Los ojos de la intemperie (Milena Caserola, 2014) es la primera novela de Marcelo R. Caruso. Como anticipa Washington Cucurto en la contratapa, el libro ofrece “un clásico relato porteño sobre una zona oscura de Buenos Aires”. Más allá del protagonista y su historia, la novela es un mosaico de personajes del under que deambulan por San Telmo, caracterizados con inteligencia y humor.
Por Tamara Grosso*
Sobre el autor
Marcelo R. Caruso nació en Parque Patricios en 1967. Se crió en Tapiales. Publicó los libros de poesía Numinoso (Corregidor, 1996) y El mundo no alcanza (Casa de la poesía, 2002). Es músico, compositor y cantante. Grabó discos con Peces de vidrio verde y Cosmosapien. Coordinó el ciclo de poesía “Té de brujas”. Esta es su primera novela.
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Sobre perder el rumbo
La historia comienza cuando algo termina: la ex mujer de Enzo Bruno y su hija Lucy se van de Buenos Aires a Mar del Plata, y así el personaje queda literalmente deambulando entre Buenos Aires y provincia, preguntándose qué hacer, a dónde ir, de qué trabajar, a dónde vivir. El relato, entonces, se presenta como una recapitulación de lo que le ocurre a este personaje que necesita comenzar otra vez -o decidir no hacerlo-.
La prosa ágil permite leer la novela de un tirón, quizás sin preocuparse por cuál será el desenlace, sino por apreciar cada escena, lugar o emoción que se describe. Los personajes del under artístico de Buenos Aires que habitan la casona compartida a la que el personaje se muda son uno de los puntos más interesantes del texto: no tienen en común ni la edad, ni la clase, ni un pasado; sin embargo comparten algo, la intención de vivir como artistas en un contexto adverso. Eso los convierte en una suerte de marginales.
Siempre con un buen ritmo, la narración acompaña el proceso de transformación del personaje, que necesita quizás sumergirse en una zona oscura para volver a emerger, para saber lo que quiere. Al final, se encuentra en un punto similar al del comienzo, pero todo es distinto.
Los ojos de la intemperie pone la lupa sobre la parte luminosa de un personaje que, visto desde otro punto de vista, podría parecer oscuro: es quizás una reivindicación de los que parecen haber perdido todo, pero en realidad no se conformaban con lo que tenían. Y así como el principio de la historia podría ser un final; su final puede leerse como un nuevo punto de partida.
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