María y Jaime son los protagonistas de La vajilla, pieza escrita por Patricia Suárez y dirigida por Adrián Cardoso. Se trata de un grotesco situado en los años cuarenta que narra la historia de amor y desencuentro entre un empleado de correo con aspiraciones a músico y una pantalonera que sostiene los gastos de la familia con sus remiendos. La vida cotidiana de esta pareja se ve alterada drásticamente cuando Jaime le confiesa a María una infidelidad. La obra puede verse los viernes a las 20 hs. en La Lunares (Humahuaca 4027).
María (Florencia Montanucci) es ama de casa y costurera; pasa los días remendado prendas ajenas para sostener la economía familiar. Jaime (Javier Schonholz) es un empleado de correo, pero su verdadera vocación es la música y se mantiene cada minuto aferrado al acordeón que su padre le dejó como herencia. Todo parece ir viento en popa hasta que a Jaime se le ocurre confesarle una infidelidad a María, como forma de aliviar el tormento que lo aqueja.
María conoce los cuentos de su esposo y, ya curada de espanto, decide no creer en su historia. Prefiere atribuir sus molestias a un «daño» hecho por algún tercero malicioso (una creencia típica en los universos propios de aquellos años). Sin embargo, los detalles proporcionados por su cónyuge no dejan demasiado lugar para la duda y ella decide castigarlo con la pena más dura: deshacerse por fin de la música arrojando su amado acordeón al fondo del río.
María se sueña arrojando platos, copas y cubiertos por los aires como una forma de liberación
Este es el nudo de un muy buen texto que contiene una historia sencilla, condimentos interesantes y actuaciones muy sólidas: el trabajo de Florencia Montanucci es para destacar. Ambos actores recrean el clima de aquellos años, los acentos, los modos de hablar y conducirse que pueden recuperarse gracias a los pocos registros cinematográficos de calidad que aún quedan disponibles o a los relatos familiares de la inmigración italiana.
Todo el relato está atravesado por una metáfora onírica que coloca a la vajilla en el centro de todas las simbologías: María se sueña arrojando platos, copas y cubiertos por los aires como una forma de liberación. La vajilla también puede leerse como un relato que habla sobre la estabilidad concebida por aquellos inmigrantes que pisaban estas tierras huyendo de la guerra: la casa como único horizonte y refugio de todos los males, el culto a la privacidad y las múltiples máscaras utilizadas en la vida pública.
Los contrastes entre las expectativas elevadas y los fracasos de la realidad, las pompas del amor idílico y la llanura de la vida cotidiana, los sueños y su nula concreción. Y una vez más, el rol de la mujer cobra especial sentido dentro y fuera de la historia: la María de Montanucci dignifica el lugar y el gran potencial de las actrices a la hora de los protagónicos. Con Javier Schonholz hacen una gran dupla y el contraste entre ambos resulta desopilante. El diseño de vestuario (Pablo Juan), la construcción del personaje ausente de «la renga» y el recurso del off (que aparece desde el inicio con las voces de los personajes detrás de bambalinas) son otros elementos a destacar que potencian esta propuesta.
Funciones: Viernes a las 20 hs. en La Lunares (Humahuaca 4027)
Localidades: Alternativa Teatral
FICHA ARTÍSTICO-TÉCNICA
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Autoría: Patricia Suárez
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Intérpretes: Florencia Montanucci, Javier Schonholz
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Vestuario: Pablo Juan
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Escenografía: Magdalena de la Torre
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Música original: Diego Cardoso
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Diseño gráfico: Jazmín Trevor
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Asistencia de dirección: Gisele Broin
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Prensa: Analía Cobas, Cecilia Dellatorre
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Producción: La Domenica
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Dirección: Adrián Cardoso