El poemario Belek Antar. Poeta riojano (1920-1985) (Elemento Disruptivo, 2016) de Camilo Sce abre un fluido diálogo entre la fuerza de impacto de la poesía y la seducción de la narrativa con la construcción de un personaje a lo largo de todo el libro. Aprovechándose en parte de la figura del «poeta maldito» y, también, del costado curioso y morboso del lector, los versos del autor cargan con una potencia que es difícil de encontrar en la poesía contemporánea.
Sobre el autor
Camilo Sce nació en Buenos Aires en 1985. Estudió Filosofía en la UBA. Fue periodista de rock y librero. Fundó la productora de arte Gordo! donde trabaja actualmente. Publicó dos libros: El amor es una cachiporra de policía (Milena Caserola ,2014) y 002 (Milena Caserola, 2011). Belek Antar (Elemento disruptivo, 2016) es su tercer libro.
La ficción poética
La relación entre la poesía y la realidad -los hechos concretos- es, quizás, la más turbulenta dentro de los géneros literarios. Lectores y críticos suelen intentar encontrar elementos autobiográficos dentro de cada verso, lo que muchas veces puede llegar a debilitar a una obra. Belek Antar de Camilo Sce parece saber de ese dilema y lo utiliza a su favor, logrando un libro tan seductor como intrigante.
Partiendo del lugar común del poeta maldito -esos escritores errantes que llevan una vida llena de particularidades lejos de la buena suerte y, una vez muertos, son amados por la prensa y las editoriales-, Sce toma una voz poética potente y sin media tintas para construir el personaje de Belek Antar: un hijo de inmigrantes que se queda absolutamente solo en la Argentina para escribir cosas como esta: «Si era imperativo/ que estuviera vivo/ ¿no habría estado bien que me contaran/ que en varias ocasiones/ iba a preferir no estarlo?».
Con un plan fríamente calculado, Sce inventa hasta una biografía breve del poeta ficticio que se suicidó a los 85 años sin que nadie retirara su cadáver. Un lector desatento o confiado puede caer de manera sencilla en la trampa y dejarse absorber por un estilo crudo en los versos, condimentados por el morbo de la autobiografía.
En esa dirección, puede leerse: «cuando me preguntan/ respondo siempre lo mismo: vivir es perder el tiempo de muchas maneras»; «El borracho vive su vida/ como un arqueólogo: entre los restos/ del tiempo/ encuentra rastros/ desconocidos/ de su pasado»; ¿Cómo le van a dejar una casa/ a un tipo como yo?/ que cada dos por tres pienso/ en prenderla fuego/ y quedarme adentro».
En definitiva, este poemario sirve no solo para desnudar el morbo del lector a la hora de encarar un poema que aparenta ser tormentoso y realisa, sino que también visibiliza una de las cualidades más ocultas y menos utilizadas de la poesía: la posibilidad de ficcionalizar. Si bien Belek Antar parte desde un falso yo poético, deja entrever la chance de construir historias ficticias mediante versos, corriendo la autobiografía a un segundo plano, algo que a la poesía contemporánea no le vendría mal probar al menos un poco.