No servís más: 7 poemas de mujeres que se cansaron del patriarcado

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En un momento en el que las mujeres ya llevamos tiempo diciéndole basta a las cosas que hasta hace pocos años estaban naturalizadas -y a las que todavía lo están-, la poesía lo refleja. En algunos casos, con una intensión más explícita, y en otros, simplemente porque el hartazgo ante el patriarcado y todo lo que implicó se deja ver en lo cotidiano. A continuación, 7 poemas de mujeres que denuncian de diferentes modos la violencia patriarcal, la más evidente y la más sutil, e invitan a hacer lo mismo. 

*Por Tamara Grosso


«Papi» – Sylvia Plath

No servís, no servís
más, zapato negro
donde viví como un pie
treinta años, pobrecita y blanca,
atreviéndome apenas a respirar o a hacer achís.

Papi, hubiera tenido que matarte.
Te moriste antes de que tuviera tiempo—
pesado como mármol, una bolsa llena de Dios,
estatua implacable con un dedo del pie
gris y grande como una foca de Frisco

y una cabeza donde el Atlántico caprichoso
se vierte, verde arveja sobre azul,
en las aguas de la hermosa Nauset.
Y yo rezaba para recuperarte.
Ach, du.

En la lengua alemana, en el pueblo polaco
pasado por la aplanadora
de guerras, guerras y más guerras.
Pero el nombre del pueblo es vulgar.
Según mi amigo polaco

hay una docena o dos.
Así que nunca pude decir dónde
pusiste tu pie, tu raíz,
nunca pude hablarte.
La lengua se me atoraba en la boca.

Se me atoraba en una trampa de alambre de púas.
Ich, ich, ich, ich,
apenas podía hablar.
Te veía en todos los alemanes.
Y el idioma obsceno

una locomotora, una locomotora,
escupiéndome como a una judía.
Una judía para Dachau, para Auschwitz, para Belsen.
Empecé a hablar como judía.
Creo que bien podría ser judía.

Ni las nieves del Tirol, ni la cerveza rubia de Viena
son tan puras y genuinas.
Yo, con mi antepasada gitana, mi mala suerte
y mi mazo de tarot, y mi mazo de tarot
puedo ser un poco judía.

Siempre te tuve miedo,
con tu Luftwaffe y tu argot.
Y tu bigote pulcro
Y tu ojo ario, azul brillante.
Oh vos, Hombre Panzer, hombre-panzer—

No Dios, sino una esvástica
tan negra que ningún cielo se puede filtrar.
Toda mujer adora a un fascista,
la bota en la cara, el corazón bruto,
bruto, de un bruto como vos.

Estás al lado del pizarrón, papi,
en la foto que tengo,
con una hendidura en el mentón en lugar de en el pie
pero no por eso menos diablo, no,
ni menos el hombre negro que de un mordisco

partió en dos mi lindo corazón rojo.
Tenía diez años cuando te enterraron.
A los veinte, traté de morirme yo
y volver, volver, volver con vos.
Creí que incluso los huesos servirían.

Pero me sacaron de la bolsa,
y me volvieron a unir, con pegamento.
Después ya supe qué hacer.
Me hice una miniatura de vos,
un hombre de negro con un aire Meinkampf

amante del potro y la tortura.
Y dije sí, sí, acepto.
Así que, papi, por fin, se terminó.
El teléfono negro está arrancado de raíz,
las voces en él no quitan los gusanos.

Quien mata a un hombre, mata a dos—
El vampiro que dijo ser vos
y me chupó la sangre por un año,
siete años, si te interesa.
Papi, ya podés ir a acostarte.

Hay una estaca en tu corazón gordo y negro
y a los del pueblo nunca les caíste en gracia.
Están bailando y pisotéandote.
Siempre supieron que eras vos.
Papi, papi, hijo de puta, se terminó.



