En Naturaleza intermitente (El ojo de mármol, 2017), Facundo D’Onofrio ofrece imágenes vívidas y transparentes de todo lo que lo rodea. Con un ritmo progesivo que marca una respiración especial a lo largo del poemario, el autor deja al descubierto un recorrido que se integra con la vida que estalla en el entorno.
Sobre el autor
Facundo D’Onofrio nació en Buenos Aires en 1990. Publicó La mujer que vino de Lorraine y Los relatos de Fermín, (Dunken, 2012) y Cada pliegue del cielo (El ojo del mármol, 2015). Participó en El rayo verde, antología poética del año 2015. Dirige, junto a Juan Escolar, el ciclo de entrevistas Bestiario. Algunos de sus poemas fueron traducidos al italiano. Administra el blog facundiainfecunda.blogspot.com.ar.
Confluir con el entorno
¿Cuáles son las posibilidades que la poesía nos ofrece a la hora de explorar nuestro entorno? Naturaleza intermitente (El ojo de mármol, 2017), de Facundo D’Onofrio, entabla un diálogo constante con los detalles, ofreciendo imágenes vívidas y un lenguaje transparente dejando al descubierto la “magia del sonido y el sentido”, como menciona Diana Bellesi en la contratapa.
Atravesando la infancia, las amistades, el amor y hasta el acto mismo de escritura del poema, el autor crea un ritmo progresivo con el que se adentra sin rodeos en una relación intensa con el ambiente, teniendo plena conciencia de las texturas y las sensaciones. “Ahí está el pájaro:/ con su pico deshilacha/ el tapado rojo de un insecto./ Infinitos hilos rojos se mueven aún/ como las ramas de un árbol en el viento”. Estos versos también muestran uno de los recursos que D’Onofrio maneja con lucidez: el acercamiento a situaciones fugaces que extrae de la vorágine cotidiana, como si se tratase del ojo de una cámara lenta.
De esta forma, cada poema avanza, en mayor o menor medida, junto a esta necesidad de confluir con la naturaleza, de integrarse con la vida que estalla alrededor: “quisiera aprender/ el detalle de la resistencia/ para respirar como el césped/ bajo el poder de tu zapato/ y no asfixiarme en el intento”. Los versos condensan una relación intimista con el entorno al punto tal de plantear incluso la inversión con aquellos elementos que se ponen bajo la lupa: “Pienso en el ave para no pensar en la urgencia/ con que guardaría mis piernas como restos arqueológicos/ y pondría en su lugar alas,/ alas que se agiten y desplieguen/ una búsqueda incesante por los cielos”.
Naturaleza intermitente escapa así de los límites propios para confundirse con el resto de las cosas. Como dice Bellesi en la contratapa: «Dejame ser bruto como un diamante, dice Facundo D’Onofrio en este libro, y cuando lo logra suenan unas campanas que vienen de lejos, de muy lejos, del mundo de la poesía».