El jueves 20 de diciembre de 2001, luego del estallido social que señalaba con hambre, miseria y exclusión la crisis del sistema neoliberal y la declaración del estado de sitio por el entonces presidente Fernando de la Rúa, miles de personas siguieron saliendo a las calles. Madres de Plaza de Mayo y otras organizaciones de Derechos Humanos, que se sumaron a reclamar contra el gobierno y las medidas tomadas, fueron reprimidas en su plaza histórica. (Foto de portada: ARGRA)
El miércoles 19 de diciembre de 2001, luego de la rebelión popular que se había desatado tras las medidas que seguían empobreciendo a gran parte de la población, los saqueos por hambre y las manifestaciones contra el gobierno de la Alianza, Fernando de la Rúa declaró el estado de sitio en todo el territorio nacional. Frente a esa situación, miles de personas se movilizaron frente a la Casa Rosada y el Congreso Nacional, para repudiar la decisión. Ese cacerolazo masivo fue reprimido.
Al día siguiente, el jueves 20 de diciembre de 2001, un grupo de Madres de Plaza de Mayo y distintos referentes de organizaciones de Derechos Humanos se acercaron desde temprano a la Plaza de Mayo para exigir la libertad de los detenidos, detener el accionar de las fuerzas de «seguridad» contra la sociedad que se manifestaba y protestar contra el estado de sitio impuesto por De La Rúa.
A las diez de la mañana de ese día, las Madres de Plaza de Mayo fueron reprimidas por la policía montada. Empujadas, pisadas por los caballos y golpeadas a pocos metros de la Pirámide de Mayo, dónde las Madres convirtieron su lucha en contra la dictadura cívico-militar en emblema. Allí, en su Plaza histórica, la represión del gobierno de la Alianza pretendió callar el reclamo de ellas y los miles de manifestantes que lo repudiaban.
Sin embargo, las imágenes de la represión a las Madres de Plaza de Mayo, mostradas por los medios de comunicación durante ese mismo día, impulsaron nuevamente a miles de personas a movilizarse a las calles para seguir reclamando a un gobierno que les daba la espalda. Luego de las masivas marchas del 19 y 20 de diciembre de 2001, inevitablemente, Fernando de la Rúa firmaría su renuncia y saldría de la Casa de Gobierno en helicóptero, convirtiéndose así en una imagen imborrable de la memoria argentina.
Esas jornadas de estallido y lucha social de hace 16 años exponen la crudeza que el neoliberalismo imponía a la mayoría de la población. Las fotos, los videos y las experiencias vividas en aquellos días permanecen presentes como una huella que marcó profundamente la historia del país. La represión desatada contra los manifestantes provocó 39 asesinatos que aún no lograron justicia, a pesar de la crueldad con la que el aparato represivo estatal se cobró sus muertes.
La movilizaciones de esos días en toda Argentina, a su vez, abrieron una nueva etapa en la vida política del país en la que el cansancio de la gran mayoría de la población por el hambre, la pobreza y la exclusión a la que los condenaba el sistema se expuso en la cara de los gobernantes que siguieron tras el fin del gobierno de la Alianza.