Luego del asesinato de Rafael Nahuel, el joven que murió en el marco de una brutal cacería encabezada por Prefectura en las inmediaciones de Villa Mascardi, provincia de Río Negro, los principales medios de comunicación volvieron a demonizar a la comunidad mapuche y a justificar la represión. Apoyando las versiones del Gobierno Nacional continuaron la construcción de un enemigo político que legitimaría toda violencia ejercida por parte del Estado.
El pasado 25 de noviembre, Rafael Nahuel, un joven mapuche de 22 años murió asesinado de un balazo en el marco de un brutal operativo represivo, donde actuaron un grupo especial de Prefectura Albatros, Policía Federal y Gendarmería Nacional. Nahuel se encontraba con otros integrantes de la comunidad Lafken Winkul Mapu, refugiado en una montaña en las inmediaciones del Lago Mascardi, provincia de Río Negro, cuando miembros de la Prefectura comenzaron a perseguirlos. “Salieron a cazarnos. Nosotros nos defendimos con piedras y palos, nada más. Y ellos nos tiraban con municiones de plomo, sin medir consecuencias”, relata uno de los miembros de la comunidad a Revista Cítrica.
A Nahuel lo mataron por la espalda: una de las balas impactó en el glúteo. Otras dos personas también fueron heridas. Mientras tanto, la zona seguía militarizada y el resto de la comunidad no podía ingresar al monte para brindar atención médica o para saber cómo estaban el resto de los miembros de la Lafken Winkul Mapu.
A Nahuel lo mataron por la espalda: una de las balas impactó en el glúteo. Otras dos personas también fueron heridas. Mientras tanto, la zona seguía militarizada y el resto de la comunidad no podía ingresar al monte para brindar atención médica o para saber cómo estaban el resto de los miembros de la Lafken Winkul Mapu. El operativo represivo ordenado por el juez Gustavo Villanueva había comenzado el jueves 23 de noviembre con un violento desalojo en el que las fuerzas de seguridad atacaron a mujeres y niños. “Nos dicen que somos terroristas, porque nos encapuchamos. Pero en verdad, nos encapuchamos por seguridad: tenemos cuatro peñi detenidos, dos que bajaron a pedir que no nos disparen más, y otros dos que fueron quienes llevaron el cuerpo”, relata el joven mapuche en Revista Cítrica.
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La reacción de los medios oficiales, fieles a la construcción de la figura del enemigo interno que justifique y legitime toda violencia ejercida por el Estado, no se hizo esperar. Diarios como Clarín y La Nación, por nombrar los de mayor difusión a escala nacional, volvieron a esconder el accionar represivo bajo eufemismos como “enfrentamientos” o “incidentes”, ocultando que en realidad se trató de una cacería. Los relatos sostienen la versión oficial de los propios agentes de Prefectura, apoyados también por el gobierno nacional, que reafirmó la idea de la “legítima defensa”. La palabra de los mapuches que fueron blanco del ensañamiento es así completamente desvalorizada.
Diarios como Clarín y La Nación, por nombrar los de mayor difusión a escala nacional, volvieron a esconder el accionar represivo bajo eufemismos como “enfrentamientos” o “incidentes”, ocultando que en realidad se trató de una cacería.
«El juez necesitará elementos probatorios, nosotros no. El Gobierno Nacional y el Ministerio de Seguridad ya ha definido que esto se realizó en el marco de una demanda judicial, dada por el juez Gustavo Villanueva a la Prefectura Naval Argentina y nosotros no tenemos que probar lo que hacen las fuerzas de seguridad”, afirmó Patricia Bullrich, en una conferencia de prensa. Sin ninguna clase de evidencia y para enfatizar la construcción de la protesta mapuche como parte de un grupo terrorista, la ministra de Seguridad expresó: “RAM es un nombre genérico de grupos que actúan violentamente, podrán tener otro nombre, pero los queremos separar de los grupos mapuches. RAM es como un nombre aunque se puedan llamar de otra manera”.
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En el mismo sentido, la vicepresidente de la Nación, Gabriela Michetti, aseguró en una entrevista con Luis Majul para el programa televisivo La Cornisa en el canal América que “el beneficio de la duda siempre lo tiene que tener la fuerza de seguridad. (…) Todos los que son violentos tienen que darse cuenta que o aceptan que esta es una sociedad pacífica que tiene instituciones o reglas de juego para convivir o están fuera de la sociedad”. Además, al inicio del programa, Majul habló de «presuntos mapuches», dando por cierto así el discurso oficial que asegura la falsa pertenencia de los integrantes de la comunidad Lafken Winkul Mapu a la RAM. De este modo, el escenario mediático reconfirma un sentido instalado que se retroalimenta desde el Gobierno Nacional: la expulsión de los mapuches de toda clase de colectivo legítimo y que por lo tanto representan una «amenaza» para el orden establecido.
Siguiendo esta línea, Jorge Lanata, en su última emisión del año del pasado domingo 26 de noviembre, afirmó que Prefectura desalojó a “mapuches de la RAM”. “Eran 10, primero atacaron con piedras y después atacaron con calibres 22 y 38”, afirmó, omitiendo el hecho de que no hay evidencia alguna del uso de armas de fuego por parte de los mapuches. “En realidad no sé si está bien decir mapuches, porque mapuches hay un montón y no son tipos que están con fierros por ahí. En realidad esto es el 5% de los mapuches o menos, el 2% de los mapuches. ¿Qué son? ¿Grupos armados? ¿Son terroristas? ¿Qué es un tipo que usa el terror para lograr un resultado político?”, concluyó.
Descalificando así la protesta social que busca visibilizar la represión por las fuerzas de seguridad, se naturaliza y justifica la violencia ejercida con total impunidad por parte del Estado.
Utilizando imágenes de pintadas en las paredes ocurridas durante la marcha de Plaza de Mayo en repudio del asesinato de Nahuel, Lanata acentuó la idea de un clima permanente de violencia ocasionada por grupos que englobarían a una mezcla de terroristas, subversivos y guerrilleros que tiene poca incidencia en la realidad. “Se está poniendo feo esto de los mapuches con los grupos anarquistas en Capital”.
Descalificando así la protesta social que busca visibilizar la represión por las fuerzas de seguridad, se naturaliza la violencia ejercida con total impunidad por parte del Estado. La construcción de «enemigos políticos» mediante una serie de secuencias que constituirían a los mapuches como violentos contribuye a crear un clima en el que toda represión se encontraría justificada e incluso aplaudida y que es posible gracias a la complicidad de los grandes medios de comunicación.