El libro de poemas Strobel street (Club Hem, 2016) de Matías Moscardi propone un viaje a la sensibilidad y al conocimiento a partir de los objetos que rodean nuestra cotidianidad. Una mudanza a la casa de los abuelos fallecidos abre el camino para el surgimiento de imágenes y reflexiones que nacen de las cosas que nos sobreviven sin que nos demos cuenta.
Sobre el autor
Matías Moscardi nació en Mar del Plata, en 1983. Es doctor en Letras por la UNMdP, donde trabaja como docente. Publicó los libros de poesía: Los círculos del agua (2006), Pluvia(2007), Una, dos comadrejas (2010), Los sapos (2011), El ansia (2012), Bruma (2013) y Los misterios del punk rock (2015). En narrativa, publicó las novelas Mediopelo (2013) y Las Cosas (2014). Tradujo a William Carlos Williams, T. S. Eliot, George Oppen y Kenneth Rexroth. Es uno de los organizadores del Festival Independiente de Poesía, de Acá, que se lleva a cabo todos los años en la ciudad.
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Las cosas que nos sobreviven
Como si al humano no le bastase con su propio cuerpo, los objetos que componen nuestra vida diaria también cargan con un sentido que pocas veces se revelan con tanta intensidad como en Strobel Street (Club Hem, 2016). El último libro de Matías Moscardi -que comparte el mismo volumen con Al taco de Luciana Caamaño y Los días de perros escrito por los dos autores marplatenses- es un viaje a los detalles que esconden las cosas que nos sobreviven.
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Mediante un objetivismo que no descuida ciertos tintes liristas, el estilo directo y ágil de Moscardi hace que los poemas no solo se conecten por su temática, sino por la frescura de la voz poética. Como si se observara un viejo álbum familiar, cada poema cuenta una historia particular, pero que completa su sentido en el collar de versos que se forma en Strobel street. Haciendo zoom en distintas cosas, el libro seduce al lector: el día que nos mudamos/ un tesoro en un vaso/ sin agua, de mi abuelo/ sus dientes».
En uno de los primeros poemas de Strobel street puede leerse: «me lavo los dientes/ preparo café/ espero de las cosas/ la clave para interpretar este mensaje». Esos versos son los que van a marcar la clave del libro, donde también se puede ver cómo la fragilidad de los objetos puede derivar en algo mucho más profundo: «en ese momento me hicieron dudar/ de la integridad de los platos de cerámica/ de la integridad del resto de las cosas».
Esa misma intención se puede ver en el libro Los días de perros, escrito a cuatro manos con Caamaño: «vamos tocando el borde de las cosas/ como quien conoce el mundo»; o también: «ponele, una vez vi un documental/ que decía que una manzana/ tardaba como seis años/ en desaparecer del cuerpo/ cuánto vas a tardar vos?». Ese zoom particular que hace Moscardi sobre los objetos, los detalles cotidianos que arman nuestra existencia, hacen que su poesía genere una empatía sustancial con el lector, que se va fortaleciendo a lo largo de todo el libro. Eso, en la poesía contemporánea, no es para nada poca cosa.