Los poemas que componen Historia clínica (Ediciones del Dock, 2016), de Maricel Santin, proponen un juego constante entre los síntomas del organismo y los afectos, centrados mayoritariamente en los lazos familiares. ¿Qué une a un familia además de la sangre?: las tragedias superadas. Con un tono íntimo, pero no por eso liviano, la autora impacta al lector con versos ágiles y directos.
Sobre la autora
Maricel Santin nació en Lanús en 1978. Es actriz y escritora. Como dramaturga estrenó las obras Mudandza (2013), Todo lo que (2015) y La montaña (2016). Publicó la plaqueta Problemas chicos (aro aro, 2005). Integró la antología de poesía Infancias (añosluz, 2012). Su cuento La tía Angélica obtuve el primer premio en el concurso organizado por Jitánfora en 2013.
La familia como síntoma
¿Qué es la familia sino la primera gran historia que aprendemos a leer, decodificar y asimilar? ¿Las tragedias son un vínculo más fuerte que el de la sangre? Lo cierto es que Historia clínica (Ediciones del Dock, 2016), de Maricel Santin, traza un árbol genealógico a partir de las flores que nacen de una enfermedad. Con una gran habilidad para reflejar escenas, el lector se mete en el terreno propuesto por la autora aún sin darse cuenta: la familia como un síntoma con el que aprender a convivir».
«Esos minutos se hicieron años/ y así quedamos,/ una familia mirando al piso», concluye uno de los primeros poemas de Historia clínica y empieza a dejar entrever el tono que va a acompañar a la mayoría del libro: un lenguaje ágil, directo, que no teme a ser directo a pesar de la intimidad propuesta. Después de todo, en eso es similar a una familia en sí: de lo íntimo a la crudeza hay un solo paso. Además, como señala Santin, siempre se «disfruta el recorrido hasta tragar/ el motivo que lo hace un pobre hombre».
La historia relatada a lo largo del libro, lo cual es un recurso muy bien logrado por la autora y que da mayor solidez a Historia clínica en todo su conjunto, se detiene en distintas estaciones sentimentales propuestas en cada poema. Del humor, la ternura y la ironía, se puede pasar a lo más hondo de un sentimiento o una confesión. Por ejemplo, se leer: «Decimos va a pasar/ y no sabemos/ cómo es amar a alguien tantos años». O también: «No me dejen solo/ que sin luz/ se escuchan hasta los pensamiento».
Por último, se puede destacar la inclusión de diálogos y pensamientos en medio de los poemas, lo cual da mayor frescura y cercanía, logrando que se lean de manera amena a pesar de que, en la mayoría de los casos, algo más grave y complejo empieza a asomar. Se pregunta la autora: «¿Son palabras o silencios los que dan/ la fuerza de romper un vidrio/ con el cuerpo?». Se podría decir que en Historia clínica se responde que ambos: lo subterráneo y lo frontal disputan cabeza a cabeza por el mayor impacto. A fin de cuentas, tal como se afirma en el libro: «no sale en la radiografía/ el terror entre los huesos».