«Huellas»: la memoria en primera persona

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Los relatos que componen Huellas. Voces y trazos de nuestra memoria (El Zócalo, 2017) reconstruyen la historia de cinco hijos de desaparecidos que recorren su infancia y plasman, a lo largo de las páginas, testimonios que representan a una generación entera. Las palabras y las ilustraciones se complementan para formar un libro potente, producto de un trabajo cooperativo que logra documentar el horror de una época.


¿Así se escribirá el silencio? ¿O ni siquiera puede escribirse? ¿Cómo se habrá escuchado ese silencio penetrante en aquel departamento del barrio de Once después de que los milicos entraran a las patadas y se llevaran a los cuatro?” La frase que inicia el testimonio de Eugenia Azurmendi refleja la historia de una generación diezmada por la última dictadura cívico-militar. A este relato se le agregan los de Esteban Lorenzano, Martín Elías, Felipe Fernández y Paula Silva Testa, acompañados de las ilustraciones de María Giuffra. Los cinco componen Huellas. Voces y trazos de nuestra memoria, un libro que reconstruye los recuerdos de hijos de desaparecidos y transmite las vivencias de una infancia arrebatada.

¿Así se escribirá el silencio? ¿O ni siquiera puede escribirse? ¿Cómo se habrá escuchado ese silencio penetrante en aquel departamento del barrio de Once después de que los milicos entraran a las patadas y se llevaran a los cuatro?

El libro fue producto de un trabajo cooperativo que nació de la mano de Editorial El Zócalo y fue inicialmente impulsado por la ilustradora María Giuffra, a partir de su trabajo previo en la revista digital Haroldo, perteneciente al Centro Cultural Haroldo Conti. Con la tarea de ilustrar relatos en la sección Generaciones, Giuffra convocó a uno de sus compañeros de H.I.J.O.S, Esteban Lorenzano. Fue a partir de su testimonio que surgió la idea de armar un libro que recopilara más voces y se convirtiera también en el registro de una época, una lectura urgente en el contexto político actual.


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Foto: Página 12/


“Todos los autores y los editores coincidimos en que es un libro muy necesario en este momento en el que, desde el Estado, se comenzó negando los 30 mil desaparecidos, y donde hay una política contra los derechos humanos”, afirma María Giuffra para La Primera Piedra. “Nos parece fundamental hablar del tema en primera persona, contar nuestra propia historia, que nadie venga a decir nada que no sea relativo a la verdad. Son relatos de las vivencias de los que fuimos niños en esa época y que nos quedamos huérfanos”, agrega.

“Todos los autores y los editores coincidimos en que es un libro muy necesario en este momento en el que, desde el Estado, se comenzó negando los 30 mil desaparecidos, y donde hay una política contra los derechos humanos”, afirma María Giuffra para La Primera Piedra.

Acompañado de poderosas ilustraciones hechas en lápiz, Huellas evoca la imagen de un libro-álbum que despliega una variedad de relatos presentes también en los mismos dibujos, complementando recuerdos e imágenes de la vida de cada uno de sus autores. “Cada historia particular tiene sus detalles pero, en lo general, atraviesan el hecho de que fuimos niños que tuvimos que vivir ciertas soledades, un montón de intrigas y de no saber qué sucedió, porque ni siquiera nuestras familias sabían qué había pasado con nuestros padres”, explica Giuffra, cuyas ilustraciones reflejan también su propia historia.


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Ilustración de María Giuffra. Revista Haroldo


De este modo, los autores se reencuentran con la infancia y recuperan las formas en que cada uno vivió la ausencia a lo largo de los años. “Una cosa es ser adulto y tratar de entenderlo pero, para un niño, que te digan que tu padre está desaparecido es un hecho muy traumático», afirma Giuffra. «Nadie lo puede entender pero menos un niño. Desde este punto de vista, también pensamos que esto tiene que ver con darle marcha atrás a la teoría de los dos demonios. No hay dos bandos, hubo un Estado genocida y hubo familias, dentro de las cuales había luchadores populares, pero también hubo niños que fueron secuestrados y maltratados”.

Huellas. Voces y trazos de nuestra memoria se presenta así como un libro necesario contra el olvido y el negacionismo, una construcción colectiva que, gracias al testimonio personal, cala hondo en el lector y recupera, a través de los relatos, la historia de una generación entera, plasmándola en las páginas como un arma contra la invisibilización y el olvido.


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