llenos de frutillas
y eran la mayoría de esa edad

ahora no hay gente como antes
jugando a la paleta,
pibes corriendo te chocabas

De 18 éxitos para el verano (Zindo & Gafuri, 2012)

(Leer nota relacionada: Entrevista a Mauro Lo Coco: “La poesía me volvió intrépido, desprejuiciado y amoral… ¡Como para no agradecerle!”)



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