Los breves relatos que componen y forman Al mar (Mil botellas, 2017) de Miguel Briante muestran que el dicho «pueblo chico, infierno grande» esconde una gran verdad. Con el talento narrativo que caracteriza al autor, las historias que se narran giran alrededor de los mismos personajes y el mismo lugar del interior argentino, pero se puede ver una multiplicidad de voces y miradas que demuestra que hasta las pequeñas cosas también son infinitas.
Sobre el autor
Miguel Briante nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, en 1944. Publicó los libros Las hamacas voladoras, Hombre en la orilla, Kincón, Ley de juego y Al mar y otros cuentos. Tuvo una vasta carrera como periodista y desde 1987 trabajó en Página/12. Murió el 25 de enero de 1995 en su pueblo natal.
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El interior inabarcable
Los breves relatos que integran Al mar (Mil botellas, 2017) de Miguel Briantes vuelve a poner en escena el inmenso talento narrativo del escritor y periodista fallecido en 1995. Con una estética de pueblo chico, del interior de la provincia de Buenos Aires, la cotidianidad de las voces locales, las costumbres arraigadas y el universo político se van entremezclando a lo largo del libro.
Fruto de ese talento propio de Briante, los distintos cuentos cortos de Al mar le dan vuelta a un mismo lugar y le da voz a distintos personajes, permitiendo mostrar muchas veces los mismos acontecimientos desde ópticas diversas. De esa manera, el autor demuestra que por más pequeño que parezca un lugar, sus habitantes y sus costumbres, el infinito del sentido y de los sentimientos puede anidar en todas partes. Solo hace falta saber contarlo.
Una de las características principales de la obra de Miguel Briante, y que en Al mar se puede ver en todo su esplendor, es su capacidad para apropiarse y reproducir las voces locales, logrando hacerle sentir al lector que no está leyendo la historia, sino que la está escuchando. Para eso, el humor también es un arma clave para generar ese hechizo y esa confianza. Puede leerse: «‘Putas y tango en La Rueda Roja’, fue el primer cartel que pintó el Maipucero, cuando le pidieron que hiciera la propaganda. Todos lo putearon, pero nadie le había dado las palabras y él se había quedado con la idea, que en este caso, es la verdad».
Por último, y aunque no menos importante, en Al mar se puede ver la capacidad de introducir la política en las historias más cotidianas, lejos del flash de las luces del centro y las balas de la represión. Eso puede apreciarse en la sentencia: «Todos somos desaparecidos de algún lugar». Esa frase, de alto contenido político, mezcla lo personal y los traumas de una sociedad. Los cuerpos que aparecen flotando en el río cercano a General Belgrano son, entonces, parte más de los atractivos locales que, como Briante bien demuestra, solo hace falta saber mirarlos bien para captar en profundidad la riqueza de esas historias.