Reseñas Caprichosas – «Un avión, su piloto y un pájaro» de Alejandra Bosch: lo que aparece donde hubo un plan

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El poemario Un avión, su piloto y un pájaro (Caleta Olivia, 2017) es el tercer libro de Alejandra Bosch. La autora explora diferentes ejes -el cuerpo en movimiento, la ciudad, la reflexión- para construir con todos ellos una trama. De esa manera, los veinte poemas pueden ser leídos por separado y también entendidos como parte de algo mayor, que les da unidad. Forman, así, una especie de retrato que puede ser, a su vez, de una persona, de una ciudad o de una forma de vivir.

Por Tamara Grosso*

Sobre la autora

a-boschAlejandra Bosch nació en la Ciudad de Santa Fe en 1967. Vivió en Brasil durante 10 años hasta el 2000. Estudió Letras en la UNL y Artes Visuales en la Escuela Provincial Prf. Juan Mantovani de Santa Fe. Es diseñadora de indumentaria, artesana tejedora y docente. Organiza el Festival de Poesía de la Costa y edita el Diario de Poesía: Línea C, colectivo poético. Publicó Niño Pez (Del Aire, 2015), Malcriada de acuario (Objeto Editorial, 2017) y Un avión, su piloto y un pájaro (Caleta Olivia, 2017).

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Lo que aparece donde hubo un plan

Un avión, su piloto y un pájaro (Caleta Olivia, 2017) es, por un lado, un libro sobre cuerpos inquietos: que bailan, que salen a correr y transpiran, o que simplemente no pueden parar: «Con la excusa de escribir un buen cuento / pasé una mañana parada, escribiendo / fumando, tomando mates / sin poder dejar de temblar / frente a la pantalla». El cuerpo propio y el ajeno son lo mismo, una excusa para hablar de lo que los cuerpos pueden. Y por otro, puede leerse como un libro sobre lo inesperado.

Como en Malcriada de acuario (Objeto Editorial, 2017), la experiencia vivida en primera persona y contada desde el movimiento, como si todo estuviera sucediendo o acabara de suceder, es una constante que hace fluir el texto. Pero a su vez, en ese fluir hay sorpresivos momentos de potencia: «Ya no voy a callarme la boquita / porque cuando me despierto / por las mañanas, tempranito / en lo primero que pienso es / en morirme».



Dividido en dos partes, una muy extensa y otra breve de solo tres poemas, Un avión, su piloto y un pájaro es un libro marcado por la musicalidad de las palabras. Por momentos, la lectura puede volverse como un arrullo, en el que ya no importa tanto qué se dice, sino el movimiento, que ahora ya no está en la acción, sino en el sonido. En esos poemas finales (y experimentales, según indica un subtítulo), la acción queda un poco de lado para dar paso a un tono de introspección y calma.

Poemas con tonos muy diferentes entre sí conviven en este poemario, y en el orden está la clave de que lo hagan de una forma armónica, que es también un reflejo de que los planes no siempre están para seguirse o que lo inesperado siempre puede ser bienvenido: «Tantos planes y coordenadas / que voy a hacer esto y aquello / corto el pasto y me enojo / porque sigue creciendo y me demora / tiempo para soñar hay que tener / y lo canto a viva voz en la cocina / bailo, porque parece que fui triste», dice uno de los poemas. De esa forma, los planes se desdibujan pero siempre hay algo que aparece en su lugar, y que también vale la pena encontrarse.


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