Pocos humoristas gráficos tienen su interés tan centrado en la psicología y el psicoanálisis como Tute. Eso queda más que claro en Humor al diván (Sudamericana, 2017), donde el autor recopila sus viñetas centradas en los laberintos mentales de los personajes y las situaciones que se pueden dar dentro de una terapia. Con la mirada mordaz y simpática al mismo tiempo que lo caracteriza, Tute logra interpelar a los lectores donde más les duele: su inconsciente.
«Sufro de virtudes», le dice un paciente a su psicoanalista; otro pregunta directamente: «Tengo ansiedad, estrés, 2 fobias y 5 neurosis…¿qué precio me hace?«; una mujer decide increpar a su terapeuta: «¿A usted le parece, con lo que le pago, llevarme la contraria?». Esas son algunas de las imágenes que propone Tute (Juan Matías Loiseau) con su nuevo libro Humor al diván (Sudamericana, 2017), donde recopila sus tiras que tienen a la personalidad y a la terapia como temas centrales.
«La psicología es algo que me interesa mucho, siempre presto atención a las conductas sociales, cómo nos movemos, cómo somos. Me llama la atención lo vincular, las dificultades para expresarnos o comunicarnos, y eso se ve reflejado en mis tiras», señaló el autor hace poco en una entrevista para La Primera Piedra. En esa dirección, agregaba: «Es para donde apunta mi ojos, siempre digo que el dibujante antes de agarrar el lápiz es un observador de la realidad que lo rodea y la interna«. Al respecto, el libro propone un camino interesante para ver esa búsqueda, ya que muchas tiras cuentan con tachaduras y correcciones que el autor hizo mientras las producía.
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Desde viñetas simples con un globo de diálogo hasta conversaciones extensas entre dos personajes, el humor de Tute va encontrando su forma de poder decir lo que quiere
El interés profundo de Tute por la psicología queda plasmado en Humor al diván no solo desde el punto teórico, sino que se mete de lleno a bucear en las personalidades de los personajes a los que va dando vida. Desde viñetas simples con un globo de diálogo hasta conversaciones extensas entre dos personajes, el humor de Tute va encontrando su forma de poder decir lo que quiere, sin aprovechar el impulso ganado por fórmulas repetidas.
En esa dirección, el poder de síntesis es algo vital a la hora de hacer humor gráfico y el autor parece manejarlo a la perfección. A través de detalles mínimos se pueden desentreñar conductas y vicios complejos de los distinto personajes ilustrados. El humor en este libro logra explicar en muy poco espacio lo que a otros podría llevarle hojas y hojas de explicación. ¿No es acaso ese don propio del género lo que hace que la Argentina -un pueblo que se ríe de si mismo constantemente- tenga tanta historia talentosa dentro del humor gráfico? Es una posible hipótesis.
El propio Tute se refiere al tema en esa dirección: «Debe tener que ver con que somos un país con una gran capacidad para la crítica y la autocrítica, además de tener un gran humor. Nos gusta reírnos y reírnos de. También creo que el humor es un sostén para una sociedad. Lo mismo para un individuo. Cuando se atraviesan muchas crisis, el humor hace que todo sea más soportable. La sociedad argentina sabe de crisis y creo que por ahí se puede entender, como un mecanismo de defensa», explicó a La Primera Piedra.
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Otro rasgo que se puede apreciar dentro de Humor a diván es el guiño que hace el autor a su contemporaneidad: paciente y terapeuta revisan su celular durante la terapia, se sacan una selfie o miran un partido de fútbol dando vuelta el diván. Una mujer le pregunta a su pareja si la había extrañado y él le responde, frente a la computadora,: «¿Te habías ido?». La tan famosa zona de confort también recorre las hojas de este libro: ¿abandonarla o no abandonarla?, esa es la cuestión.
Es difícil no verse reflejado en varias de las tiras que propone Tute a lo largo del libro. Así, mediante la comicidad o la exageración de algunas conductas, hay un espejo en las hojas de este libro que invitan a pensarse como individuos y como colectivo.
Con la mordacidad y ternura que caracterizan sus dibujos, Humor al diván no solo le propone al lector risas, sino también un desafío, ya que lo interpela donde más le duele: el inconsciente. Es difícil no verse reflejado en varias de las tiras que Tute va presentando lo largo del libro. Así, mediante la comicidad o la exageración de algunas conductas, hay un espejo en las hojas de este libro que invitan a pensarse como individuos y como colectivo.
Ante ese panorama que propone Humor al diván, hay dos opciones: hacerse cargo y meterse de rodillas en los terrenos de la mente y nuestra personalidad o, más simple, hacer lo que sostiene uno de los personajes de Tute: «Ya mismo dejo todo para después».