«Los curanderos» – Sharon Olds

Traducción: Natalia Leiderman y Patricio Foglia

Cuando dicen, ¿Hay un médico a bordo?,
que por favor se identifique, me acuerdo cuando mi
entonces marido se levantaba, y yo me convertía en
aquella que estaba a su lado. Ahora dicen
que la cosa no funciona sin igualdad.
Y después de esos primeros treinta años, yo no fui más
la que él quería tener a su lado
al pararse o al volver a su asiento
– no yo sino ella, que también se levantará,
cuando sea necesario. Ahora me los imagino,
levantándose, juntos, con sus amplias
alas de médicos, pájaros zancudos, – como cigüeñas con sus
maletines de tal–para–cual
balanceándose en sus picos. Y bueno. Fue como
tuvo que ser, él no se ponía contento cuando se necesitaban
las palabras, y yo me ponía de pie.


«La balada de la masturbadora solitaria» – Anne Sexton

El final de la historia es siempre la muerte.
Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,
fuera de la tribu de mi yo, mi aliento
encuentra tu ausencia. Asusto< a los que se quedan. Estoy harta. A la noche, sola, me caso con la cama. Dedo por dedo, ella ahora es mía. No está tan lejos. Es mi encuentro. La toco como una campana. Me recuesto en la enramada donde la solías montar. Me tomabas sobre la colcha de flores. A la noche, sola, me caso con la cama. Por ejemplo esta noche, mi amor, >que todas las parejas se unen
en una volteada conjunta, arriba y abajo,
el dúo abundante en esponja y pluma,
empujando de rodillas, cabeza a cabeza.
A la noche, sola, me caso con la cama.

Así escapo de mi cuerpo,
un milagro molesto.¿Puedo
exhibir el mercado de los sueños?
Me abro. Me crucifico.
Mi ciruelita le decías.
>A la noche, sola, me caso con la cama.

Después llegó mi rival de ojos negros.
La dama del agua, alzándose en la playa,
con un piano en la punta de los dedos, vergüenza
en los labios y una voz de flauta.
Y pasé a ser la escoba vieja.
A la noche, sola, me caso con la cama.

Te arrebató como se arrebata
un vestido de oferta del perchero
y yo me quebré como lo hacen las piedras.
Te devuelvo tus libros y las cañas de pescar.
El diario de hoy dice que se casaron.
A la noche, sola, me caso con la cama.

Chicos y chicas esta noche son uno.
Desabrochan blusas. Bajan cierres.
Se sacan los zapatos. Apagan la luz.
Los seres que brillan están llenos de mentiras.
Se comen unos a otros. Comen de más.
A la noche, sola, me caso con la cama.



«Condición de mujer» – Cristina Peri Rossi

Soy la advenediza
la que llegó al banquete
cuando los invitados comían los postres

Se preguntaron
quién osaba interrumpirlos
de dónde era
cómo me atrevía a emplear su lengua

Si era hombre o mujer
qué atributos poseía
se preguntaron por mi estirpe

«Vengo de un pasado ignoto –dije–
de un futuro lejano todavía
Pero en mis profecías hay verdad
Elocuencia en mis palabras
¿Iba a ser la elocuencia
atributo de los hombres?
Hablo la lengua de los conquistadores,
es verdad,
aunque digo lo opuesto de lo que ellos dicen.»

Soy la advenediza
la perturbadora
la desordenadora de los sexos
la transgresora

Hablo la lengua de los conquistadores
pero digo lo opuesto de lo que ellos dicen.


«Hombres como mi padre» – Luciana Reif

mi abuelo,
mis novios,
mis hermanos,
vi sus cabezas llenas de grandes ideas
como un plato de comida que rebalsa,
lustré desde chica esos cráneos,
soy el placebo de tranquilidad
con el que después brillan fuera de casa.
¿Para eso caí en este mundo?
Como bolas de bowling enormes y pesadas,
podría encerar y pulir sus labios,
mi madre pasó la vida entera haciéndolo:
la cabeza de él en altas ceremonias,
la corona de flores tejida por ella
delante de sus jefes,
delante de su maestro,
delante de su propio padre
Vi la inclinación que tienen estos hombres al afirmar,
el mentón hacia abajo, rozando el cuello, cuando dicen:
sí, señor
¿Alguna vez agradecieron el pecho materno,
la comida siempre lista cuando llegan a sus casas?
Estoy cansada de ser la otra del éxito,
estoy cansada de esos hombres,
quiero brillar,
no ser la luna que resplandece
con luz ajena.
Podría arrojar con fuerza una por una sus cabezas,
mis dedos apretando su nariz y su boca,
deslizándose con gracia por el suelo encerado
y pulido de la pista de bowling,
podría verlos estrellarse contra los palos
derribándolos con dolor,
pero manteniendo la sonrisa imperial
de quienes creen -como en una guerra- que han vencido,
que ahora son mejores que antes,
pero después vuelven hacia mí y los lanzo de nuevo.

(Leer nota relacionada: Reseñas caprichosas – «Entrada en calor» de Luciana Reif: la ternura y la inocencia como un filo)



«Querida Marina» – Marina Mariasch

No me gusta el título
ya lo escuché en otro lado.
Parece el título
de una canción de Bon Jovi
solista o de Leonard
Cohen o de ¿Andersen
eran? Los hermanos que
fabulaban. O no,
nada que ver, de Bioy
Cortázar, esos que te hecen amar
a los 18 y después
odiás. La parte afectadita
literario-pop es la que menos
me gusta. Me gusta
la parte industrial, hit trolo
es decir: femenino. ¿Son “las chicas”
las que hacen cortar tanto? No sé
no sé por qué
la insistencia. Cortar versos
¿Cuál es? Me gustaría que un día
me expliques esos cortes. Ni ahí
los entiendo. ¿Por qué
todas las chicas hablan mal
de sus ex-novios? ¿Por qué
qieren tener bebés?
¿Lo de los cuerpos deformados?
Ah, sí. Pero más denotativo que esto
difícil. Gestos punk
como poner música fuerte
para joder al vecino
en la tarde del viernes más cálido del año.
Pero es el movimiento doble del realismo
que amo. Es el ritmo, aquí,
lo que estremece.


«Ni una menos» – Itatí Schvartzman

La amiga que sueña un marido que la mantenga
el pibe que escribe el reggaetton de moda
la madre que educa machitos y princesas
el jefe que escupe: es que está en día femenino
la compañera que te dice: así no vas a conseguir novio
la boluda que aclara: soy femenina, no feminista
la mamá que la viste sólo de rosa, porque es nena
el papá que compra muñecas y cocinitas
y lavarropas a la nena
y pelotas y aviones y juegos de química al varón
el novio que te revisa el teléfono y el facebook
la mina que dice de otra mina que parece una puta con esa ropa
la mamá que sueña un príncipe azul para yerno
el papá que paga por sexo con nenas de la edad de su hija
el novio que no coge con la novia por respeto
y sale de putas después de acompañarla a casa
los compañeros profesionales que en vez de escucharte
lo que tenés para decir en la reunión,
te piden que sirvas el café o hagas el mate
la marca de detergente que sólo te habla a vos, mujer
el médico que te hace cesárea sin necesidad
o el que te hace la episiotomía de rutina
la enfermera que te grita: bancátela, bien que te gustó hacerlo
o la que te ata a la camilla para parir
el marido que te prohíbe trabajar
o el que te esconde los documentos y la plata
o el que te controla los ingresos y egresos
la caricatura política diaria
el chiste de mierda, las propagandas,
Tinelli, la novela turca, los concursos de belleza
el que te obliga a hacer algo en la cama
que no deseás, el que se fija sólo en su placer
el que te dice: ahora no me podés dejar así
el que te humilla, el que te adjetiva, el que te menosprecia
el que te caga a trompadas
el que te aisla, te controla, te cela, te sigue
el que me dijo el primer piropo grosero
a los doce años, el que me tocó contra mi voluntad
en el boliche de moda, en todos los boliches de moda
el compañero que te manda a barrer el piso del local del partido
el compañero que no cuestiona sus privilegios
el que recibe un cheque más gordo sólo por tener pene
y se calla y se lo guarda en el bolsillo
el pelotudo que pregunta y el día del varón, eh?
la mamá que obliga a la nena a levantar
los platos sucios de sus hermanos varones
la pelotuda que rápido vuelve a aclarar
pero mirá que yo soy femenina, no feminista
la que se burla de que no me pinto
la que se burla de que vos no te depilás
la que se burla de que no calzás tacones
la que se ríe de que compro libros y no carteras
el compañero que me mira las tetas
Todos unidos frente al televisor
preguntándose cómo puede ser
que asesinaron a otra mina.


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